El término “estanflación” aparece cada vez con mayor frecuencia en los medios de comunicación y las conversaciones ciudadanas. Y tiene toda lógica porque coincide con la inquietud que genera en todo el mundo el alza de los precios y las señales de enfriamiento de la economía mundial.

Etimológicamente, estanflación supone la combinación de las palabras “estancamiento” e “inflación”. La Rae la define como Situación de estancamiento económico, con aumento del paro y de la inflación”.

Pero desde el punto de vista económico es un fenómeno complejo y peligroso que ni John Maynard Keynes, quizá el economista más influyente del siglo XX, fue capaz de prever.

“Se caracteriza por una economía con un crecimiento estancado o recesión y cifras elevadas de inflación. A lo anterior, se agregan cifras de desempleo elevadas. Estos tres factores deben darse en simultáneo para que una economía esté en estanflación”, comenta Martina Ogaz, economista de Euroamerica.

“No hay una definición estricta respecto a estanflación, pero supone que es un estado perpetuo de bajo crecimiento y alta inflación. Es decir, varios años y hasta décadas de condiciones macroeconómicas que resultan en un constante crecimiento acelerado en precios y acotado crecimiento”, complementó Felipe Ruiz, economista de Bci.

La coyuntura

La situación no es la mejor. En su último informe Perspectivas de la economía mundial (WEO), el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que, durante el segundo trimestre de este año, el producto mundial se contrajo, debido a la desaceleración de China y Rusia.

En ese contexto, el fondo anticipa que el mundo crecerá 3,2% este año, luego de la expansión de 6,1% de 2021. Las perspectivas son aún peores ya que el PIB global crecerá solo 2,9% en 2023.

Latinoamérica seguirá un camino similar y crecerá a un ritmo de 3% este año frente al vertiginoso avance de 6,9% del ejercicio pasado. Para 2023 el crecimiento será de 2%. Brasil y México, las dos mayores economías de la región se expandirán apenas 1,1% y 1,2%, respectivamente.

Pero estas proyecciones podrían ser corregidas a la baja debido a un enfriamiento mayor de las grandes economías. En efecto, algunos países ya están empezando a caer en lo que se conoce como recesión económica, como es el caso de Reino Unido y EEUU.

Los precios suben y suben

Respecto a la inflación, las noticias están a la orden del día. En la Eurozona, los precios al consumidor llegaron en julio a máximos históricos, mientras que en EEUU, la mayor economía del mundo, se situaron en máximos de 40 años.

En Chile, la inflación interanual se sitúa en su nivel más alto desde 1994, mientras que en Argentina registró su mayor alza en 20 años, profundizando aún más el descontento social.

“En este escenario que vivimos, el shock de oferta al que nos enfrentábamos, sumado a unos paquetes de estímulos que han reactivado fuertemente la demanda a nivel mundial, han provocado una situación en la que el nivel de demanda ha superado a la oferta disponible, dejando una situación de escasez en la economía que, posteriormente, derivó en un incremento de los precios”, comentó el economista Francisco Coll Morales en su columna “La estanflación: la pesadilla económica de Latinoamérica”, en Forbes.

Una contracción económica es compleja; el aumento de los precios también, pero una estanflación es el peor de los mundos.

En efecto. Se trata de un dilema mayúsculo el cual ha tenido como telón de fondo la guerra de Rusia en Ucrania, y que ha disparado a niveles históricos el precio de la energía. En ese contexto, los bancos centrales del mundo, entre ellos el de Chile, han empezado a subir las tasas de interés desde los mínimos a las que cayeron en el peak de la pandemia, tensionando a la economía.

“La estanflación se caracteriza por la dificultad en el manejo de políticas públicas, ya que por ejemplo el Banco Central tienen que subir la tasa de interés para bajar la inflación, mientras que el gobierno tiene que hacer política fiscal expansiva para promover el crecimiento, lo que produce más inflación”, advierte Marco Correa, economista jefe de Bice Inversiones.

¿Qué hacer?

De acuerdo al blog del Banco Mundial, para reducir el riesgo de estanflación, las autoridades deberán implementar medidas específicas. En una época extraordinaria en la que se superponen diversas crisis mundiales, los funcionarios encargados de diseñar políticas deberán centrar sus atención en cinco áreas clave.

1. Deben limitar los perjuicios para las personas afectadas por la guerra en Ucrania. Para esto será necesario coordinar la respuesta a la crisis, lo que incluye el suministro de alimentos, asistencia médica y financiera de emergencia a las zonas devastadas por la guerra, y la distribución de la carga que supone albergar, apoyar y tal vez reubicar a los refugiados y las personas desplazadas internamente.

2. Ddeben contrarrestar el alza (i) de los precios del petróleo y los alimentos. Es esencial aumentar la oferta de productos básicos energéticos y alimentarios clave. Los mercados miran hacia adelante, por lo que incluso los meros anuncios sobre la oferta futura ayudarán a reducir los precios y las expectativas inflacionarias. Todos los países deben reforzar sus sistemas de protección social y evitar las restricciones a la exportación e importación que agravan el aumento de los precios.

3. Urge acentuar los esfuerzos para el alivio de la deuda. Las vulnerabilidades derivadas de la deuda ya eran graves para los países de ingreso bajo aun antes de la pandemia. A medida que el sobreendeudamiento se extienda a los países de ingreso mediano, aumentarán los riesgos para la economía mundial si no se logra un alivio rápido, integral y de gran magnitud.

Guerra en Ucrania

4. Los funcionarios deben mejorar la preparación sanitaria e intensificar la labor para contener la COVID‑19. La ampliación de los programas de inmunización (i) en los países de ingreso bajo, incluida la vacunación contra la COVID‑19, debe ser una clara prioridad mundial.

5. Se debe acelerar la transición hacia fuentes de energía con bajos niveles de emisión de carbono. Para reducir la dependencia respecto de los combustibles fósiles (i) se necesitarán más inversiones en redes eléctricas, fuentes de energía menos contaminantes y mayor eficiencia energética. Los funcionarios encargados de formular políticas en los países deben crear marcos regulatorios climáticamente inteligentes, ajustar las estructuras de incentivos y fortalecer las regulaciones sobre el uso de la tierra.