Dicen que Richard von Appen Lahres casi no usó, durante dos años, el estacionamiento que le correspondía como presidente de la Sofofa, en el edificio del gremio en la avenida Andrés Bello. Siempre, o casi siempre, utilizó otro que tiene a menos de 300 metros de ahí, en el Bosque Norte, donde está la casa matriz del grupo portuario Ultramar. Desde mayo de 2021, cuando reemplazó a Bernardo Larraín en la presidencia, hasta este miércoles, cuando se ratificó a Rosario Navarro como su sucesora hasta 2025, Von Appen transitó entre uno y otro lugar y mantuvo dos presidencias. La de la Sofofa, que le consumió la mayor parte de su tiempo, y la de Inversiones Ultramar, la matriz del holding familiar que conduce y que se escindió en parte hace cinco años de los negocios de la otra rama de los Von Appen, que encabezan sus primos Dag y Per von Appen Burose.
Su última semana en la Sofofa fue emotiva. El miércoles dio un discurso final ante elconsejo general, en el que se quebró. Fue acompañado por su esposa y sus hijos. En estos días recibió regalos, homenajes y protagonizó cenas con consejeros, a quienes invitó a la parcela de su padre, Wolf von Appen, el jueves. Ahora se prepara para viajar al extranjero con su esposa y volver repuesto, tras dos intensos años, a redefinir su nueva etapa. Está pensando sus próximos pasos, le dijo a un consejero del gremio. El ingeniero comercial de la Universidad Católica dedicó doce años a la agrupación de los industriales como consejero y esta semana quedó huérfano de la actividad gremial. Por estatutos, no podía seguir integrando el cuerpo colegiado de 60 consejeros electos.
Su futuro no está del todo claro, salvo una cosa: destinar más tiempo a los negocios familiares que no abandonó del todo en estos dos años. Von Appen dejó algunos directorios, pero se mantuvo en otros. No salió del más importante de ellos, el holding que mira todo desde arriba, y delegó funciones en los ejecutivos de sus empresas. “Delegar es un arte y él lo hizo”, dice alguien que trabaja con él y que reconoce que un cargo como el mando de la Sofofa es absorbente y estresante. En estos dos años, dejó de hacer algo que hacía con frecuencia: visitar las operaciones del grupo, hoy presente en 16 países, en los dos hemisferios de América. Cercanos al empresario creen que volverá a visitar las instalaciones de Ultramar.
Otro asunto le quedó dando vueltas de su paso por la Sofofa: su interés por aportar a las políticas públicas, aunque no necesariamente en una primera línea. El lugar, el tiempo y la modalidad para ello lo definirá tras volver del extranjero, aunque por ahora tiene otras dos posiciones disponibles.
La primera es su participación en el comité directivo del Centro de Estudios Públicos (CEP), un órgano colegiado de 22 personas en las que están representados los grandes aportantes del centro y en el que comparte con Heike Paulmann, Jean Paul Luksic y Luis Enrique Yarur, entre otros. Ese comité se reúne tres veces al año y durante su paso por la Sofofa no dejó de asistir, cuentan en el influyente think tank. Inversiones Volcán Choshuenco S.A., una sociedad de la familia, estuvo en 2022 entre los mayores donantes al CEP, en el tramo de entre 1.000 y 4.000 UF, junto al Banco Santander, BCI, CMPC, Arauco y Los Pelambres, entre otras.
El otro lugar de influencia que recientemente sumó a su agenda es la Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos (Usec), a cuyo consejo general Von Appen se incorporó a mediados de mayo, poco antes de dejar la Sofofa.
Uno de los intereses del ingeniero ha sido la educación: la familia tiene la fundación Choshuenco, que dirige su hermana Beatriz, y a ella el expresidente de la Sofofa podría dedicar algo más de tiempo. La tercera hermana, la mayor del clan, es Marion y vive en Estados Unidos.
Dos grupos en uno
La fortuna de los Von Appen se forjó en el mar y en las costas. El grupo fue fundado en 1952 por Albert von Appen, quien tuvo dos hijos: Sven y Wolf. El primero, ya fallecido, tuvo cuatro hijos, mientras el segundo, cuatro. Los dos cedieron sus posiciones a dos de sus hijos hace casi dos décadas. Dag von Appen Burose, hijo de Sven, asumió en 2002 el mando de los negocios marítimos del grupo. Richard, hijo de Wolf, dirige los negocios portuarios desde 2005. Fue una división de funciones que seguía la tradición paterna y que derivó a fines de 2017 en una reestructuración societaria. “Sinceraron jurídicamente lo que funcionaba en la realidad”, dice un profesional que conoció el reordenamiento. Si hasta 2017 los reportes de sostenibilidad del grupo presentaban los negocios como parte de un mismo holding, a partir de 2018, ese informe solo incluyó las cifras y negocios de la rama de los Von Appen Lahres: Ultramar. Ese año, los Von Appen Burose asumieron la naviera Ultranav y los remolcadores de Ultratug. Fuera de todo aquello están Bosques Cautín y la viña Terranoble, negocios de Wolf von Appen en los que su hijo Richard interviene poco.
La reorganización societaria de Ultramar nunca fue explicada en detalle porque las empresas del grupo son sociedades cerradas que no reportan balances públicos. Pero las escrituras societarias de esos años, y las actuales, ilustran cómo fue la reestructuración: en términos prácticos, cada rama quedó con el control de gestión y la mayoría accionaria de dos grupos de empresas. Un cercano lo resume así: los negocios costa adentro quedaron en manos de los tres hermanos Von Appen Lahres, mientras los negocios desde la costa hacia afuera son controlados por los cuatro Von Appen Burose. Pero los siete primos siguen juntos: las dos ramas tienen participaciones cruzadas en los dos holdings, con participaciones minoritarias en los que la respectiva contraparte es la mayoritaria. Aquello se refleja también en los directorios de las empresas donde son socios.
Aunque la historia de las sociedades es compleja, con numerosos y enredosos cambios en la última década, diversos registros apuntan a una relación cercana al 80% y 20%, confirma una persona que conoce en detalle el grupo. Otra fuente matiza: la distribución es más compleja que eso, las participaciones varían, pero efectivamente unos Von Appen controlan los servicios en tierra, y los otros, los barcos en el mar.
Un par de ejemplos. Reportes entregados en Estados Unido precisan que en empresas ligadas al grupo Ultranav, los hermanos Dag, Per, Birgit y Sylvia von Appen Burose tienen el 20% cada uno, sumando en conjunto el 80%. Aquello aplica para Ultranav International y Ultranav Denmark, sociedad danesa donde el grupo tiene una de sus sedes. Ultranav selló un negocio relevante en 2021: fusionó las operaciones de Ultragas, una naviera especializada en transporte de gas que tenía 18 buques, con la internacional Navigator. Los Von Appen pasaron a ser dueños del 28% de Navigator, según un informe a la Securities & Exchange Commission (SEC), y Dag, quien tiene ciudadanía chilena y alemana, ingresó a su directorio, donde hasta ahora sigue. La unión creó entonces un gigante de 52 naves.
En el caso de Ultramar, el último reporte de sostenibilidad de 2021 informaba que el grupo era controlado por Marítima Choshuenco, sociedad que sufrió una modificación en marzo de 2023: cambió su nombre al interminable Servicios Marítimos Inversiones Panguipulli Sociedad Anónima en Comandita por Acciones y en ella una sociedad ligada a los Von Appen Burose, Inversiones Fausto, reportaba el 20% del capital, el que totalizaba US$ 332 millones. Otro 60% está en otra sociedad de inversiones de nombre Panguipulli y un 20% seguía en un instrumento que ha ido cambiando de nombre desde que los hermanos Sven y Wolg la crearon en 1990: Inversiones Dos Volcanes Limitada CPA. Esta última, sin embargo, tenía un 40% y en marzo asignó a los Von Appen Burose la mitad de esa participación.
En los directorios de las matrices de ambas ramas se refleja una proporción similar. Dag von Appen es uno de los seis directores que integra la empresa que preside su primo Richard. Y la rama de Richard designa a uno de los cinco directores de la naviera Ultranav: al también presidente de Credicorp Capital Chile, Guillermo Tagle. Ultranav, eso sí, cambió a su chairman: ya no es Dag, sino su hermano menor, Per.
El último reporte en conjunto de los von Appen, de 2017, incluía un mensaje que decía así: “Grupo Ultramar hoy no sólo aporta al desarrollo de las economías locales y del comercio exterior, sino que también a través de la operación de sus 55 unidades de negocio creamos empleo, generamos oportunidades de desarrollo, promovemos la innovación, articulamos proyectos e impulsamos obras sociales que, en definitiva, esperamos cambien la calidad de vida de miles de personas”. El documento se llamaba Carta de los Presidentes. La firmaban en conjunto los primos Dag y Richard.
El grupo Von Appen Lahres
El negocio en tierra se agrupa en Inversiones Ultramar. En 2021, el grupo completo facturó US$ 872 millones, una cifra que se proviene de sus tres líneas de negocio. La mayor en ingresos es el agenciamiento y soluciones integradas para navieras, agrupado en DAIS. Está presente en 15 países, desde Canadá a Chile, sumó ingresos por US$ 364 millones y tenía el 22,1% de los 12.841 trabajadores del todo el grupo ese año.
La segunda es Kaptan, con una facturación de US$ 254 millones y operaciones en seis países (Canadá, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay). Su negocio es el transporte de carga suelta y en contenedores, servicios a la carga, almacenaje y mantenimiento, entre varias otras funciones.
La última es Neltume Ports, la filial portuaria en la que el grupo Von Appen tiene el 60% y la canadiense ATCO posee el restante 40%. Las cifras son reservadas, ya que es una sociedad cerrada, pero ATCO divulga balances en el extranjero: el negocio portuario dejó utilidades por US$ 27 millones en 2022. Y US$ 24 millones en 2021. La división tiene puertos en cinco países -en Chile controla el terminal TPS en Valparaíso, el puerto de Coquimbo y participa en los de Arica, Mejillones, Coronel y Angamos- y aporta el 55% de los trabajadores de todo el grupo. En total, esa área sumaba 55 sindicatos en todas sus operaciones.
Arriba de todos estos negocios está Inversiones Ultramar, el holding que preside Richard von Appen y a la que sumó directores externos tras la reestructuración de 2018. Está su primo Dag, en representación de su familia, pero también otros cuatro profesionales: el abogado Felipe Vial, asesor histórico de los Von Appen; Alejandra Mehech, ingeniera comercial UC que es directora también de la aseguradora Zurich y el Hogar de Cristo, además de consejera de Sofofa; y un experto en asuntos financieros que el controlador quiso: Guillermo Tagle. La mesa la completa otro especialista en finanzas: el expresidente del Banco Santander, Mauricio Larraín, quien estaba de antes, cuando los Von Appen seguían juntos.
Ese directorio se reúne una vez al mes y Von Appen asistió regularmente en su tiempo en la Sofofa. “Hizo las dos pegas y las dos cosas anduvieron bien”, concluye un integrante del grupo. “Logró llegar a puerto”, comenta jugando sin querer con el giro del grupo Ultramar.
La estructura del conglomerado hizo viable ese doble rol de Von Appen durante estos dos años. El holding no tiene un gerente general como otros que desarrollan varios negocios -como Quiñenco, del grupo Luksic, por ejemplo- y Von Appen oficia como un director ejecutivo. Ultramar sumaba a nivel corporativo 73 personas al cierre de 2021: un 0,6% del grupo. Y está domiciliado en el mismo edificio donde tienen dirección las empresas de los primos Von Appen Burose.
Pero el fuerte de Ultramar está en las operaciones: suma cerca de 30 empresas y cada una tiene directorios y management separados. “Son líneas de negocio que agrupan empresas en el mismo rubro, pero sin una gestión centralizada”, dice una persona cercana al grupo. “Es un ejemplo bien peculiar de descentralización”, opina. En 2021, el grupo sumaba 65 ejecutivos y directores y 292 gerentes a nivel consolidado.
A ese grupo gigante, creen sus colaboradores, Richard von Appen Lahres le dedicará ahora, ya sin la Sofofa a sus espaldas, más tiempo. Pero no todo su tiempo.