La familia Said Somavía tiene seis delfines. Pero en sentido figurado. Delfín fue la palabra de seis letras escogida para nombrar cada una de las sociedades de inversión a través de las cuales los seis integrantes del grupo familiar -José Said Saffie, su esposa Isabel Somavía y sus cuatro hijos- controlan un conglomerado de empresas que opera en el comercio y la banca, la fabricación de bebidas y envases flexibles.
Las sociedades de inversión Delfín 1, Delfín 2, Delfín 3, Delfín 4, Delfín 5 y Delfín 6 son las propietarias de Inversiones Cabildo SpA, la matriz de sus negocios y desde donde se gobierna un grupo económico que hace dos semanas perdió a su patriarca, José Said Saffie, quien falleció el 23 de julio, a los 90 años.
Empresario nacido en Arequipa, Perú, y avecindado desde temprana edad en Chile, Said Saffie fundó y participó en múltiples negocios. Fue el creador de Parque Arauco, participó en Embotelladora Andina, la mayor franquiciadora de Coca Cola en Chile, e incursionó en el negocio de la banca con varias marcas como el Banco del Trabajo, el Bhif, el BBVA y ahora Scotiabank. Said dejó un robusto conjunto de negocios, una viuda y cuatro hijos que tienen desde mediados de 2017 un protocolo y un pacto que regula cómo será el grupo Said sin José Said.
En el centro de todo está Inversiones Cabildo, una sociedad por acciones -uno de los vehículos empresariales predilectos, dada su flexibilidad de administración-, que tiene un capital social de $ 255 mil millones, unos US$ 300 millones, muy inferior al valor de mercado de sus negocios. Por de pronto, participa en cuatro empresas abiertas a Bolsa: Scotiabank Chile, Andina, Parque Arauco y Envases del Pacífico, Edelpa. En una simple ecuación matemática que no incluye premios de control ni descuenta pasivos, sus participaciones valen hoy en bolsa casi US$ 1.000 millones (ver infografía).
El reemplazo natural de José Said será su hijo Salvador Cornelio Said Somavía, ingeniero comercial de la Universidad Gabriela Mistral, 55 años, el mayor de los cuatro hijos de la pareja Said Somavía. Dueño de Delfín 3, Salvador Said es quien ha tenido mayor protagonismo en las empresas. De sus tres hermanas, solo Isabel, abogada, ha tenido algún cargo: fue directora de Edelpa durante varios años. Las otras hermanas son Constanza, sicóloga, y Loreto, periodista. El liderazgo del hermano mayor en los negocios familiares era reconocido en público por su padre. En 2008, decía: “Tengo un solo hijo hombre que le gustan los negocios y salió más entusiasta que yo. Eso le ha permitido que le reconozcan sus hermanas una posición clara y definitiva y sus cuñados también”.
Esa posición es desde hace más de una década la dirección ejecutiva del Grupo Said, como se ha presentado en currículum oficiales. Salvador Said está en los directorios de todas las compañías del grupo desde hace tiempo. En Embotelladora Andina, por ejemplo, se estrenó en 1992, con 28 años. Antes fue gerente general de Edelpa. Al morir, su padre era presidente de Scotiabank y de Parque Arauco, puestos que aún se encuentran vacantes y que, probablemente, asumirá su hijo. Salvador Said también ha imitado a su padre en roles públicos que exceden los directorios de empresas. José Said tuvo diversos intereses, pero uno de los más significativos fue la presidencia de la Fundación Palestina Belen 2000, posición que obedecía a sus orígenes: su abuelo, Issa Said, llegó a Sudamérica desde Palestina a comienzos del siglo pasado. Su hijo ha tenido una activa presencia en organizaciones empresariales como Endeavor y Generación Empresarial, y también es consejero del Centro de Estudios Públicos.
La última reforma
Veinte días antes de fallecer, José Said Saffie presidió la última junta de accionistas de Inversiones Cabildo SpA. Fue el 3 de julio y se hizo vía telemática, debido a las restricciones a la movilidad en la Región Metropolitana derivadas de la pandemia del coronavirus. La sociedad Cabildo SpA fue el vehículo que José Said creó en 2009 para formalizar un plan de sucesión en el que trabajó con Jon Martínez, un especialista en empresas familiares. Hasta ese momento, la matriz era Inversiones Caburga, pero en 2009 esa sociedad se dividió y nació Cabildo. Esa fue la hoja en la que la familia dibujó el futuro y en la que, más tarde, se redefinió la estructura de propiedad y el peso de cada uno de los seis socios.
La actual composición accionaria es así: Said Saffie y su esposa tienen el 2,13% cada uno, las tres hermanas, 19,15% cada una y Salvador, 38,3%, una participación que se le asignó en retribución de las responsabilidades ejecutivas que se le encomendaron al mando de los negocios, según estamparon tiempo después en documentos familiares.
En Cabildo SpA, padre y madre tenían otro privilegio: eran los dueños de la serie de acciones A, que según estatutos recibiría el 60% de los dividendos. Eso fue modificado en la junta de comienzos de julio, la que fue seguida a la distancia por el notario Cosme Gomila, según el acta de esa junta de accionistas a la que accedió La Tercera. Los socios decidieron ese día eliminar los privilegios económicos de la serie A -todos ahora recibirán dividendos proporcionales a su participación- y concederle más derechos políticos: José Said, primero, y su viuda, ahora, tendrán la representación de Cabildo, hasta su muerte. Cuando ambos fallezcan, ese privilegio también desaparecerá y las acciones A y B -donde participan mayoritariamente los cuatro hijos- se transformarán en acciones comunes y ordinarias.
Un consejo familiar de hijos y nietos
José Said Saffie tenía la presidencia vitalicia de Cabildo SpA, puesto que su viuda heredó ahora. El gobierno corporativo de Cabildo es exclusivamente familiar y seguirá siendo así, según sus estatutos. No admite terceros ajenos a la familia. Tiene un consejo directivo de seis miembros vitalicios: padre, madre y los cuatro hijos. Los hermanos Said Somavía pueden designar a consejeros suplentes, pero estos solo pueden ser sus hijos, los nietos de José Said. Así opera hoy ese consejo familiar. Salvador Said tiene como suplente a su hija Florencia Said Amunátegui; Isabel, a su hija María Jesús Lihn; Constanza, a su hijo Juan Antonio Álvarez, y Loreto, a su hijo Guillermo Ovalle. Ninguno de los 15 nietos de José Said trabaja en las empresas del grupo. El consejo de Cabildo, formado por abuelos, hijos y nietos, era una de las grandes satisfacciones de Said Saffie, cuenta una persona que lo escuchó relatar con orgullo que se reunían inalterablemente todos los meses. El patriarca también decía otra cosa: no somos una empresa familiar, somos una familia empresaria.
Ese consejo adoptará otra figura cuando se supriman las series A y B de acciones: será reemplazado por un directorio que se regirá por la Ley de Sociedades Anónimas y tendrá cinco miembros titulares y cinco suplentes. Pero, otra vez, solo podrán serlo Salvador, Isabel, Constanza y Loreto Said Somavía, “y sus respectivos descendientes”. Así, siempre habrá al menos dos generaciones familiares al mando de los negocios. Hoy ningún integrante de la segunda y tercera generación está en las empresas y si quisieran hacerlo, deberán cumplir estrictas condiciones establecidas en un protocolo familiar. Hay un solo pariente en cargos ejecutivos: Juan Antonio Álvarez Avendaño, esposo de Constanza Said, vicepresidente ejecutivo de Parque Arauco.
En Cabildo, la posición más relevante es la de vicepresidente ejecutivo del holding. Según los estatutos, quien tenga ese cargo “será el representante de la familia Said Somavía en las sociedades filiales y coligadas del grupo empresarial familiar, tales como Embotelladora Andina, Parque Arauco y Banco BBVA (hoy Scotiabank Chile) y tendrá derecho a integrar los directorios de esas compañías y de las demás sociedades que las sucedan, se incorporen o se constituyan”. El artículo cuarto transitorio de los estatutos de Cabildo SpA deja ese cargo en manos de Salvador Said Somavía. Y aunque aquello se formalizó en 2017, en los hechos era así desde mucho antes.
Cabildo tiene además dos ejecutivos claves externos: el abogado Francisco Riveros, representante legal de Cabildo, y el ingeniero comercial Rodrigo Muñoz, gerente general desde hace más de veinte años de los holdings de la familia, como Inversiones Caburga e Inversiones del Pacífico (Idelpa). En esta última, también accionista de Scotiabank y Edelpa, el grupo comparte propiedad con dos históricos socios de Said Saffie, el empresario Orlando Sáenz y la familia Eluchans. Fue ese vehículo el que empleó el grupo para invertir en la salud, fundando en 2009, expandiendo y finalmente vendiendo cinco años después el holding Cruz Blanca a la inglesa Bupa, en una operación por más de US$ 600 millones. Un negocio que Salvador Said comandó y dirigió.
El grupo tiene otros intereses no abiertos a Bolsa. Idelpa participa en Punta Piqueros, un hasta ahora frustrado proyecto hotelero en Concón, y en la eléctrica Energía Llaima. Cabildo SpA es dueña del 5,29% del club de fútbol Palestino. Y los cuatro hermanos Said Somavía participan en la Reserva de Llancay, una productora de aceite de oliva donde son socios en partes iguales de Alberto Kassis.
La gran amenaza de las empresas familiares que cambian de generación es su dispersión accionaria y la aparición de diferencias entre sus nuevos integrantes. Como otros grupos, los Said tienen algunos resguardos: cualquier diferencia en Cabildo SpA debe ser resuelta por las partes en cuatro meses y, si no hay acuerdo, por un amigable componedor, primero, o por un árbitro mixto, luego. Otro tipo de resguardos no están en los estatutos de la sociedad, sino en el pacto de accionistas y en un protocolo familiar que los hermanos firmaron en julio de 2017, que regula asuntos como funciones y quórum para adoptar acuerdos y, tan importante como aquello, la eventual venta de acciones de algunos de los socios de Cabildo. Todo está armado para que, según pretendió José Said, el grupo permaneciera unido y se proyectara en el futuro, sostiene alguien que lo escuchó decirlo. Eso también señalan las reglas de la casa común. Ahora se verá cómo se aplican. Sin José Said Saffie.