Un reciente reportaje del Financial Times destaca que, aunque las mujeres jóvenes en economías desarrolladas superan a los hombres en educación y en las primeras etapas de sus carreras, la llegada de un hijo suele afectar significativamente sus trayectorias profesionales, originando lo que se conoce como la “penalización por maternidad”.
Antes de ser madres, muchas mujeres ganan incluso más que sus parejas. Sin embargo, tras el nacimiento de un hijo, enfrentan estancamiento en sus carreras al asumir roles laborales más flexibles y responsabilidades de cuidado infantil. Factores económicos y culturales, como los elevados costos de cuidado infantil y políticas fiscales, suelen priorizar la carrera de uno de los padres, generalmente en detrimento de las mujeres.
Datos de un estudio de 2024 indican que, en la mayoría de las economías, las madres tienen una probabilidad significativamente menor de estar empleadas una década después del nacimiento de su primer hijo. A pesar de que se espera que las madres trabajen, las normas de género persistentes implican que las mujeres continúan asumiendo la mayor parte de las tareas domésticas junto con sus roles profesionales.
Para abordar estos desafíos, tanto los responsables de políticas públicas como las empresas están implementando iniciativas que promueven arreglos laborales flexibles, mejoran la mentoría y ofrecen apoyo en temas de fertilidad. Este cambio hacia políticas laborales más amigables con la familia busca crear un entorno profesional más equitativo para las madres trabajadoras.
Este fenómeno está presente en todos los países del mundo. En Chile, según datos entregados por un estudio del Instituto Libertad y Desarrollo, en 2022, la tasa de empleo de madres en Chile fue de 63,1%, mientras que el promedio de la OCDE fue de 72,3%, ubicando a Chile entre los seis países con menor tasa de ocupación maternal. Aunque ha habido una mejora en la última década (de 54,7% en 2013 a 63,1% en 2022), la brecha con la OCDE se ha mantenido en alrededor de 10 puntos porcentuales.
Otra investigación del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes) reveló que, en el sector privado, los ingresos de las mujeres madres disminuyen en un 35%, mientras que en el sector público la reducción es del 20%. Estas diferencias se atribuyen a las condiciones laborales más favorables para las mujeres en el sector público en comparación con el privado.
A nivel global, la situación es similar. Según un informe de The Economist, en promedio, el 24% de las mujeres abandonan la fuerza laboral durante el primer año después del nacimiento de su primer hijo, y después de diez años, el 15% aún no ha regresado al trabajo. Además, en América Latina, el 38% de las mujeres trabajadoras dejan la fuerza laboral tras convertirse en madres, y el 37% aún no ha retornado después de una década.
Estos datos subrayan la necesidad de políticas públicas y prácticas empresariales que apoyen a las mujeres en la conciliación de la maternidad con sus carreras profesionales, promoviendo una mayor equidad de género en el ámbito laboral.