“Dejen el miedo que Latam ya pasó lo más difícil y se acogió al capítulo 11 por estrategia”, escribió el 20 de agosto el usuario identificado como William Osses en un foro alojado en la página web Investing.Com. Un día antes, otro usuario, identificado como Denver Dinosaurio, resumió sus reflexiones así: “Si quieren comprar acciones de una industria que cambiará para SIEMPRE, mejor compre la nueva Latam que saldrá post chapter 11. Comprar o tener acciones ahora es botar su dinero a la basura”. Son las dos posiciones que se identifican en ese chat: unos llamando a invertir y comprar, promocionando una acción que, prometen, tiene potencial; otros recomendando alejarse lo más posible de una empresa que está en la unidad de tratamientos intensivos de un tribunal de quiebras en Estados Unidos. Entre los corredores chilenos, la recomendación se parece más a este último diagnóstico. Si el rendimiento de una acción equivale a los dividendos que generen sus negocios o un futuro precio de venta, muchos analistas creen que no hay cómo calcular hoy un valor objetivo para Latam. Razones hay varias, pero todas coinciden en un punto: la dilución de la propiedad.
La empresa se acogió al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos el 26 de mayo, consiguió suspender el pago de sus deudas y ahora busca recursos para mantener sus operaciones. Para esto último, sus actuales accionistas principales -Cueto y Qatar- comprometieron US$ 900 millones bajo el formato de un DIP (Deudor en Posesión) y quieren convertir esos dineros en nuevas acciones a futuro. A ello se suma una negociación pendiente que podría permitir a los acreedores pre Covid convertir parte de sus deudas por acciones futuras. Los dos procesos darán lugar a millonarias emisiones de acciones que diluirán los 660 millones de títulos actuales. En procesos anteriores de Chapter 11, la tónica ha sido esa: quienes tenían acciones quedaron disminuidos al mínimo y perdieron casi todo en esa recomposición accionaria.
“Estimar hoy cuánto va a ser esa dilución es muy difícil, porque necesitas saber decisiones que va a tomar el juez que hoy no se conocen y también necesitas saber acuerdos que se van a lograr con los actuales acreedores que tampoco es posible conocerlos y las opciones son infinitas”, dice Andrés Cereceda, head of equity research de Credicorp Capital Chile. También es difícil, agrega, predecir cómo será la recuperación de la industria aeronáutica. “Eso nos hace pensar que hoy por hoy la acción se mueve netamente por especulación”, agrega Cereceda. Otros han usado palabras más rudas y han comparado la inversión en Latam con una apuesta en el casino. “No vemos conveniente calcular un precio objetivo en estas condiciones, debido a que la compañía está en un proceso de reestructuración y no se tiene noción aún del valor de deuda que podría tener al salir del Capítulo 11”, sostiene Antonio Ross, analista de BCI Corredores de Bolsa.
Hay algunas teorías en juego para las transacciones. Una, la compra permitiría a los accionistas nuevos participar eventualmente en el mismo DIP que presentaron los Cueto y Qatar, obteniendo una rentabilidad futura, pero para ello deberán aportar más recursos. “Es un derecho de llave muy caro. No dan los números”, opina un inversor de la plaza. Dos, el valor residual de la acción una vez que Latam recupere el vuelo y salga del Capítulo 11, en 18 meses más. Tres, que algún accionista tenga interés político en las decisiones futuras de la firma y que requieren altos quórum.
El año 2020 la acción de Latam partió con un precio de $ 7.800. El día después del Chapter 11, el 26 de mayo, descendió al sótano: $ 711. Este viernes, cerró en $ 1.300 por acción, pero transó poco más de US$ 1 millón.
¿Puede hacer algo el regulador con este espiral de movimientos? Poco y nada, coinciden analistas. Solo exigir que toda la información disponible relativa a un emisor esté efectivamente a disposición de todos. Y la Comisión para el Mercado Financiero dictaminó esta semana que ello sí ha ocurrido.
Una empresa más atomizada
Latam tiene 660 millones de acciones y desde el 26 de mayo se han transado, según los registros de la agencia Bloomberg, más de 400 millones de acciones, en unos US$ 640 millones. El equivalente a casi dos tercios de la propiedad. Pero como ni Cueto (21,46%), ni Qatar (10%) ni Delta (20%) han vendido, aquella cifra significa que ha habido mucha compra y reventa de los mismos títulos. Muchos inversionistas entrando y saliendo, generando ganancias de ocasión. El problema, creen muchos, será quien se queda al final con esas acciones.
Los movimientos post Capítulo 11 han sido protagonizados por accionistas minoritarios. Las AFP, que al cierre de 2019 tenían el 15%, vendieron más de la mitad de sus títulos después del 26 de mayo y hoy tendrían poco más del 6%. Liquidaron, dice un accionista de Latam, para rescatar algo de su inversión, en los días siguientes al 26 de mayo. Y lo hicieron fuera de Chile, antes de que se dejara de cotizar la acción en Estados Unidos. El New York Stock Exchange (Nyse) deslistó las acciones de Latam el 9 de junio, pero sus títulos se siguen transando en ese país en los mercados extrabursátiles OTC (Over The Counter). Muchas de las transacciones de los últimos tres meses tienen su origen en Estados Unidos y, según varios inversionistas, han sido impulsadas por plataformas masivas de compraventa de acciones como Robinhood, una aplicación que hoy vale más de US$ 10 mil millones. Las compras y ventas convirtieron a Latam en una de las más transadas. En junio fue la segunda en volumen.
En sus balances reportados esta semana, Latam reflejó cómo los eventos de los últimos meses modificaron su estructura accionaria. Si en marzo Latam tenía 1.437 accionistas, al cierre de junio subieron a 3.147 en los registros de la empresa. Y si en marzo los ADR (American Depositary Receipt), que tienen una equivalencia de uno a uno con las acciones de Latam, eran el 3,89% de la propiedad, tres meses después ya eran casi el 10%. “La propiedad se ha atomizado”, sostiene un socio de Latam. Una empresa técnicamente en cesación de pagos y sin controlador a la vista, que llegó a valer US$ 12 mil millones y que el viernes tenía una capitalización bursátil de exactos US$ 1.000 millones.