A lo Gary Medel. Así se comentaba el martes en el mundo económico y financiero que había salido el Banco Central (BC) con su alza de tasas de 75 puntos base, la mayor en 23 años y que la situó en 1,5%, a trancar no el balón como lo hace el jugador de fútbol de la selección chilena, sino que, en este caso, el boom de liquidez y consumo que vive la economía local y que según el instituto emisor amenaza con descarrilar la inflación.

Fue un golpe en la mesa de la autoridad monetaria frente a las ayudas fiscales que siguen fluyendo sin restricción y la discusión de un nuevo retiro de los fondos previsionales, que encontró una dura respuesta política de un sector de la izquierda más radical, que apuntó sus dardos contra el presidente de la institución, Mario Marcel. Pero él no retrocede y pese a que repite varias veces en esta entrevista que no quiere entrar en polémicas con los parlamentarios, responde varios de los cuestionamientos y dice tener la convicción de “estar actuando y planteando nuestras visiones desde una perspectiva del bien común”.

Si bien en el Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre que se presentó a continuación, el miércoles, de nuevo lo que se llevó la mayor atención fue el ajuste monetario más severo que delineó el BC para poder revertir una inflación que escalaría hasta 5,7% a fin de año, Marcel destaca la capacidad del país para superar la recesión que implicó la crisis del Covid y que este año puede llevar el crecimiento del PIB hasta 11,5%, aunque eso implicará también un desempeño más acotado en 2022 y 2023.

¿Qué pasó en la economía chilena entre junio y ahora, que llevó al BC a cambiar tan drásticamente de escenario y a subir tan fuerte la tasa de interés?

-Lo primero y más relevante cuantitativamente, es que en el marco de los apoyos fiscales y el acceso a liquidez que han tenido las personas, el comportamiento del consumo ha sido más dinámico de lo que anticipamos. Creció 33% en el segundo trimestre y el componente durable lo hizo en 130%, ubicándose incluso 50% por encima del nivel de septiembre de 2019. Lo segundo, es que aumentaron las ayudas estatales, con el IFE universal extendiéndose hasta fines de año, más el IFE laboral. Además, tenemos una devaluación del peso del orden de 10% desde el IPoM anterior, la que ha respondido a factores propios del país, en cuyo caso tiende a traspasarse más a inflación.

Estos tres elementos explican un cambio sustancial en el escenario de inflación previsto para 2021, el que pasó de 4,4% a diciembre, a 5,7%. De esa diferencia, casi todo se explica por tales factores, versus, por ejemplo, al aumento del precio del petróleo.

¿Y esta presión de mayor inflación es ahora de carácter más permanente y no sólo transitoria como creían hace unos meses?

-La presión es mayor y más persistente, porque la brecha de actividad que traíamos (diferencia entre nivel de actividad efectiva y potencial) se cerró y está pasando a terreno positivo. Estimamos, de hecho, que estará 4% por arriba del potencial en el tercer trimestre, lo que es muy alto en perspectiva histórica. El otro factor que va a seguir operando es la depreciación del peso. Ambos tienen más tracción por delante: en el caso del consumo, todavía hay US$ 23 mil millones, un 9% del PIB, de exceso de fondos en cuentas corrientes, cuentas vistas, efectivo, listos para gastarse. La depreciación del peso, aún si no se amplía, va a seguir presionando los precios nacionales, porque responde a causas locales y no externas.

¿Esto significa que ya hay un sobrecalentamiento de la economía?

-“Sobrecalentamiento” es un término coloquial que pone las cosas muy en blanco y negro, lo que no es fácil de aplicar a una economía donde hay todavía mucha heterogeneidad en la salida de la crisis. Hay algunos sectores que ya están sobreexigidos, pero otros, rezagados. Más que sobrecalentamiento, vemos una dinámica del consumo que no es sostenible a futuro, sin que ejerza una presión importante sobre la inflación.

Sin embargo, el economista Gonzalo Sanhueza opinó que el BC sobrerreaccionó subiendo tanto su tasa, que no es claro que este repunte de la inflación sea permanente y que con su accionar le quita espacio al ajuste fiscal. ¿Qué responde a eso?

-He dicho muchas veces que la política monetaria es opinable porque, dado los desfases con que opera, tiene que formularse mirando hacia adelante, anticipándose a los hechos. Las decisiones que acaba de tomar el consejo no tienen que ver con el último dato de inflación, sino con su visión de la intensidad y persistencia de las presiones que se reflejarán en la inflación futura. Con esa perspectiva, nos parece que las tendencias del consumo privado, la ampliación del ya elevado impulso fiscal y la enorme liquidez disponible para los hogares, son señales inequívocas de mayores presiones sobre los precios. Si tuviéramos que esperar a que la inflación llegara a 5% o 6%, o a que se despachara el Presupuesto en tres meses más, siempre llegaríamos tarde, la inflación subiría aún más y el ajuste monetario tendría que ser mucho más drástico. Los 75 puntos base de aumento de la tasa en agosto, partiendo de una posición tan expansiva como la del último año y medio, dan cuenta de nuestras proyecciones, pero también permiten ajustar el ritmo futuro de movimientos de la Tasa de Política Monetaria (TPM) según cómo evolucione la economía.

¿Y no están minimizando el componente externo de la inflación, que sería transitorio, y que le quitaría presión a futuro?

-La inflación reciente tiene un componente transitorio, propio de las alteraciones de la oferta y de las cadenas logísticas que se generaron en la crisis, que se manifiestan en todo el mundo. Pero no son estos factores los que explican el alza de la proyección de inflación a 5,7% en diciembre. Un aumento de la inflación es una cuestión de sentido común: si uno tiene una economía que ya cerró su brecha de actividad con un crecimiento en torno a 11%, donde el consumo privado crece 18% como será este año, y la moneda se devalúa por causas idiosincráticas, tienen que aumentar las presiones inflacionarias. No caben dos interpretaciones.

Y si el otro factor de presión inflacionaria es el alza del dólar, ¿no ayudaría que el BC concluya el programa de compra de US$ 40 millones diarios que hace por 15 meses?

-Cuando echamos a andar este programa no buscábamos intervenir sobre el tipo de cambio, sino acumular reservas, y por eso se definió con montos predeterminados, constantes y pequeños. Esos US$ 40 millones equivalen al 3% de las transacciones diarias del mercado cambiario en Chile. Si cuando se puso en funcionamiento no tuvo impacto sobre el tipo de cambio, tampoco tendría mayor impacto retirarlo ahora. Aumentar las reservas internacionales es un seguro contra nuevos episodios de inestabilidad. Eso hasta ahora lo hemos cubierto con una línea del FMI, pero esta se termina en mayo de 2022 y debemos llegar a ese momento bien resguardados.

Del otro lado, el expresidente del BC Vittorio Corbo apoyó el alza de tasas, señalando que “en la economía alguien tiene que hacer la pega”. ¿El resto no la está haciendo?

-Nosotros nos tenemos que preocupar de nuestro trabajo, para el cual tenemos un mandato muy claro en la Ley Orgánica, que es mantener la inflación controlada y preservar la estabilidad financiera. Y de acuerdo al escenario que vemos hoy, tenemos que actuar. La economía venía con todos sus motores al máximo y si la política fiscal va a seguir siendo expansiva hasta fin de año, al menos nosotros tenemos que reducir la intensidad de la aceleración que traíamos.

¿Hay responsabilidad del gobierno en el exceso de consumo de la economía? ¿Se equivocó al extender el IFE universal?

-El gobierno tiene responsabilidades distintas al BC. Entonces, no sería apropiado juzgar la acción del gobierno desde la perspectiva de nuestro mandato. No nos corresponde discutir la política fiscal, ni menos los programas de gasto, sino incorporar al marco macro las decisiones que se han tomado y las señales que se han dado de política fiscal a futuro. Ambas son claras en cuanto a que se han adoptado medidas transitorias a causa de la emergencia, y que una vez pasada ésta, debería iniciarse un proceso importante de consolidación fiscal. Ello debería partir el próximo año, según el último Informe de Finanzas Públicas.

¿Qué caída del gasto público tienen considerada para 2022 en su escenario base? Se ha dicho que sería del orden del 25%...

-Nuestro escenario lo construimos sobre la base del impulso fiscal que está dado por el cambio en el balance estructural. Y el balance estructural puede cambiar tanto por lo que ocurra con los gastos, como con los ingresos. No sabemos todavía si habrá una iniciativa de modificación tributaria como la que anunció el Presidente en la cuenta pública de junio, lo que es una pieza importante para entender cuál será el nivel de gasto compatible con la reducción programada del déficit estructural el próximo año.

En este contexto de mayores presiones inflacionarias, ¿qué pasa si el impulso fiscal no se reduce de forma importante en 2022?

-Implicaría una economía más presionada del lado de la demanda, con mayor inflación, y que por tanto requeriría una respuesta de política monetaria más restrictiva.

Cuarto retiro y críticas políticas

En junio usted dijo que la principal incertidumbre que había hacia adelante era todavía la pandemia y su efecto en la actividad. ¿Cuál es hoy el mayor peligro que enfrenta la economía chilena?

-Es interesante que la pandemia ya no sea el riesgo mayor. Eso quiere decir que ha avanzado nuestro control sanitario y que el proceso de vacunación ha tenido un efecto sustantivo, permitiendo que la economía se abra. Incluso vemos países que han enfrentado rebrotes sin reponer cuarentenas. Siendo eso así, hoy el mayor riesgo para la economía chilena es que tengamos una salida desordenada de la crisis, producto del impacto sobre el sistema financiero de una reiteración de retiros de fondos de pensiones.

¿El cuarto retiro y otros eventuales son entonces ese mayor peligro?

-Es el más inmediato, porque ya se está discutiendo hoy. Estos nuevos retiros los incluimos en un escenario de riesgo del IPoM, donde por mucho que reaccione la política monetaria, no sería capaz de hacer converger la inflación a la meta en 24 meses, ni de mantener el crecimiento dentro de los rangos que se han dado. Pero junto con estos riesgos, como lo dije en la presentación del IPoM al Senado, tenemos una gran oportunidad. Chile tiene hoy la oportunidad única de cerrar la crisis del Covid-19 de manera ejemplar. Y lo más importante es que depende sólo de nosotros.

-Uds. dijeron que subirán la tasa hasta 3,5% a mediados de 2022 en su escenario base. Ante un cuarto retiro, ¿cuánto más la tendrían que elevar para intentar controlar la inflación? ¿Sobre 5%?

-Es difícil cuantificarlo, porque episodios de inestabilidad financiera son muy complejos de modelar. Pero lo que está claro, es que los órdenes de magnitud de cualquier respuesta frente a nuevos retiros son muy grandes, proporcionales a su gran impacto sobre la economía. Hemos explicado por qué un cuarto retiro sería perjudicial para las propias personas. Ya para el tercero dijimos que los beneficios de estas medidas son cada vez menores, porque se van concentrando en sectores de mayores ingresos, y los costos se van volviendo cada vez más importantes, con efectos sobre las tasas de largo plazo, el tipo de cambio y otros indicadores que inciden en las personas. Si por ejemplo, una persona ha pensado usar el retiro para juntar el pie para comprar una vivienda, al contratar un crédito hipotecario va a perder, en poco más de un año, a través del aumento de la UF y de las tasas de interés, todo lo que retiró -y aún le van a quedar 19 años de mayores dividendos que pagar. Lo que tratamos de transmitir es que éste no es un tema sólo de grandes cifras económicas, sino que tiene que ver con la realidad cotidiana de las personas, incluyendo el efecto sobre la inflación, que afectaría a toda la gente que ya no tiene fondos que retirar.

Pero precisamente la alerta que hizo en la Cámara de Diputados por este cuarto retiro, sumada a la fuerte alza de tasas que aplicó esta semana el BC, le han valido duras críticas políticas de un sector de la izquierda. ¿Cómo las enfrenta, siendo usted también un hombre de izquierda?

-Básicamente con la convicción de estar actuando y planteando nuestras visiones desde una perspectiva del bien común. A nosotros nos preocupa lo que ocurre con el país, con las personas. Se ha hablado en estos días de economía a escala humana, pues bien, yo creo que no hay nada más inhumano en economía que la inflación. La inflación es una fuerza invisible que erosiona día a día los ingresos que las personas generan con mucho esfuerzo. La inflación no es sólo un índice, un dato abstracto, está en el bolsillo de las personas y nuestra misión es cuidarle el bolsillo a las personas.

Sin embargo, la diputada Pamela Jiles lo tildó de “alaraco” y dijo que si usted persistía en hacer “declaraciones incompatibles con su cargo”, le iba a pedir la renuncia… ¿Es posible un diálogo en esos términos?

-No creo que sea buena idea entrar en polémicas con los parlamentarios. Uno aporta antecedentes serios para que tomen buenas decisiones. Ese es el nivel en que nosotros seguiremos actuando con el Congreso.

¿Y no lo frustra que el mismo día que el BC presentó el IPoM en el Congreso y que en la tarde usted estuviera de nuevo en la Comisión de Constitución de la Cámara respondiendo preguntas, esa instancia igual le diera luz verde al cuarto retiro?

-Lo frustrante es cuando hay mucha discusión sobre el mensajero y poca sobre el mensaje. Presentamos un informe de 100 páginas que entrega una visión de la economía, proyecciones y las implicancias para la política monetaria y tuvo una discusión muy interesante en el Senado. El IPoM se prepara con todo un equipo de profesionales muy serios, técnicos que sienten un compromiso con el país; no lo hacen tres personas entre cuatro paredes.

¿El referente del BC no son “las 7 familias ricachonas”, como los acusó el dirigente del PC Juan Andrés Lagos?

-El mandato del BC es mantener la inflación baja y estable, y a las 7 familias más ricas del país no les afecta la inflación. La gente que tiene más recursos tiene muchos mecanismos para protegerse de la inflación: inversiones en el exterior, propiedades, entre otros. A quienes les afecta la inflación es a los más pobres.

Pero también se les critica desde esos sectores que al velar por el mercado de capitales, el BC defiende los intereses de los poderosos.

-Un mercado de capitales profundo, transparente y competitivo, sirve a todos: financia al Fisco, al mercado hipotecario y al de infraestructura, entre otros. A su vez, las crisis financieras siempre afectan a la población que, además, termina pagando la cuenta, como ocurrió en los 80.

¿Lo que está viviendo ahora con estas críticas, algunas hasta personales, es lo más difícil que le ha tocado a la cabeza del BC?

-No. Los momentos más complejos, afortunadamente, ya pasaron. Uno de ellos fue en noviembre de 2019 -tras el 18-O-, cuando teníamos una volatilidad muy grande en el sistema financiero y tuvimos que intervenir fuertemente. También fue complejo el comienzo de la crisis del Covid-19, porque teníamos que entender, sin el apoyo de las estadísticas tradicionales, el impacto que éste tendría sobre la economía.

¿Y no es exponerse un poco demás y a la institución, insistir en argumentos técnicos que están devaluados hoy en el mundo político?

-Yo creo que si nosotros tuviéramos evidencia de que la economía está corriendo un riesgo y no lo dijéramos, eso sí que sería grave. Nuestra responsabilidad como autoridad es comunicar lo que vemos en la economía, cuáles son los riesgos y también las oportunidades. Para eso estamos. No estamos acá para cuidarnos personalmente.

“No suscribimos la tesis de que las ayudas estatales hacen que la gente no quiera trabajar”

¿Chile ya puede dar por concluida la recesión que vivió por el Covid?

-Desde el momento en que recuperamos el nivel de ingreso per cápita que teníamos antes de la crisis, la recesión terminó en su definición técnica. Eso no quiere decir que no queden aún muchos problemas por resolver.

¿En qué lugar quedó instalada esta crisis en términos de costos y duración?

-Ha sido la recesión más profunda pero más corta que hemos tenido desde los 80, lo que hace más meritoria todavía la recuperación. Repuntar tras una caída de 5,8% anual o de -13% como llegamos a tener en el segundo trimestre de 2020, fue un desafío gigantesco. Lo conseguimos, en parte importante, porque las políticas del Fisco y del BC lograron aumentar el crédito y evitar que una crisis de la economía real se tradujera en una crisis financiera, evitando la quiebra de decenas de miles de empresas, mayor pérdida de empleos y un mayor costo social.

Tras un crecimiento del PIB de hasta 11,5% este año, prevén no más de 2,5% en 2022 y 2023. ¿Eso habla de un frenazo de la economía el próximo año?

-Las tasas de crecimiento, cuando uno compara con un año que tuvo un alza o caída muy grande, siempre son engañosas. No es un frenazo el de 2022, desde el momento que la economía va a seguir creciendo. Tendrá una desaceleración, pero después de haber estado muy acelerada. Por tanto, es mejor mirar los niveles de actividad que las tasas de variación. De hecho, al sumar 2021, 2022 y 2023, al 2023 llegamos a un nivel de actividad incluso algo mayor que el que teníamos en el IPoM de junio.

¿Qué tan complejo será el escenario que va a enfrentar el nuevo gobierno?

-Si el BC no hubiese tomado las decisiones de tasas que adoptó y hubiésemos dejado que la inflación siguiese al alza, el futuro gobierno se habría encontrado con una situación inflacionaria muy complicada en marzo. Ahora, en cambio, la tendrá bajo control.

El empleo, ¿sigue bajo la amenaza de ser la pata coja de la recuperación, o las cifras de julio dan mejores indicios?

-El mercado del trabajo está afectado por factores de demanda ligados a la actividad económica, pero también por factores de oferta. En la última encuesta del INE hay una recuperación de más de 100 mil empleos, una parte muy importante de ellos por cuenta propia. Eso valida la hipótesis de que el efecto de las cuarentenas fue casi mayor sobre el empleo no asalariado que sobre el asalariado. A medida que se vayan reanudando las clases presenciales, también vamos a ir viendo el regreso de mujeres al mercado del trabajo, y ayudará el aumento de salarios que ya se observa. Así, es muy probable que veamos cifras más positivas en los próximos meses, pero es algo que debe mantenerse en observación.

¿Y qué explica los puestos de trabajo que no están pudiendo llenarse?

-Nosotros no suscribimos la tesis de que las ayudas estatales hacen que la gente no quiera trabajar. No hemos encontrado evidencia de ello. Lo que ha limitado la búsqueda de trabajo es el temor al contagio, las limitaciones que han tenido las mujeres, las restricciones al empleo por cuenta propia y los cambios en la composición de la demanda.

“Cuando las autoridades piensan en su reelección o en su legado, cometen graves errores”

¿Cuál espera que sea su legado de estos cinco años a la cabeza del BC?

-Yo creo que cuando las autoridades piensan en su reelección o en su legado, cometen graves errores. Para mí el foco es hacer mi trabajo hasta el último día y luego ya habrá tiempo para evaluaciones.

¿Cómo se hace para no quitarle protagonismo y autoridad al nuevo timonel del BC, al mantenerse usted en el consejo y ser expresidente?

-El rol de presidente es muy diferente al de los consejeros. Yo tengo la experiencia de haber sido consejero cuando era otro el presidente. Uno debe ser capaz de adaptarse a los cambios que le trae la vida y su carrera profesional.

¿El nuevo equilibrio de fuerzas políticas se debe reflejar también en la composición del consejo del BC?

-La diversidad en el consejo del BC es muy valiosa. Sobre cómo se traduce en el nombramiento de consejeros no tengo nada que opinar, porque no me corresponde.

¿Lo debe dirimir el mundo político?

-Así es.

En la discusión de la nueva Constitución, es probable que se aborde el mandato del BC. ¿Qué le parece incorporar el objetivo de actividad como lo tiene la Reserva Federal de EE.UU.?

-Más allá de cómo está escrito un mandato, lo importante es cómo se implementa. Nosotros lo hacemos a través de un marco de metas de inflación a mediano plazo (dos años). Al manejar así la política monetaria, normalmente sus efectos sobre actividad e inflación están bastante alineados, puesto que el principal determinante de la inflación a mediano plazo es la brecha de actividad. De hecho, si durante la crisis hubiésemos tenido un mandato de actividad y empleo, probablemente habríamos actuado muy parecido a como lo hicimos, con una política monetaria muy expansiva pese a tener la inflación cerca de 3%. Los bancos centrales con mandatos duales, como en Australia o EE.UU., también deben definir cómo los implementan y normalmente es estableciendo alguna jerarquía entre inflación y actividad o empleo.

¿No es necesario, entonces, que sea explícito?

-Respecto de los temas constitucionales, cuando ya tenemos una Convención trabajando, no es bueno darle pautas u orientaciones. Cuando toque llegar al BC, la institución presentará los antecedentes que tiene, la experiencia de otros bancos centrales, y la Convención resolverá. Dejemos que el proceso constitucional siga su curso.

Ud. ha dicho que el BC es una de las instituciones autónomas que más da cuenta ante el Senado de su labor, pero eso es distinto a responder políticamente. ¿Cuánto afectaría su autonomía avanzar en esa dirección?

-La Constitución es una arquitectura de piezas entrelazadas entre sí, por lo que es muy difícil mirar un tema aislado del resto. La Convención Constitucional tendrá que discutir sobre cómo se ejerce la responsabilidad política, la rendición de cuentas y qué rol tienen las acusaciones constitucionales en ello, con qué alcance. Eso dependerá, por su parte, del régimen político y la estructura del Estado. Entonces, cuando se llegue a discutir del BC, es posible que ya muchos de esos temas estén resueltos y no necesariamente reproduciendo lo que existe hoy.

¿Cómo ve el trabajo de la Convención Constituyente?

-Lo más importante era ver iniciarse el trabajo de la Convención. Hasta hace unos meses se especulaba mucho, todo era una hipótesis; lo importante es que ya se eligió a los y las convencionales, empezaron a trabajar, están sacando adelante su reglamento y pronto van a empezar a discutir los temas de fondo.

¿Pese a los tropiezos, valora que ese camino se concrete?

-El camino institucional se está concretando y eso es muy positivo.