Sebastián Edwards confidencia que su periplo para sufragar ayer en un colegio en Avenida El Salto en Recoleta, su histórico distrito de votaciones, duró cuatro horas. No sólo tuvo que realizar dos viajes a su residencia en Santiago, tras olvidar el carné de identidad, sino también utilizó el tiempo para visitar el Cementerio General.


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El economista de la Universidad de California (UCLA), de paso por Chile, cree que el gran perdedor del referéndum de ayer fue el Partido Republicano y estima que el reto hoy es enfocarse en la emergencia económica por la que atraviesa el país.

Son cuatro años de proceso constituyente que hoy se cierra ¿Cómo interpreta este triunfo de la opción “En contra”?

Demuestra que hay cansancio, hastío y el reconocimiento de que las cosas no estaban tan mal como se había dicho. La gente prefirió quedarse con lo que había. De todas formas, hace un mes dije que con esta elección no nos jugamos la vida. Sigue la vida de este país y hay que enfocarse en lo que viene para adelante, que es enfrentar la emergencia económica que vive Chile.

¿Quién es el gran perdedor y ganador de este proceso?

El gran perdedor es el Partido Republicano por testarudos, por extremistas. Por haber hecho una Constitución que más parecía su programa de gobierno y no haber aceptado muchas de las propuestas hechas por la Comisión Experta. El gobierno tampoco puede jactarse de un triunfo, cuando lo que pasa es que se vuelve al status quo, cuestión que ellos han denostado por tanto tiempo. El ganador es incierto, aunque podría ser Teresa Marinovic, entre otros. Hay un análisis que hacer sobre cuantos votos del “En contra” provienen de la derecha dura. Pero no cabe duda que esa contribución permite que el margen de diferencia entre ambas opciones sea tan amplio.

Además, y aunque requiere de análisis, el otro gran ganador es Ricardo Lagos, a pesar de que estaba por el ‘En Contra”. Esto porque se ratifica que la Constitución de Ricardo Lagos y Pinochet reformada no era tan mala y que todo el proceso y la historia que genera ese cuerpo legal no era tan desastroso. La figura de Ricardo Lagos significa “los 30 años”. Hay una clara manifestación que los 30 años no fueron un desastre como se había dicho.

¿Cuál es el ciclo que comienza ahora? ¿Seguirá la incertidumbre?

La incertidumbre nunca se anula completamente. Hay consenso en que no va haber un tercer proceso al menos durante los próximos años y eso es positivo. Hay que desdramatizar esto. Acá no ha pasado nada dramático. Se presentaron dos constituciones muy parecidas, que tienen su origen en el neoliberalismo de derecha, y una se impuso sobre la otra. No hay dramatismo en eso.

Está pendiente la emergencia económica que los políticos debieran dedicarse a resolverla. Hay una emergencia económica que tiene que ver con una falta de crecimiento, de aumento de los salarios, desempleo elevado, y falta de inversión. Eso hay que enfrentarlo a partir de mañana.

Tras el cierre del ciclo constituyente, ¿prevé un periodo de reformas a la actual Constitución?

Es claro que lo que va a terminar es la noción de hacer un cambio integral. Lo que hemos descubierto es que una Constitución tiene tantas aristas que es muy difícil que la gente apruebe un paquete. Lo que corresponde en los próximos 20 ó 30 años es ir enfrentando esos desafíos uno a uno en vez de tratar de reformar el paquete. La lección esencial es que cambiar toda la Constitución de una vez no da resultado. Se puede iniciar un proceso de cambios paulatinos a baja escala y acotada. Una cosa a la vez.

¿Qué significa para Gabriel Boric y las reformas este resultado?

Gabriel Boric puede estar aliviado de que no va a tener que firmar una Constitución que no era de su agrado, pero el resultado no es un triunfo. Para las reformas no hay mayor cambio. Acá no cambia nada. Luego del plebiscito, las reformas van a seguir estancadas y no van a ver la luz.

Acá no ha pasado nada. Seguimos con la misma Constitución y seguimos con los mismos problemas de desempleo, de crecimiento y de “achanchamiento”. Lo que sí es rescatable es la tranquilidad con que se produjo todo el proceso.

¿Cuál es el mensaje que entregó la gente con el proceso?

La población es mucho más inteligente de lo que se piensa y el mensaje y el acertijo al mismo tiempo es que la población es mucho más de centro. El gran puzle a averiguar es por qué a los partidos de centro les está yendo tan mal. Lo que la población ha dicho es que no quiere extremismos: no quiere una “plurinación” ni un país gobernado por personas extremadamente conservadoras y con una mirada desde la moral religiosa, que son los republicanos.

¿Dado que vaticina que las reformas “no verán la luz”, el trabajo del ministro de Hacienda, Mario Marcel, se podría ver diluido de ahora en adelante?

El rol de Marcel era asegurarse que esto no se desbocara por el lado fiscal e inflacionario. Y eso lo ha logrado con la colaboración del Banco Central. Marcel ha logrado su objetivo de fondo. Pero el que de verdad tiene que “ponerse las pilas” es Nicolás Grau (ministro de Economía). El problema de Chile es de crecimiento y ese es el encargo de Nicolás Grau.

Ha bautizado el periodo económico que vivimos como de “emergencia económica”. ¿Cómo se vienen los siguientes dos años?

Vamos a tener una recuperación del crecimiento, pero insuficiente. Alguien que quiera celebrar este pequeño repunte está tirando la toalla sobre el futuro de Chile. El país debiera crecer al 3,5% mínimo y eso no está en las posibilidades, a menos que se enfrente con audacia y creatividad todo el tema regulatorio. Ese tema está siendo enfrentado en forma tímida, parcial y con “parche curita”.

¿Ese será el gran lastre del gobierno de Boric?

El lastre podría ser por omisión: no haber hecho lo que había que hacer. Haberse concentrado en materias secundarias y equivocadas, como terminar con el extractivismo, lo que es una tontería. La responsabilidad es no haber reaccionado a esta emergencia económica, por la zozobra regulatoria.