Un inquieto y mediático Donald Trump dejó en claro en sus dos semanas inaugurales al mando del Estados Unidos que la provocación y la osadía marcarán su nuevo período en la Casa Blanca. “La edad de oro de Estados Unidos comienza ahora mismo”, dijo el mandatario en su discurso inaugural del pasado 21 de enero, en lo que fue un preludio de una serie de agresivas medidas que han impactado con fuerza los mercados en Wall Street y el mundo, y generaron conflictos diplomáticos con diversos países.
En su primer día en la Casa Blanca como el 47º presidente de Estados Unidos firmó una avalancha de órdenes ejecutivas en materias como inmigración, cambio climático y diversidad. Pero iría por más. Cumpliendo con una de sus promesas de campaña, Trump anunció un aumento de aranceles del 25% contra México y Canadá, a menos que ambos países vecinos mejoren su colaboración con EE.UU. para luchar contra la inmigración irregular y la entrada de fentanilo.
Solo unos días después, el republicano anunció la imposición de aranceles del 25% a Colombia luego de que el país sudamericano no permitiera aterrizar a dos vuelos de repatriación de migrantes indocumentados. Si bien en un inicio el presidente colombiano Gustavo Petro respondió con represalias arancelarias en contra de Estados Unidos, finalmente el mandatario sudamericano tuvo que ceder.
Sin embargo, los aranceles que pretende establecer Trump a la producción extranjera de chips y semiconductores también podrían extenderse a productos como el acero, el aluminio y el cobre, el principal producto de exportación de Chile, algo que deslizó el propio Trump esta semana. Es por ello que el gobierno chileno anunció la conformación de un grupo de trabajo entre Cancillería y Hacienda para analizar los potenciales impactos de la eventual medida proteccionista.
Esta última amenaza corona una serie de riesgos para Chile que derivan de lo será la segunda administración del mandatario republicano en la Casa Blanca.
Con todo, la versión 2.0 del triunfador de los comicios de noviembre pasado incluyen también una serie de promesas económicas que alientan a los mercados y que pueden ser un contrapeso a las medidas proteccionistas anunciadas: recorte de impuestos corporativos desde el actual 21% al 15% y una “motosierra” a las regulaciones de la economía, entre otras.
“Cabe recordar que la administración viene con la experiencia acumulada del primer período, sumado al hecho que se cuenta con una mayoría en ambas cámaras del Congreso. Ahora, si bien ya se han concretado medidas administrativas, especialmente en el ámbito migratorio, los anuncios de aranceles aún no se han materializado y persisten dudas si es que estos eventualmente se concretarán o se están utilizando como una herramienta negociadora”, cree el economista jefe de Itaú para América Latina, Andrés Pérez.
El experto cree que la menor aversión al riesgo y el relativo mejor desempeño de los mercados en este periodo inicial puede deberse a la expectativa de que el desempeño sobresaliente de la economía de EE.UU. perdure. “En particular, la agenda que busca darle mayor eficiencia al gasto público, simplificar el ámbito regulatorio, y facilitar la inversión puede traer importantes lecciones para varias economías de la región”, añade Pérez, quien cree que el mundo y Chile deberán acostumbrarse a mayores niveles de incertidumbre.
Las amenazas para Chile
El economista jefe del BCI, Sergio Lehmann, coincide en que la incertidumbre será un factor dominante para los próximos años para Chile, y también cree que los mayores riesgos para el país apuntan a un mundo con mayores niveles de inflación y menor crecimiento, fruto de las medidas proteccionistas de Trump y eventuales políticas más expansivas del gasto público. Con todo, apuesta a un Trump más moderado respecto del tono adoptado por el republicano en la campaña.
“No hay duda de que el escenario externo está más incierto. Tengo dudas sobre qué es lo que va a hacer Trump, pero mi lectura inicial es que debería predominar un Trump más moderado. Muchas de estas cosas (amenazas arancelarias a países) en buena parte son herramientas de negociación, como fueron también en su primer mandato”, sostiene Lehmann, quien cree que el efecto inflacionario que pudieran generar alzas de aranceles a productos en EE.UU. es un disuasivo para que la administración Trump evite este tipo de medidas.
“Parte de su mensaje cuando fue electo tuvo que ver con los incrementos de precios acumulados en los últimos años, que han incrementado de manera importante el costo de vida americana (...) Las medidas que ha anunciado tendrían un efecto inflacionario, tendrían un costo desde el punto de vista del poder adquisitivo de las familias americanas”, alerta el economista.
Bajo este escenario, estima que la posibilidad de que EE.UU. implemente mayores aranceles a productos como el cobre son lejanos y afirma que el Tratado de Libre Comercio que Chile tiene con el país norteamericano sirve también como un factor de protección ante la implementación de una medida de este tipo.
“Existe una probabilidad cercana a cero, muy baja, de que este anuncio se lleve a cabo de una forma que afecte significativamente las exportaciones de cobre de Chile”, opina, a su vez, Javier Mella, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, quien sostiene también que Trump buscará una agenda focalizada en el crecimiento económico.
“También (Trump) se observa a sí mismo como un gran negociador. Entonces, algunos anuncios son más bien formas de negociar mejores acuerdos, pero para que sus posiciones sean creíbles, al menos algunas se van a cumplir, por ejemplo, lo que observamos con el anuncio de alza de aranceles a Colombia, que rápidamente llevó a un acuerdo entre ambas naciones”, precisa Mella.
Con algunos matices, Andrés Pérez de Itaú cree que la amenaza de mayores aranceles, y su eventual materialización, podrían gatillar un escenario de riesgo para Chile, con el consiguiente deterioro de las perspectivas de crecimiento de nuestros principales socios comerciales, y menores precio del metal rojo.
“Un arancel específico sobre el cobre en EE.UU. va en la misma línea, aunque parece poco probable de implementarse. Para Chile, este escenario reafirma la importancia de ser especialmente cauteloso en las proyecciones de ingreso y gasto en las finanzas públicas”, añade Pérez.
Sin embargo, el economista también ve oportunidades. “Desde el punto de vista de Chile, una economía pequeña, abierta, y financieramente integrada, surgen oportunidades y desafíos relevantes. Nos podríamos beneficiar de un impulso externo aún mejor, con mayor demanda por nuestros bienes y servicios por parte de Estados Unidos. Sin embargo, ese escenario seguramente estaría acompañado de condiciones financieras restrictivas por más tiempo”, precisa.
Natalia Aránguiz, gerenta de Estudios de Aurea Group, también minimiza los escenarios más catastróficos para la administración Trump y coincide en que las eventuales alzas de aranceles serán usadas como arma negociadora de tratados relevante de interés del mandatario republicano.
“No olvidemos que el presidente Trump es un hombre de negocios, astuto y pragmático, y sabe muy bien que su ascenso al poder se debió en gran medida a la preocupación ciudadana por el desempeño económico y la inflación, por lo que es razonable suponer que evitará políticas que produzcan un aumento rápido, sistemático y generalizado en los precios. Ergo, los temas arancelarios serán una herramienta de negociación y utilizados principalmente para doblegar a sus adversarios. También podrían ser utilizados en casos muy puntuales, por ejemplo, en sectores vistosos -en términos de marketing y publicidad- para el votante trumpista, pero que, en términos pragmáticos, no son verdaderos catalizadores inflacionarios”, argumenta Aránguiz, quien descarta una “catástrofe” para Chile de aplicarse mayores aranceles al cobre, y sostiene que la demanda del metal por parte de China es clave en un escenario de alza de aranceles al metal rojo.
De acuerdo a cifras oficiales, Estados Unidos concentró el 11,3% de las exportaciones de cobre del país durante 2024, mientras que China representó el 53% del total.
“Dado el perfil empresarial y pragmático del presidente, es de esperar que su administración adopte políticas económicas prudentes. Si bien es probable que se observen posturas más agresivas en el discurso público, con el objetivo de movilizar a su base electoral, es poco probable que se implementen medidas que puedan generar un daño significativo a la economía global, y menos aún a la estadounidense. La preservación de la salud económica nacional es, en última instancia, la razón por la que ganó las elecciones”, concluye la economista de Aurea Group.