En el año 2004, el gobernador republicano Arnold Schwarzenegger invitó al economista chileno Sebastián Edwards a unirse a su Consejo de Asesores Económicos. Fue una sorpresa para Edwards, profesor de economía en la UCLA, ya que no es republicano y no conocía al gobernador. Pero aceptó, en gran medida, dice, por la posibilidad de compartir con el Premio Nobel Milton Friedman, quien era parte del consejo. El grupo solía reunirse una vez al mes y compartían impresiones sobre asuntos de actualidad. En las pausas, Edwards conversaba con Friedman y le preguntaba sobre su experiencia en Chile: el padre intelectual del neoliberalismo y uno de los fundadores de la Escuela de Economía de Chicago estuvo en el país en 1975, se reunió con el general Augusto Pinochet y le recomendó un tratamiento de shock para la economía chilena.
Friedman no parecía demasiado cómodo con las preguntas en torno a Chile, recuerda Edwards. En cierta ocasión, este último quiso saber si el Nobel se arrepentía de haber dejado por escrito la recomendación del tratamiento de shock, que tuvo altos costos sociales. Friedman lo miró fijamente y le dijo:
-Yo ya había hablado públicamente acerca de los beneficios de un tratamiento de shock y no había nada de malo en decírselo por escrito a Pinochet. Después de todo, escribí esa carta por cortesía.
El episodio lo relata Sebastián Edwards en su nuevo libro, El Proyecto Chile: la historia de los Chicago Boys y el futuro del neoliberalismo. Publicado en 2023 en Estados Unidos, el libro acaba de ser editado en Chile, con el sello de la UDP.
Historia económica y ensayo intelectual, el libro es la crónica sobre el nacimiento, éxito y el declive del modelo neoliberal en el país. Parte con el Proyecto Chile: el programa del Departamento de Estado de Estados Unidos que buscaba formar economistas chilenos en la Universidad de Chicago, para que abrazaran el libre mercado, en medio de la guerra ideológica con los economistas socialistas en América Latina. Prosigue con la incorporación de los Chicago Boys a la dictadura, liderados por Sergio de Castro; la adopción del tratamiento de shock sugerido por Friedman y la tensión con los militares. La severa crisis económica de 1982 y el ingreso de una nueva generación encabezada por Hernán Büchi. Destaca el milagro económico tras la recuperación de la democracia: el aumento del ingreso per cápita, el alza en los sueldos reales y la extinción de la extrema pobreza. También los abusos y colusiones empresariales que se destaparon desde 2007, así como la persistente desigualdad y el descontento social que estalló en octubre de 2019.
Doctorado en economía en Chicago, pero no un neoliberal militante, Edwards comenzó a pensar en este libro en los días posteriores al estallido. Llegó a Santiago en medio de las protestas y fue a Plaza Baquedano: participó de marchas, escapó de las bombas lacrimógenas y conversó con manifestantes. También se reunió con miembros de la élite política y económica, quienes estaban desconcertados. No entendían la paradoja: cómo en el país más exitoso de América Latina, el oasis, se había acumulado tal descontento.
Amigo de Arnold Haberger, tal vez el referente menos doctrinario de la Escuela de Chicago, Edwards se propuso hacer “un libro sin adjetivos, equilibrado, que contara la historia de este milagro que fue y que ya empieza a esfumarse”.
Ud. afirma que las bases del milagro las establece la dictadura. pero florece en democracia, con la Concertación.
A mí me sorprendió que el performance económico durante el periodo total de la dictadura fue muy pobre. En el libro tengo un cuadro que muestra que, al terminar la dictadura, el ingreso per cápita apenas ha subido desde el principio. La pobreza sigue siendo más del 50%. La inflación, 25%. Es decir, si uno toma la dictadura como un bloque, el rendimiento fue muy malo. Ahora, hay que dividirla en dos partes hasta la crisis cambiaria: el neoliberalismo inicial y luego el neoliberalismo pragmático, que es el de Büchi. Y esa segunda parte empieza a repuntar. El milagro estadísticamente sucede durante la Concertación. Lo que hace la dictadura es crear las bases.
¿Cómo entiende usted el neoliberalismo?
En el lenguaje coloquial se suele usar como una especie de insulto. Pero hablando seriamente, yo lo defino como un sistema donde el ámbito del mercado es extraordinariamente amplio y cubre casi todas las actividades: la educación, la recreación, la salud, las pensiones. Lo cubre casi todo.
¿Y este modelo de los Chicago Boys alcanza su mejor expresión con la Concertación?
Yo distingo varias etapas. Hay un neoliberalismo ortodoxo inicial en dictadura, luego muta con Büchi y la segunda generación de Chicago a un neoliberalismo pragmático que se preocupa del crecimiento y la inversión, y no les importa la inflación. Y termina la dictadura con una inflación de casi el 30%, no nos olvidemos de eso. Y después viene lo que yo llamo el neoliberalismo inclusivo, que ese sería la Concertación.
Un neoliberalismo con rostro humano.
Claro, así lo define Robert Barro, el profesor de economía de Harvard. En una columna en el Wall Street Journal él habló de Pinochet con corazón: el modelo pinochetista con corazón. Y el neoliberalismo inclusivo se acaba o empieza a morir con Bachelet 2. Piñera 2 lo sigue matando y yo asevero que el neoliberalismo definido de la manera en que yo lo definí ya cayó en Chile, no existe, no hay neoliberalismo en Chile. Hoy tenemos una economía de mercado, pero más que todo no sabemos para dónde vamos.
Puede resultar paradójico escucharlo decir que no hay neoliberalismo en Chile, cuando el modelo no ha sido modificado.
La educación con fines de lucro se acabó, la tasa de reemplazo en pensiones en el primer quintil es más del 100% gracias a la PGU, cosa que no se hubiera permitido bajo el neoliberalismo. Lo que tiene Chile es un sistema de mercado abierto en algunas cosas y en otras cosas muy restringido. Hasta Piñera 1 era un capitalismo salvaje, pero empiezan a cambiar las cosas: la creación de la Fiscalía Nacional Económica, la CMF (Comisión para el Mercado Financiero), todo el tema de la permisología. Y eso obviamente no estaba al principio. Entonces, el ámbito del mercado y la profundidad del mercado se han ido reduciendo. Y el poder del estado administrativo y la regulación han ido aumentando. Y lo que tiene Chile es un sistema capitalista que está muy lejos de ser neoliberal. En Chile nadie dice ser neoliberal, si le preguntas a Larroulet dice no fuimos neoliberales; le pregunté a Piñera y me dijo nunca fuimos neoliberales. Y al mismo tiempo otras personas dicen el neoliberalismo en Chile no se ha acabado. ¿Cómo no se acabó si nunca existió?
En el libro Ud. postula una tesis controversial, que las ideas de Milton Friedman y la Universidad de Chicago terminaron seduciendo a todos los economistas chilenos, incluyendo a quienes eran críticos en los 80: Foxley, Eyzaguirre, etc.
Quiero que se entienda que lo digo no como una crítica sino como algo positivo. El milagro chileno de verdad existe. Chile pasa de tener un ingreso per cápita idéntico a Ecuador y Costa Rica en el año 89, 3.300 y pico de dólares cada país, a tener el doble que Ecuador y 50% más que Costa Rica en 2019. El problema es que una vez que se agota ese modelo, que el impulso no se haya cambiado. Ahora, si uno piensa en la historia del pensamiento económico en Chile, en los años 80 todos estos economistas eran muy críticos del sistema de mercado, muy críticos de la apertura económica, del tipo de cambio libre, de la posibilidad de mover capitales de un país a otro, muy críticos de mantener el equilibrio fiscal, de los esfuerzos por una inflación baja. Todo eso era criticado. Y hoy el 99% de los economistas chilenos están de acuerdo en que la economía tiene que mantenerse abierta. Todos están a favor del equilibrio fiscal, nadie ha planteado fijar el tipo de cambio. Todas esas ideas que eran resistidas y criticadas por los economistas progresistas, hoy día no las cuestionan. El Nicolás Eyzaguirre y el Alejandro Foxley de los años 80 no reconocerían al Nicolás Eyzaguirre y al Alejandro Foxley de 2024. Todos seducidos, no por el ala más neoliberal de Chicago, porque que hay dos o tres Chicagos, pero en esencia Chicago siempre a favor de la apertura económica, la competencia, la inflación baja y el equilibrio fiscal. Todo eso era rechazado fuertemente por Cieplan y el grupo del PS.
¿En este sentido, cómo ve a Mario Marcel?
Mario es el que ha mantenido el ancla en este gobierno y ha logrado mantenerla en tres o cuatro cosas que son muy importantes. En primer lugar, la apertura de la economía. Fue Mario quien hizo las maniobras necesarias para que CPTPP fuera aprobado. Fue Mario quien hizo el ajuste fiscal, quien se preocupa que la inflación baje. Ahora, lo critican porque la economía no crece y porque no hace lo que los empresarios quieren. Lo que hay que recordar es que Mario Marcel es ministro del Presidente Boric, no del presidente Piñera. Pero yo creo que ha hecho una buena labor y el tema de los permisos y el impulso del crecimiento está en la bandeja de Nicolás Grau, que yo creo que también vio la luz, pero una luz muy tenue, porque es muy tímido.
En esta historia de éxito el punto débil es la desigualdad: ¿no era algo que preocupara a los Chicago?
Yo estuve cuatro años en Chicago, porque saqué el doctorado de una vez. Y nunca, nunca me hicieron una clase sobre desigualdad. Nunca. Y a mi esposa, que también sacó un doctorado, tampoco. Incluso en alguno de los textos de los profesores más importantes, George Stigler, el premio Nobel, dice que es una tontería pensar y hablar de la desigualdad. Y en el documental de Carola Fuentes (Chicago Boys) uno de ellos dice eso, es una tontería, la desigualdad es una cuestión de envidia, hay que preocuparse de la pobreza.
¿En qué medida los gobiernos de la Concertación fueron responsables de la desigualdad?
Yo creo que siempre lo tuvieron en mente, pero mientras creciera el país rápido, se podía dar uno el lujo de que cayera la desigualdad en forma gradual y lenta. Yo no creo que la Concertación haya ignorado la desigualdad, siempre fue una preocupación. Ahora, hay que recordar que cuando llega a la Concertación, la incidencia de la pobreza es como del 52 o 53, por ahí. Y cuando llega Bachelet 2, la pobreza es del 8%. O sea, hay un enorme éxito. El modelo neoliberal en Chile tuvo un éxito enorme, pero se agotó.
¿No vale, entonces, hoy día ser nostálgico de esa época?
Creo que hay que preocuparse de mantener lo valioso y lo útil de ese periodo y tratar de moverse y pensar en la próxima etapa. ¿Qué es lo que hay que mantener? Hay que mantener la inflación baja, la apertura de la economía, el tipo de cambio flotante, la competencia, y donde hay que mejorar fuertemente es en incentivos de inversión y especialmente el tema regulatorio. Y yo creo que ahí hay mucha queja y poca acción. Y una timidez enorme con el tema de cómo desregular. Y ahí habría que aprender a lo que está haciendo el ministro Federico Sturzenegger en Argentina, en el gobierno de Milei. Creo que hay que separar a Milei como personaje de lo que están haciendo en desregular.
¿Es necesario reformar el marco de regulaciones en Chile?
Mucho más que eso. La permisología en Chile es el resultado de reglamentos y regulaciones que se han ido apilando en el tiempo. Piensa que tú tienes una herida y tienes 24 parches curitas, uno sobre otro. Lo que hay que hacer es sacarlos todos, cauterizar y poner una venda moderna. Creo que lo que hay que hacer es derogar casi todas las regulaciones y reemplazarlas por una legislación nueva.
Y aparte de los incentivos para la inversión y el crecimiento, ¿qué haría con el malestar? ¿O es secundario?
No, no es secundario. Hay problemas muy serios de gestión en el malestar que se van acumulando. Por ejemplo, yo entro a Chile con mi pasaporte estadounidense y no tengo problemas, pero mis amigos que entran con el pasaporte chileno el tótem no les funciona. Es un problema de gestión. El problema hospitalario y el problema educacional son en gran parte un problema de gestión. El malestar hay que enfrentarlo en el muy corto plazo.
¿Podría haber riesgo de otra crisis social?
En una entrevista en La Tercera yo dije eso, Chile vive en un polvorín y nadie se da cuenta. Y la gente tanto de derecha como de izquierda me dijeron, se nota que tú vives fuera del país, aquí no va a pasar nada. Yo sí creo que eso puede suceder. Creo que el problema de la permisología en Chile es mucho peor de lo que ustedes creen, el problema del estancamiento económico es mucho peor de lo que ustedes creen y el problema de la desigualdad y el malestar también es mucho más peor de lo que ustedes creen.