Tres académicos de universidades de EE.UU.,muy conocidos por economistas chilenos, fueron los que este lunes se quedaron con el Premio Nobel de Economía 2021. Se trata del canadiense David Card, de la Universidad de California Berkeley; el estadounidense Joshua Angrist, del Massachusetts Institute of Technology (MIT); y el neerlandés Guido Imbens, de la Universidad de Stanford.
Los profesionales nacionales que han compartido con ellos, recuerdan varias anécdotas y vivencias, sobre todo en instancias académicas. Así por ejemplo, Gastón Illanes, profesor asistente de Economía en Northwestern University, conoció a “Josh” Angrist, como le llaman, en su primer año de doctorado, pues tomó su curso de Economía Laboral. “Es un profesor muy intenso, que va haciendo preguntas directas a cada estudiante”, comenta Illanes.
Y recuerda que “la primera semana de clases contesté una pregunta mal y me dijo: ´Hay al menos tres cosas incorrectas en esa respuesta´. Me quería morir de vergüenza. A partir de ese momento, me tuvo totalmente concentrado en cada instante de todas sus clases. Sin duda logra sacar el mayor esfuerzo posible de cada uno de sus estudiantes”.
Sobre la trayectoria de Angrist, Illanes cuenta que “Josh es un pionero en el uso de experimentos naturales para estimar relaciones causales en economía. En un experimento estándar, un grupo investigador divide a una muestra en grupos tratamiento y control. En un experimento natural, alguna casualidad hizo esa división”.
Y lo ejemplifica así: “Josh ha usado las loterías utilizadas en el sistema de admisión de los colegios de Boston para estudiar si ingresar a un colegio u otro afecta los resultados de pruebas estandarizadas, la admisión a la universidad, o los ingresos laborales futuros. Utilizar los resultados de la lotería permite comparar entre colegios sin contaminar la comparación por efectos de selección o por diferencias no observables en la población de alumnos que sirven. Josh lleva décadas empujando a la profesión a depender más de experimentos naturales, o derechamente de experimentos diseñados por investigadores. En el proceso, ha transformado profundamente el trabajo empírico en economía”.
También es reciente exalumno de Angrist el chileno Ryan Cooper, coordinador de Política Experimental de la Dirección de Presupuestos, pues en 2020 inició un Máster de Administración Pública (MC/MPA) en Harvard, que por la pandemia tuvo que hacerlo online, y que le permitió tomar el curso de Angrist en el MIT como electivo.
“Creo que la genialidad del curso del profesor Angrist está en la armoniosa forma de combinar los elementos formales y matemáticos con la aplicación a problemas económicos y sociales de la vida real. Además, destaca su estilo cercano y apasionado, con un enfoque en que el alumno entienda el potencial valor de la inferencia causal en la sociedad”, explica Cooper.
En esa línea, comenta que “Angrist no solo enseña bien, sino que se toma el tiempo de preparar espectaculares y animados videos cortos para explicar los distintos conceptos del curso”.
A modo de anécdota, Cooper relata que Josh “empezaba todas las clases con música de rock con algún tema relacionado a la materia de ese día”. Además, recuerda que el último día de clases se puso unas diez pelucas diferentes de rock pesado.
Sobre el galardón que recibió, Cooper dice que”era obvio que Angrist debía ganarse el Nobel de Economía, considerando la escasez de evidencia científica respecto a las políticas económicas y sociales que funcionan y no en el mundo hoy, y por su tremenda contribución a la ciencia social de manera directa a través de sus aportes académicos, y de manera indirecta al influir en las carreras profesionales y académicas de cientos de personas como yo, que motivados por su trabajo y ejemplo hemos direccionado nuestras trayectorias de vida hacia la aplicación de la inferencia causal a las políticas públicas”.
Cooper cree que tal vez el ejemplo más notable de inspiración “es Esther Duflo, quien fue alumna de Angrist en el doctorado y quien también ganó el Nobel de Economía en el año 2019, por su contribución a la lucha contra la pobreza a través de la aplicación del método experimental”.
Imbens y Card
Nano Barahona, nueva contratación de Berkeley como profesor asistente, conoce a dos de los Nobel de Economía 2021: Guido Imbens fue su profesor en Stanford, tanto en su primer como segundo año de doctorado; mientras que David Card es el chair del Departamento de Economía en UC Berkeley, y de hecho fue la persona que lo contactó para hacerle la oferta laboral en dicha universidad.
Barahona comenta que “la verdad es que me pone muy contento el Premio Nobel de Economía de este año. Los tres académicos generaron un verdadero cambio de paradigma en la forma de hacer economía, poniendo a los datos en primera línea y haciendo énfasis en el uso de inferencia causal creíble para la evaluación de importantes políticas públicas”.
Sobre Card, con quien trabaja en la misma universidad, dice que “durante mis meses acá ha sido muy simpático y colaborador y ha estado siempre disponible para ayudarme, a pesar de tener obviamente una agenda muy ocupada. Economistas como ellos son verdaderos modelos a seguir para nosotros los más jóvenes”.
Por su parte, Alex Solís, affiliated researcher en MISUM, Escuela de Economía de Estocolmo, cree que “David Card no sólo ha contribuido extraordinariamente a la literatura económica, mejorando nuestro entendimiento sobre efectos de los salarios mínimos y los efectos de la migración en las economías locales, en otras cosas. Además, David Card es una persona de alta calidad humana, siempre dispuesta a ayudar a la profesión y a su entorno”.
A modo de ejemplo, Solís cuenta que “David fue elegido por seis años consecutivos como el mejor supervisor de tesis por los alumnos de doctorado. Elegido por sus pares como el mejor profesor, dispuesto a enseñar en cursos de pregrado que nadie quería tomar. Siempre dispuesto a ayudar, incluso cuando nadie se lo pedía”.