Señales de recuperación económica en las transacciones de la CuentaRut distingue el vicepresidente de BancoEstado, Pablo Correa, a la hora de analizar el escenario macroeconómico que enfrenta el país. Pero si bien hay elementos para pensar que lo peor ya pasó, existen otros, como el desempleo, que a su juicio serían permanentes. En medio de la pandemia, destaca Correa, la entidad ha realizado distintos pagos a través de la CuentaRut: el bono Covid, el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia, el bono clase media, totalizando $1,5 billones. “Creo que se ha hecho de forma eficiente, hay dudas respecto de si el diseño fue el mejor, pero BancoEstado demostró ser el gran ente pagador de la República”, subraya el economista.

¿Con la caída de 14% del Imacec de junio, la economía tocó fondo? ¿Cuándo parte la recuperación?

-Como banco tenemos una percepción de bastante alta frecuencia respecto del comportamiento de ingresos y gastos de la familia. Los que vimos a partir de julio, antes del retiro del 10%, es que después de tres meses de caídas en los ingresos y una contracción del gasto en las CuentaRut, los indicadores son más positivos, y se detiene la caída. Desde el punto de vista macro, diría que es un buen indicador, en tiempo real y por la capilaridad de la CuentaRut. Julio fue un mes de inflexión, e incluso uno podría pensar que para el Imacec de ese mes, que será negativo, podríamos dejar de ver caídas de dos dígitos.

¿Entonces la gente usó su 10% en consumo?

-Prácticamente la mitad de las personas que recibieron en la CuentaRut su 10% hicieron transferencias electrónicas en los días siguientes, y el segundo uso más importante fueron compras, es decir en torno al 15% del total inyectó esa plata en la economía, y un porcentaje menor, cerca del 10%, vino a sacar la plata en efectivo. En el comportamiento agregado, hubo un destino no menor para el pago atrasado de servicios, deudas, etc. Las compras, por su parte, debieran tener un efecto positivo en agosto.

¿Ese consumo cuánto puede apuntalar la economía?

-Si tomamos el último Ipom (Informe de Política Monetaria), que tenía un rango de caída del crecimiento de hasta 7,5%, diría que esa cifra se hace cada vez más lejana, y probablemente la caída del PIB (Producto Interno Bruto) este año esté en 4,5%, y en 2021 vemos un alza de 4,5%. Pero parte del 10% va a pagar cuentas de servicios o deudas, lo cual no tiene un efecto macro, y dentro del porcentaje de consumo hay una fracción relevante que va a bienes importados, que tampoco tiene un efecto de demanda. Lo que sí creo es que se ha generado un cambio en las expectativas, y se empieza a configurar esta sensación, que la avalan algunos datos, de que ya tocamos fondo y lo que viene ahora son noticias positivas.

En medio de este escenario viene el plebiscito por una nueva Constitución. ¿Cuánto puede incidir ese hecho en la recuperación?

-Desde una perspectiva de largo plazo, un país que cuestiona el pacto constitucional está incubando un problema, por lo tanto tendería a pensar que es positivo que a través de mecanismos institucionales se logre un nuevo pacto en el cual haya consenso, y que permita retomar una senda de desarrollo. Desde la perspectiva de la inversión, por supuesto que es preferible que haya un gran consenso respecto de la Constitución. Sería ingenuo o miope pensar que la Constitución actual cumple ese requisito.

Por otra parte, en el cortísimo plazo, efectivamente hay mucha incertidumbre respecto de cómo va a derivar este proceso. Lo que está claro, desde la perspectiva del inversionista, es que habrá un nuevo régimen constitucional, pero mientras no sepas cuál es, hay incertidumbre. Para reducir eso, es deseable un pacto aceptado mayoritariamente, pero también como país debiéramos reducir las incertidumbres que genera el proceso de redefinición constitucional, y en eso estamos bastante al debe.

Si bien el PIB crecería el próximo año, según sus estimaciones, el desempleo no siempre disminuirá en la misma proporción. Hay un rezago.

-Por lejos es el mayor desafío. Cuando partimos la pandemia, en marzo, escuchábamos que el objetivo de las políticas del gobierno era evitar que un shock transitorio tuviera un efecto permanente. Hoy, lamentablemente, vemos que habrá efectos que no se diluirán en el corto plazo, y el más relevante será el empleo. La crisis asiática, que fue menos dañina, nos llevó a un desempleo sobre 10% y tomó varios años reducirlo.

¿Sucederá lo mismo en esta oportunidad?

-Con la recuperación del Covid puede ocurrir algo similar, y por varias razones. Una de ellas es que las características sanitarias de la crisis adelantó ciertos cambios estructurales en el mercado laboral, forzó a reemplazar empleo por tecnología, y también generó que en aquellas empresas que vieron reducir su actividad, reducciones en el nivel de gastos de personal, y probablemente eso no se recuperará de forma instantánea. Esto generará ciertos bolsones de desempleo que son más perjudiciales para los segmentos que tradicionalmente pagan la cuenta, los menos calificados, juvenil y el migrante que llegó en los últimos años.

¿Considerando ese panorama, cómo están analizando la situación a nivel de políticas de riesgo de BancoEstado?

-En el balance del banco, y la industria en general, no ha habido una absorción de riesgo poco prudente. En el mundo hipotecario se postergaron cuotas, y creo que fue una buena medida que surgió espontáneamente por parte de la industria . Hemos concretado más de 370.000 postergaciones, y no han sido necesarios proyectos de ley como el que se discute en el Congreso, ni que haya garantías adicionales del Estado. Desde un punto de vista comercial, el Fogape fue un éxito, y la clave del proceso no estuvo solo en la garantía, sino en tener un producto homogéneo que forzó una competencia entre los bancos. Eso tendrá como resultado que empresas pequeñas y medianas, que no hubieran tolerado la crisis y deteriorado nuestro balance, lograron pasar los peores meses de la pandemia. La mora en el mundo comercial no ha aumentado de forma importante. Pero distinto es el consumo, que es muy sensible al ciclo y al empleo, y ha aumentado sus niveles de mora y ha generado aumento en las provisiones. Los resultados de la industria serán más bajos.

¿Y no tendrá impactos de cara a la implementación de Basilea III?

-El banco tuvo un aporte del Estado de US$500 millones tras octubre y se comprometieron otros US$500 millones en marzo. No hubiéramos podido emprender una acción contracíclica sin eso. Mirando lo que viene, el banco requerirá capitalizaciones adicionales, pero esos montos están demasiados pendientes de las normativas de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF). Algo que llama la atención, y que es un denominador común en las normas que hemos visto en consulta, es que el regulador ha decidido ir más allá de Basilea III, y hoy la prudencia diría que, dado el momento del ciclo en que se empezará a implementar, hace más sentido partir con una aplicación igual que el estándar internacional, y no más ácido.

El mercado del crédito puede ser muy cíclico, y lo que necesitamos ahora es que sea contracíclico, el sistema bancario es el mayor conductor de la política monetaria, no sacamos nada con tener un Banco Central muy activo si los bancos no pueden transmitirla.

Hemos visto empresas en reorganización, no solo Latam, también hay problemas en Enjoy, Hites y Corona. ¿Les preocupa algún sector en particular?

-El mundo corporativo está en general con muy buena situación de caja post octubre, y eso les permitió resistir el embate de los peores meses de la pandemia. Lo de Latam es más bien una excepción. Lo que vemos es que estamos saliendo de la crisis y no hubo una necesidad de crear ningún otro vehículo para salir al rescate de grandes empresas, algo sobre lo que hace tres o cuatro meses teníamos dudas. En general, vamos a lograr salir de la crisis sin que haya un daño permanente, o destrucción de empresas significativas.

¿Cambió la velocidad del Fogape con la nueva configuración del consejo, tras la llegada de un nuevo presidente?

-Esas críticas en la demora (de la entrega de los créditos Fogape) fue bastante injusta, en todos los proceso masivos BancoEstado siempre se lleva la parte más dura.

¿Entonces cambió la política de riesgo?

-En las políticas de riesgo, efectivamente, producto del Fogape, hicimos un relajamiento que nos pareció adecuado para aumentar el apoyo al mundo de microempresas. El resto siguen siendo las mismas.