La creación de un mercado transfronterizo de excedentes de energía, podría ser parte de la solución que distintas generadoras solares requieren para dejar de perder lo que producen y no logran inyectar al Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Un remedio que además, traería beneficios económicos y ambientales, ante el menor despacho de centrales térmicas, que generan electricidad en base a diésel.
Así lo revelan los resultados de una investigación liderada por el economista Claudio Agostini, quien junto al ex subgerente de planificación del Coordinador Nacional, Andrés Guzmán, y dos académicos de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, modelaron tres escenarios que consideran el traspaso en determinados horarios de tan solo 150 MW entre Perú y Chile, la misma cantidad desde Chile a Argentina, y una combinación de ambos casos.
La propuesta consideró intercambios de energía a través de la línea de trasmisión ya existente, que conecta a Chile con Argentina.
Los resultados muestran que lo menores costos de generación en Perú durante los horarios no solares (de 00:00 y a 07:59, y de 17:00 a 23:59) ayudaría a disminuir el despacho de centrales térmicas en base a diésel, disminuyendo las emisiones de contaminantes, pero además reduciendo los costos de operación diarios desde US$1,8 millones a US$1,64 millones, abaratando en un 8,9% la operación. Así, el costo promedio horario del sistema se reduce desde US$34,8 cada MWh a US$31,7 por MWh. Una baja de 8,7%.
En total, la simulación arrojó una menor generación diaria de centrales diésel desde un promedio de 2.235 MWh, a uno de 450 MWh. Una reducción de 78,9%.
En tanto, el costo marginal promedio diario del sistema vería una disminución del 43,8% respecto al caso sin importación de energía desde Perú, gracias a la sustitución de generación de alto costo durante las horas en que no despacho de energías renovables no convencionales (ERNC).
Este caso generaría beneficios totales anuales de US$10,37 millones, de los cuales US$5,2 millones serían en favor de Chile.
Las simulaciones con Argentina, en cambio, consideran envíos de excedentes energía solar, con menor costo de producción en los horarios con luz de día, y gracias a la gran penetración de este tipo de tecnologías en el país, en contraste con el mayor despacho de centrales a diésel en Argentina. Así, las exportaciones tendrían lugar entre las 08:00 y 17:00, y presionarían los costos sistémicos al alza en 3%, y los costos marginales en 2,6%, pero generaría un beneficio total anual por US$16,82 millones, de los cuales US$8,4 millones quedarían en el país.
Ganan todos
“Después de que simulamos esto muchas veces, lo hicimos para un año entero y todos los días para convencernos de esto, y al final uno dice aquí ganan todos, no pierde nadie. Gana Argentina, gana Chile; la línea está construida, y el esquema regulatorio de despacho es bien parecido en Argentina y Chile, sin que ninguno de los dos países tenga que hacer ninguna modificación legal enorme para poder hacer esto. Es relativamente simple”, explica Agostini a Pulso.
Si bien reconoce que la propuesta tiene factores geopolíticos que pueden dificultar el entendimiento entre gobiernos de distinto signo político, remarca que los beneficios apuntan a despachar la energía de centrales fotovoltaicas que están perdiendo parte de su generación, en un fenómeno conocido como vertimientos o recortes de energía.
“Lo que se necesita actualmente es que si una empresa quiere exportar, tiene que tener autorización del Ministerio de Energía. Eso hoy día no existe, lamentablemente se ha hecho caso a caso”, señala, indicando que dichos permisos podrían ser regulados en forma general, facilitando la creación de un mercado basado en principios de eficiencia, flexibilidad, transparencia, estabilidad y simetría, que podría sumarse a proyectos de ley actualmente en discusión, como el de transición energética.
“La pregunta es si uno puede hacer algo más general, si se requiere que, dado algunos proyectos que se están discutiendo y que contemplan almacenamiento, decir que permitamos a las empresas chilenas exportar energía, sin necesidad de permisos especiales, sino que con una regulación permanente que parezca razonable, como puede ser que si el Coordinador te obliga a despachar dentro de Chile, no se pueda exportar esa energía, darle prioridad al consumo interno, pero sí exportar lo que sobra”, explica.
Agrega que, en términos prácticos, la propuesta busca que el Coordinador pueda considerar la línea ya existente entre Chile y Argentina como punto de despacho y retiro de energía.
Agostini remarca que la propuesta evita invertir en infraestructura nueva por lo que “es rentable y se puede hacer rápido”, y además permitiría complementar soluciones basadas en tecnologías de almacenamiento “que en el largo plazo es bueno, pero requiere invertir y toma tiempo”.
El economista sostiene que la propuesta se hizo modelando datos reales de operación del año 2018, por lo que ahora se encuentra actualizando los parámetros a las cifras de los últimos períodos.