Cuando se mueve una pieza de un sistema, algún cambio produce, algún ajuste se produce. Y eso es lo que ha estado pasando con el mercado chileno estos últimos meses. El multifondo E de las AFP (el más conservador) ha caído 10,97% en lo que va del año (al 13 de julio). Las tasas de los créditos hipotecarios en junio subieron por tercer mes consecutivo a 2,51%, su mayor nivel desde agosto del año pasado, aunque siguen en niveles históricamente bajas. Además, el Fisco se está endeudando más caro, y muestra de ello es que cuando la Tesorería General de la República hizo una licitación por $463.500 millones, la tasa (4,6%) que consiguieron para los bonos en pesos a 10 años fue un punto porcentual (pp.) superior que la lograda en la licitación de abril (3,6%). A los papeles en UF a 12 años no les fue mejor, ya que subieron desde el 0,97% de la subasta de abril, al 2,1% de la semana pasada.
La escalada del costo de financiamiento del Fisco, el alza de las tasas de créditos para la vivienda y el desplome del fondo E, son situaciones que tienen una explicación en común, ya que los economistas aseguran que las tasas están subiendo en el país, principalmente, por tres motivos: los retiros del 10% de los fondos previsionales; la incertidumbre política y económica en el mercado local, y el inicio del proceso de normalización de la política monetaria.
Luis Felipe Alarcón, economista de EuroAmerica, comenta que esta subida de tasas se explica por distintos factores, y “tal vez el más importante sea la menor participación de las AFP y otros institucionales en el mercado de capitales, producto de la seguidilla de retiros de fondos de pensiones”.
Alejandro Fernández, economista de Gemines, explica lo que está ocurriendo así: “Hay factores de corto plazo y otros más permanentes. Entre los primeros está el efecto de los retiros de las AFP que redujo el mercado por deuda de largo plazo”.
¿Pero qué tienen que ver los retiros de AFP con el alza de los créditos hipotecarios? Las AFP son las grandes compradoras del mercado local de deuda a largo plazo, como bonos de compañías para financiar proyectos de infraestructura y carreteras; o bonos de gobierno, de empresas y bancos. Y la razón es simple: pueden y tienen que hacerlo, dado que buscan financiar pensiones a 10, 20 o 30 años, por lo que necesitan comprar activos que sean de ese tipo de duraciones.
Pero resulta que producto de los retiros del 10%, las AFP debieron vender activos para pagar los fondos solicitados. Y para que no se produjera una venta masiva de activos que afecte los precios del mercado (si cae el precio de los bonos, sube la tasa de interés), el Banco Central (BC) generó mecanismos para que existiera la liquidez suficiente y amortiguar el efecto. Una de esas medidas es la Compra al Contado y Venta a Plazo (CC-VP), que consistió en decirle a las AFP que no necesitaban liquidar en ese momento los bonos bancarios, sino que más bien el BC les podía prestar dinero contra esos bonos, y a cambio las AFP debían ir pagando en el tiempo al instituto emisor.
De esta manera, cuando pasó el tiempo, las AFP salieron a hacer caja para pagar lo que debían, lo que significa vender activos. Esto generó que pasaron de ser grandes compradoras de deuda previo a los retiros, a grandes vendedoras, y cuando el Fisco o los bancos en los últimos meses han salido a emitir deuda -o las empresas- las AFP no pueden comprar, dado que deben vender. Es decir, hay una mayor oferta de instrumentos de deuda porque debieron vender, y hay una menor demanda pues las AFP no están comprando. El resultado: menor precio, mayor tasa de interés.
No es el único factor. Alarcón dice que a lo anterior se suma la “incertidumbre que emana de los factores políticos locales, el mayor endeudamiento del Fisco y el inicio del proceso de normalización monetaria del BC”. Adicionalmente, desde el exterior hay una mayor percepción de riesgo que afecta, sobre todo, a países emergentes por la desaceleración de China y el avance de los contagios por la variante Delta, detalla Alarcón.
Fernández también agrega otros factores para explicar lo que está ocurriendo: “La mayor demanda de fondos de parte de la Tesorería que tiene que financiar un déficit fiscal más alto, lo que se percibe como algo más que transitorio y, sobre todo, la mayor percepción de riesgo que hay en la economía y la incertidumbre vinculada a la perspectiva de un cambio constitucional que se traduzca en un deterioro significativo en la situación económica de mediano y largo plazo”.
El gerente general de la Asociación de Bancos, Luis Opazo, comenta que “las tasas hipotecarias aún continúan en niveles bajos. No obstante, las recientes alzas de los bonos de largo plazo imponen una presión al alza en el costo de los hipotecarios. Esto es un ejemplo concreto y práctico de porqué debemos fortalecer y potenciar el desarrollo del mercado de capitales, y no debilitarlo”.
El gerente de inversiones de Nevasa, Jorge García, dice que en el mercado local “hay una descorrelación importante respecto a lo que pasa en los mercados internacionales, donde la tasa del Tesoro americano ha tenido una baja importante”. Y cree que el alza de tasas que se ha visto en el último tiempo se explica, principalmente, por “la normalización de la Tasa de Política Monetaria (TPM) que inició el BC producto de presiones inflacionarias, y el incierto y volátil panorama político local”.
El factor riesgo local también pesa en la ecuación. En el último tiempo hay personas que han preferido invertir sus activos en el exterior, y eso en algunos casos significa vender renta fija local para comprar activos afuera, lo que agrega presión a las tasas.
También las AFP han tomado mayor exposición internacional, llegando la inversión extranjera total al 51,43% a junio, lo que se compara con el 44,97% que tenían afuera hace un año.
De todas maneras sigue habiendo inversionistas extranjeros apostando por Chile, pero ahora cuando deciden invertir en deuda que emite el gobierno, le asignan un precio mayor. Eso fue lo que ocurrió en la licitación que hizo la semana pasada la Tesorería, cuando tuvieron una demanda de casi cuatro veces, pero la tasa que ofertaron fue más cara.
Así las cosas, si el bono del BC en UF (BCU) a 5 años estaba en -1,84% el 15 de febrero de este año, el 5 de julio alcanzó su mayor nivel de 2021 tras llegar a 1,05%. Lo mismo ocurre con el BCU a 10 años, que estaba en -0,65% el 12 de febrero, y llegó a 2% el 5 de julio.
En todo caso, desde el mercado creen que gran parte de los precios ya incorporaron lo que ha estado ocurriendo, es decir, no deberían seguir las tasas al alza, aunque hay algunos “pero”. Los incrementos podrían continuar, advierten, si es que sigue aumentando la incertidumbre en el país o si el Fisco se sigue endeudando más de lo presupuestado para financiar la pandemia.
En el comunicado que publicó el BC este miércoles luego de su Reunión de Política Monetaria donde decidió subir la TPM, señaló que se han producido “nuevos aumentos de las tasas de mercado desde la reunión anterior. En el caso de las tasas nominales a dos años plazo se observa un aumento en torno a 110pb, explicado por factores como el cambio en las perspectivas macroeconómicas y de política monetaria”.
Y respecto de las tasas a mayor plazo, señaló que “el BCP10 (bonos del Banco Central en pesos a 10 años) experimentó una volatilidad importante en el período, ampliando la brecha respecto de sus símiles externos. El peso se depreció, alcanzando sus máximos valores en lo que va del año, lo que ha coincidido con la reciente caída del precio del cobre y el fortalecimiento global del dólar. Respecto del crédito bancario, las variaciones de tasas de interés han sido más acotadas”.
El dólar
Otro caso de estudio es lo que ha ocurrido con el dólar en el mercado local, que no ha bajado de los $700 (el jueves se cotizó en $758) pese a que el BC inició el proceso de normalización, y la liquidación de activos externos que hicieron las AFP por los retiros y las ventas de dólares del fisco.
Alarcón señala que “parte de los factores que afectan a las tasas son aplicables también al dólar, particularmente la incertidumbre local y el menor apetito por riesgo global, lo que ha llevado a los inversores no residentes (NDF) a comprar más de US$2.000 millones en el mercado local en lo que va de julio. Paralelamente, el retroceso del precio del cobre juega en la misma dirección”.
Fernández estima que el dólar frente al peso “debería estar $70 - $100 por debajo del nivel actual, pero la salida de capitales producto de la reasignación de inversiones hacia el exterior de parte de inversionistas chilenos y el mayor riesgo político-institucional explican el tipo de cambio más elevado, a lo que la primera semana de funcionamiento de la Convención Constituyente, ciertamente, ha contribuido”.