Ricardo Ffrench-Davis Muñoz no solo está marcado por ser el más disidente de los economistas chilenos que estudiaron en la Universidad de Chicago en la década de los ‘60 y ‘70 y que fueron bautizados como los “Chicago Boys”, sino también por una historia familiar ligada profundamente al auge de la industria salitrera en el norte de Chile hace más de un siglo. Su abuelo, que llegó a Iquique a fines del 1800 desde Gales, y su padre trabajaron en la industria del “oro blanco”, como se le denominó en su época al fertilizante por su importancia para la economía chilena.

Hoy, a sus 86 años, uno de los economista más emblemáticos de la centroizquierda chilena sigue haciendo clases en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile (FEN) y ya completa más de 40 libros en diferentes idiomas (incluido su última obra “La Pandemia Neoliberal”).

Militante de la Democracia Cristiana (DC) desde 1958, mira con tristeza el declive de su partido durante el último año y asegura que el Presidente Boric está aprendiendo rapidamente a manejar el país en un escenario muy complejo.

Usted votó “apruebo” en el plebiscito de salida ¿Cree que era una buena propuesta de Constitución?

Hubo una incapacidad de hacer una buena Constitución para Chile. Dije en su oportunidad que había muchas cosas que no me gustaban de la propuesta. Vote ‘apruebo’, pero con la idea de que fuera un ‘apruebo para reformar’. Sin embargo, estaba convencido de que perdíamos en el plebiscito. Era una propuesta mal redactada, voluntarista y contradictoria. No obstante, lo importante es que era una nueva Constitución que reemplazaba a la otra y que podíamos corregir.

¿Por qué el rechazo a la Nueva Constitución ganó con tal contundencia?

Fue mucho más eficaz la campaña del ‘rechazo’, hubo falencias burdas del texto y la derecha dura se ocultó totalmente de la compaña.

16/11/2022 FOTOGRAFIAS A RICARDO FFRENCH DAVIS FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Han pasado siete meses desde la llegada de Gabriel Boric al poder. ¿Cuál es la evaluación que hace del gobierno y del ministro de Hacienda, Mario Marcel?

Muy acertada designación de Mario Marcel. Es un hombre muy competente, así como Nicolás Grau en el Ministerio de Economía y José Miguel Benavente en Corfo. El Presidente Boric ha aprendido, es una virtud aprender, y el ministro de Hacienda ha sido bien pragmático y ha ayudado a que mejore la eficacia para lograr los objetivos. Pero el desafío que tiene el gobierno es tremendo, pues recibió un país en mal estado social y económico.

¿Ha pecado de inexperiencia el gobierno? El Presidente ha reconocido que es “distinto con guitarra”…

Sí. Comparto eso de que es “distinto con guitarra”. Pero considero que el Presidente es un hombre honesto, inteligente, bien intencionado y que reflexiona. Como dije, está aprendiendo, para con similares metas mejorar los medios para lograr los objetivos de avance hacia el desarrollo nacional.

Más de una derecha

¿Las reformas planteadas por el gobierno tienen viabilidad política tal como están, teniendo en cuenta el triunfo abrumador del rechazo y la minoría de la coalición gobernante en el Congreso?

Las iniciales reformas tributaria y previsional han experimentado ajustes, ha habido concesiones importantes de parte del gobierno respecto a los medios. Hay elementos que abren espacio para la aprobación en el Congreso. Espero que en la oposición haya gente pensando en la necesidad de Chile para avanzar y no encerrarnos en el estancamiento en que estamos en los años recientes. Este país necesita mejores empleos, más impuestos y más seguridad social, bien hechas por supuesto. Espero que toda la coalición y parte de la oposición siga al Presidente y reafirme que junto a gastos permanentes debe haber financiamiento permanente. Tenemos que lograr una reforma tributaria significativa.

Pero la realidad política indica que la oposición es muy fuerte en el Congreso.

En Chile la derecha no es una sola derecha. Uno espera que haya una derecha como la hubo en el año ‘90 que permitió en dos meses sacar las reformas laboral y tributaria. El gobierno ya ha hecho concesiones en materia tributaria y, específicamente, en el royalty y en el impuesto al patrimonio.

Y en el proyecto previsional…

La mayoría del 6% extra de cotización iría a cuentas personales (nocionales) directamente a elevar la pensión y eso es una concesión. Los que eventualmente van a recibir menos del 6% son pocos y los que van a recibir más del 6% son muchos y eso es esencial para reducir los efectos de la desigualdad salarial sobre el nivel de la pensión futura. Poco se ha dicho sobre ese tema. Muchos encuestados, desinformados, creen que el fondo solidario es un fondo perdido.

¿Qué le parece en general la propuesta de reforma previsional?

En general está bien. Lo que no haría hoy es subir la PGU (Pensión Garantizada Universal) a $ 250 mil. Tiene que haber más gradualidad para llegar a ese monto. Vamos a tener una recesión, aunque creo que moderada, y que va a tener impacto en lo laboral. Tampoco haría la PGU de carácter universal, ya que se estaría quitando recursos a los primeros deciles más pobres para asignarlos en los deciles de mayores ingresos y eso es regresivo.

¿Cómo está avizorando la economía chilena en 2023 y en los próximos años?

Llevamos una década con una economía y empleos trancados, e inversión insuficiente, y también con baja productividad…

¿Qué se hace para salir de eso?

Necesitamos hacer una transformación productiva de las estructuras. Tenemos que mejorar la productividad, estancada por muchos años, luego de las grandes mejoras en los ‘90. Eso no es con palabras o con liberalización de mercados, sino que poniendo en marcha un programa nacional de capacitación laboral y de pequeños empresarios y mejorar el acceso a financiamiento de la Pymes. Tenemos que mejorar la regulación ambiental de manera de acelerar las inversiones. No puede demorarse tres años la aprobación ambiental de un proyecto de inversión. Hay que remover las inercias.

¿A qué se refiere con la transformación productiva?

Necesitamos reformas para lograr que el PIB vuelva a crecer vigorosamente. Incluye corregir el sistema de capacitación laboral y hacer una reforma financiera para fortalecer el segmento de largo plazo del mercado de capitales que ahora es muy débil. Hay que apoyar a las pymes, donde hay gran espacio para mejorar su productividad y elevar el ingreso de pequeños empresarios y trabajadores de menores rentas. Necesitamos que las empresas grandes crezcan de nuevo, pero que las Pymes lo hagan más rápido. Eso es desarrollo con crecimiento que va incluyendo y acortando distancias entre altos y bajos ingresos, nivelando hacia arriba. Se requiere mejorar su acceso al mercado de capitales y crear condiciones para moderar las altas tasas de interés de los créditos que pagan. Eso se llama Banca del Desarrollo. También hay que tener una flexibilidad administrada del tipo de cambio, para reiniciar el impulso de las exportaciones: éstas llevan más de un decenio a un tercio de la velocidad del comercio mundial (1% anual). Pasamos de la cima, con el alza de 10% anual en los ‘90 y la mitad en parte del primer decenio del nuevo siglo, al piso desde entonces. En ello hay gran responsabilidad de la falta de una política cambiaria activa, lo que ha resultado en un precio del dólar enormemente inestable. Ello desalienta fuertemente tanto la generación de valor agregado así como la aparición de nuevos productos y nuevos exportadores: ambos están estancados desde hace unos 15 años. Cómo puede ser que no hayamos reaccionado frente a este fracaso exportador. Corresponde retornar a una flexibilidad regulada del tipo de cambio por la autoridad económica, como se hizo exitosamente con las políticas macroeconómicas activas en los ‘90. Hay que reducir también, lo reitero, las diferencias de productividad entre grandes y pequeños empresarios, con políticas públicas para las pymes y para los trabajadores de menor calificación. Debemos tener una política de desarrollo productivo del siglo 21.

¿Le reconoce algún tipo se virtud a lo hecho durante los últimos 30 años?

Muchísimo. Como he escrito en variadas ocasiones, exponiendo los significativos progresos logrados, hay que diferenciar entre los diversos años. Por ejemplo, en los ‘90 Chile creció a tres veces la velocidad per cápita de Estados Unidos y el decenio siguiente también creció algo más. Pero, a partir de avanzados los 2000 empezamos a perder dinamismo. Estamos muy por sobre la regresiva herencia recibida en 1990, en PIB, empleo, salarios. Pero, después de los años iniciales, faltó seguir haciendo reformas para ir generando un modelo incluyente y mantener el dinamismo. Entonces aún estábamos muy lejos del desarrollo y la inercia para actuar nos llevó a la llamada “trampa de los países del ingreso medio”. Ahora tenemos la posibilidad de reiniciar el avance hacia un crecimiento incluyente.P