El camino ha sido largo. La venta de la isapre Colmena a Nexus, dueña de isapre Nueva Mas Vida, arrastra ya un año y medio de tramitación y suma dos rechazos, en la Fiscalía Nacional Económica -la que comenzó a analizar la operación en abril de 2021- y en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, que rechazó la operación por cuatro votos a uno.
Una de las partes, el comprador, está gastando su última bala: una reclamación en la Corte Suprema que presentó el 13 de septiembre. Si el máximo tribunal le da la razón, podría ejecutar la compra que crearía el mayor actor de la industria: Colmena tiene el 22,4% de los cotizantes del sistema, 432 mil personas, y Nueva Mas Vida, el 9,6% a agosto, con 186 mil cotizantes. Pero aquello tampoco es seguro. La reclamación, a través de un recurso de queja, la presentó solo Nexus, con sus abogados de Albagli Zaliasnik: los dueños de Colmena, que trabajaron el caso en la FNE con Pellegrini & Rencoret, no se sumaron a esa ofensiva judicial.
Ocurre que el acuerdo para la compra y futura integración de las dos isapres ya no obliga a las partes, revelan varias personas ligadas al negocio. El acuerdo de compra estaba sujeto a la aprobación de la Fiscalía Nacional Económica y a plazos que ya se cumplieron. Es que ya se cumplieron 18 meses desde que se pactó la compra por primera vez y perfectamente, cree un abogado que sigue el caso, la Suprema podría tardar otro año más. “Ningún contrato dura tanto tiempo”, dice un experto legal.
Por ello, aunque la Suprema le dé la razón a Nexus, algo que además se considera poco probable, el cierre no sería automático y forzaría una nueva negociación entre las partes. “Las partes no están obligadas a cerrar la compraventa en los términos originalmente pactados”, dice un involucrado.
El precio pactado en abril de 2021, cuando se notificó a la FNE la operación de concentración, involucraba un pago de unos US$ 150 millones. Pero la industria, en este breve período, ha cambiado y sus riesgos regulatorios son mayores, lo que podría animar a Nexus a buscar un precio más bajo. Algo a lo que difícilmente podría estar de acuerdo el vendedor. Mientras Nueva Mas vida es controlada por un fondo extranjero; Colmena es propiedad de Bethia e inversionistas reunidos por LarrainVial. Fue la primera la que se acercó a la segunda para ampliar su tamaño de mercado.
Y ya que no hay obligación de respetar la exclusividad de esa transacción, Colmena podría ser vendida a un tercero. Sin embargo, hay algunos peros: cualquier venta a otra isapre sería bloqueada por la FNE, que ya impidió una concentración de poco más del 30% del mercado, y difícilmente un nuevo inversor querrá entrar a una industria en dificultades. Lo único que podría permitir un fallo favorable de la Suprema es conseguir otra certeza: las isapres se podrán vender entre ellas. Pese a la oposición de la FNE.