Fue el más votado de los 52 candidatos a consejero de la Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa. Luis Felipe Gazitúa, quien preside desde hace cinco años Empresas CMPC, el negocio principal del grupo Matte, logró 122 votos y fue la primera mayoría en la renovación de 30 consejeros del gremio. Para Gazitúa, esa votación es un reconocimiento de sus pares a la empresa que dirige y no lo sitúa, dice, en una posición de privilegio. Como los directores electos en las sociedades anónimas, compara, un consejero representa a todos los electores y no a quien lo postula. “El consejero más votado, el día que asume es un consejero igual que el resto”, resume.

Tampoco su primera mayoría lo anima a competir por la presidencia, puesto para el que hasta ahora el candidato único es Richard von Appen. “Mi compromiso y mi dedicación está con CMPC, con las más de 20 mil personas que trabajan ahí, con el directorio que me ha apoyado estos años y los accionistas que me eligieron, por lo que no tengo ninguna intención de presentarme”.

El histórico ejecutivo del grupo Matte -fue por años gerente general de Forestal O’Higgins, la matriz de los negocios del clan- destaca el alto número de candidatos, el 100% de votación y el aumento, aún insuficiente, dice, de las mujeres en el consejo electivo de 60 integrantes, que hoy tienen el 23%. “Todo eso da cuenta de un gremio con mucha gente participando”.

¿Y es bueno que haya más ejecutivos que dueños de empresas en el Consejo?

-Yo en eso no hago diferencia. Habemos muchos consejeros que somos ejecutivos que, en otra parte de nuestro quehacer, somos emprendedores o empresarios. El presidente actual es un empresario, el que probablemente será su sucesor también es un empresario, pero a la vez ellos son o han sido ejecutivos de sus compañías. Por último, en el mundo de hoy se espera que los ejecutivos sean verdaderos emprendedores en las compañías.

¿Usted apoya la elección de Richard von Appen?

-Primero, uno tiene que valorar que haya gente que esté dispuesta, en los tiempos que corren, a comprometerse en actividades gremiales que implican representación de terceras personas. Lo digo también por toda la gente: candidatos a diputados, senadores, constituyentes, porque creo que es valioso que haya gente que esté dispuesta a exponerse públicamente y a trabajar por otros en los tiempos que corren.

Valora su disposición, pero ¿usted apoya su elección?

-Sí, yo estoy en la línea de que él sea elegido presidente.

¿No preferiría una elección competitiva?

-Él ha dicho eso y sería mejor. Si surge un candidato alternativo uno tendrá que evaluar. Él ha dicho claramente que le encantaría ser elegido, pero no ha habido otra persona que se presente y la opción todavía existe.

¿Qué faltó a la gestión de Bernardo Larraín?

-Si le pregunto a él, probablemente tiempo. Hay un reconocimiento bien transversal a que él ha sido un presidente 24/7. Las pruebas al canto: cuando hace dos años se tuvo que reelegir, sacó una votación espectacular como consejero y después fue reelegido unánimemente como presidente. Ha dedicado mucho tiempo a relevar la importancia de la actividad privada en el mundo público y a hacer ver las cosas que al mundo de la empresa le importan.

¿Cuál debe ser la prioridad de la Sofofa en un año como este?

-Más que de la Sofofa, uno debiera hablar de las prioridades del mundo privado. La primera, la pandemia no ha terminado y tenemos una necesidad de seguir cuidando a nuestra gente y mantener al aparato productivo funcionando. La segunda cosa es que, a propósito de eso, vamos a salir de esta realidad más pobres. Tiendo a pensar que no somos capaces de ver todavía la magnitud del impacto, porque la actividad económica se está moviendo ya que ha habido mucha inyección de recursos para que la gente pueda subsistir. Probablemente para 2022 esos recursos se habrán consumido y tendremos un desafío como país muy importante. Desde el mundo privado hay que convencer a las autoridades y a la opinión pública de la necesidad de crecimiento y el impulso a la inversión para otorgar empleo y desarrollo.

¿Y la nueva Constitución?

-Y el tercer desafío es que entraremos en un proceso de elaboración de una nueva Constitución que pretende generar un consenso sobre nuestro modelo de desarrollo. Nosotros no somos un actor político, no somos constituyentes electos, pero las empresas tenemos que ser actores propositivos y activos, con una actitud, y aquí voy a tomarme la libertad de parafrasear a (Nelson) Mandela: con una actitud donde nuestras aspiraciones y las decisiones que tomemos den cuenta más de nuestras esperanzas que de nuestros miedos. Y contribuyamos a este debate con nuestras ideas y con nuestras miradas, en las cosas que nos incumben, sin intervenir como actores políticos, pero haciendo ver que tenemos posición sobre ciertas cosas. Por ejemplo, Chile requiere un nivel de descentralización relevante y también hay un desafío de conciliar una actividad productiva sustentable con el cuidado al medioambiente y la biodiversidad.

¿La discusión constitucional pone en riesgo el modelo económico?

-Hace unos días en Amcham nos presentaron un análisis de opiniones, en redes sociales, de los candidatos a constituyentes. Y uno se encuentra que hay un nivel muy alto de consenso entre los candidatos a constituyentes. ¿En qué cosas? En el tema de los pueblos originarios, en el resguardo del derecho a las personas y hay poco consenso en cambiar a un sistema parlamentario, en constituir un estado federal o en eliminar la independencia del Banco Central. Cuando uno mira eso, no debe tener temor de buscar un modelo de desarrollo consensuado en Chile, que dé cuenta de las aspiraciones de la mayor parte de la población posible.

¿Cuál es el mayor temor de una nueva Constitución?

-Como decía, debemos tener más esperanzas que temores. Chile es un país donde se demuestra que la gran mayoría de la población es gente sensata. El país ha sabido salir de las crisis en las que hemos estado. El año pasado, después de la crisis de 2019, fuimos a votar más de 7,5 millones de personas para decidir una Constitución nueva.

¿Usted votó por el Apruebo o el Rechazo?

-El voto es secreto, pero yo estoy porque busquemos un modelo consensuado de cómo construir país en los próximos años.

Usted dijo que de la crisis saldremos más pobres. ¿También más desiguales?

-Siempre las crisis económicas golpean más fuerte a las personas que tienen menos recursos. Las desigualdades no son responsabilidad de alguien en particular, pero uno debe hacerse cargo de que eso existe. Uno no puede pensar en una compañía sustentable, en el largo plazo, en entornos de pobreza. No somos responsables de eso ni capaces de resolverlo por sí solos, pero no podemos ser ignorantes a ese problema y desde el mundo privado hay que contribuir con todas las capacidades que tengamos para reducir las brechas de desigualdad que tenemos en Chile.

¿Esa contribución pasa por aportar más recursos, más impuestos?

-Cuando uno habla de mayores recursos y nuevos impuestos, uno tiene que definir para qué quiere una nueva estructura tributaria: ¿quiere más recursos para más gasto social, o quiere usar los instrumentos tributarios para reducir directamente las desigualdades? No soy técnico, pero hay muchas maneras de buscar más recursos. El análisis, por ejemplo, que ha habido en muchos técnicos, de todos los colores políticos, por un montón de exenciones que podrían ser eliminadas, que generarían más recaudación. Uno tiene evidencia objetiva de que hay un montón de gasto social que no rinde: el ministro Briones antes de dejar la cartera, hizo un estudio a fondo que determinó que hay un montón de programas que significan plata botada a la calle.

Imagino que no es partidario del impuesto a los altos patrimonios.

- Uno lee y encuentra que hay opiniones muy diversas sobre lo que pasa con ese impuesto. Ponen un impuesto a los altos patrimonios en Francia y tienes a muchos franceses viviendo fuera de Francia. Eso busca solucionar un problema de una manera que pareciera ser un poco equivocada.

En el Congreso se discuten impuestos a los altos patrimonios, un aumento de impuesto a empresas, un nuevo royalty a la minería. ¿Hay una demonización del sector empresarial?

-Las intenciones y las razones de los parlamentarios para legislar de cierta manera son propias de ellos. Uno puede decir sí cuales son los efectos que se van a producir con las cosas que se están haciendo. Vamos a otro ámbito: el retiro de los fondos de pensiones tiene en apariencia un espíritu muy loable, pero a uno le duele la falta de consenso político, generalizado, en el sentido que la estrategia de retiro de fondos previsionales significa a futuro menos pensiones para la gente que está usando los recursos. Hay que mirar los efectos que se consiguen con este tipo de medidas.

¿Los empresarios son por definición resistentes a pagar más impuestos porque aumenta costos y baja márgenes de ganancia?

-En el mundo de hoy uno no debiera hablar de resistencia. Uno debe pensar en estructuras tributarias que incentiven la inversión. Si pones estructuras tributarias que son más costosas que en otros lugares, estás dando señales para que la gente invierta en aquellos lugares donde los impuestos son más bajos. Es una cuestión de incentivos más que de costos. En Chile los impuestos no son bajos si los comparas con los estándares de la OECD.

¿Está polarizado Chile?

-Hay extremos que son más vociferantes, pero la inmensa mayoría de Chile quiere desarrollo y paz. Hay que ser optimista que como país seamos capaces de sentarnos y definir un esquema que, probablemente, va a significar un consenso en un punto intermedio. Y si eso tiene respaldo en la mayoría del país, fantástico. Son las reglas del juego, el mundo evoluciona, las cosas cambian, el mundo es distinto al de antes de la pandemia. Desde el mundo de la empresa tenemos que ser optimistas, tenemos que tener esperanza y trabajar duro.

“Si Héctor Llaitul quiere dialogar, estamos dispuestos a dialogar con él”

Luis Felipe Gazitúa quiere responder a Héctor Llaitul, líder de la CAM, quien ha planteado que las  forestales han sido las responsables de dividir y enfrentar  a las comunidades mapuches en La Araucanía. “Quiero decir muy enfáticamente que aquí no hay problemas entre comunidades, aquí lo que hay son grupos que reivindican la violencia como manera de resolver los problemas, que no se sabe muy bien a quién representan, que atacan a gente de comunidades pacíficas que quieren trabajo, desarrollo y progreso. Creemos que en La Araucanía y en la provincia de Arauco no sobra nadie”.Llaitul dijo que la “responsabilidad de las forestales en imponer la violencia está muy clara”.-Si buscar la forma de contribuir al progreso y al desarrollo de las comunidades mapuches es promover la violencia, entonces tiene razón. Eso es lo que nosotros hacemos.

¿Siguen dispuestos a conversar con Llaitul?

-En esto no hemos cambiado nunca de opinión: estamos dispuestos a conversar con todos los que quieran conversar. Si Héctor Llaitul quiere dialogar, nosotros estamos dispuestos a dialogar con él.

¿Por qué han demorado tanto los traspasos de tierras?

-El traspaso de tierras no depende de nosotros. En los casos en que nos han preguntado si estamos dispuestos a vender predios, hemos dicho que sí. El problema es que el Estado es el que tiene que avanzar, comprarnos, y eso no ha ocurrido en el último tiempo.

¿Y por qué?

-No lo sabemos. En aquellos casos en que nos hemos mostrado partidarios a vender, además hemos buscado maneras de contribuir con esas comunidades para que esos predios sean productivos desde el punto de vista económico. Tenemos varias comunidades con las que tenemos acuerdo, tenemos esquemas de trabajo a futuro.

¿Cuántos predios están dispuestos a traspasar?

-Hay una lista de predios pedidos a las compañías forestales que tiene la Conadi, que suman 14 mil hectáreas. Las nuestras son cerca de 1.700 hectáreas y no tenemos ningún problema en avanzar en esas 1.700 hectáreas.P