La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA según sus siglas en inglés) reveló este jueves un informe que asegura que 2020 fue el segundo año más caluroso desde que comenzaron los registros históricos, sólo superado por 2016 y desplazando al tercer lugar a 2019.
De acuerdo al NOAA, la temperatura promedio de la superficie terrestre y oceánica en todo el mundo en 2020 fue de 0,98º C por encima del promedio, y sólo 0,02º C más fría que el récord de 2016.
Los océanos también están excepcionalmente cálidos. La temperatura global anual de la superficie del mar en 2020 fue la tercera más alta registrada a 0,76º C por encima del promedio del siglo XX; sólo 2016 y 2019 fueron más cálidos. Se observaron temperaturas récord en la superficie del mar en áreas de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.
Las desviaciones de la temperatura promedio anual del promedio de Europa y Asia fueron las más cálidas registradas, siendo la primera vez que ambos continentes tuvieron una diferencia de temperatura del promedio por encima de 2,0º C. América del Sur y el Caribe tuvieron su segundo año más cálido registrado, mientras que África y Oceanía alcanzaron su cuarto año más cálido registrado. América del Norte tuvo su décimo año más cálido registrado.
Sin hielo
El peor escenario transcurrió en el hemisferio norte, que vio su año más caluroso registrado en 1,28ºC por encima del promedio del siglo XX. Además, las temperaturas superiores a la media también redujeron el hielo marino del Ártico a mínimos históricos, cubriendo un promedio similar al de 2016, el más pequeño registrado. Además, el hemisferio norte vio menos nieve el año pasado, con el cuarto promedio más bajo desde 1967.
Varios estudios han determinado que los efectos del cambio climático son más pronunciados en el Ártico, donde pequeñas diferencias de temperatura pueden tener grandes consecuencias. De acuerdo a un análisis de la Nasa, también publicado hoy, se está calentando más de tres veces más rápido que el resto del mundo en los últimos 30 años.
“La pérdida de hielo marino del Ártico, cuya área mínima anual está disminuyendo en aproximadamente un 13% por década, hace que la región sea menos reflectante, lo que significa que los océanos absorben más luz solar y las temperaturas aumenten aún más. Este fenómeno, conocido como amplificación del Ártico, está provocando una mayor pérdida de hielo marino, el derretimiento de la capa de hielo y el aumento del nivel del mar, temporadas de incendios más intensas en el Ártico y el derretimiento del permafrost”, indica la agencia estadounidense.
Pequeñas discrepancias
Aunque el NOAA ha designado a 2020 como el segundo año más caluroso desde que se iniciaron los registros mundiales en 1880, existen algunas discrepancias entre organismos y sus mediciones. El análisis de la Nasa señala que las temperaturas superficiales promedio globales en 2020 empataron con 2016, mientras que la Organización Meteorológica Mundial todavía tiene a 2016 a la cabeza. En tanto, el programa europeo Copérnico también considera el empate entre 2016 y 2020, y la Oficina Meteorológica del Reino Unido clasificó a 2020 como el segundo año más cálido registrado.
Las discrepancias entre estos grupos se deben a diferencias sutiles en la forma en que explican las lagunas de datos en áreas del planeta que carecen de estaciones meteorológicas confiables, como las regiones polares o amplias franjas del océano.
Sin embargo, estas pequeñas diferencias son intrascendentes en el contexto más amplio del calentamiento global. Los siete años más cálidos del mundo han ocurrido desde 2014, y 10 de los años más cálidos ocurrieron desde 2005. También fue el 44° año consecutivo con temperaturas globales de la tierra y el océano, al menos nominalmente, por encima del promedio del siglo XX.
“El aumento de las temperaturas está provocando fenómenos como la pérdida de hielo marino y la masa de la capa de hielo, el aumento del nivel del mar, olas de calor más prolongadas e intensas y cambios en los hábitats de plantas y animales. Comprender estas tendencias climáticas a largo plazo es esencial para la seguridad y la calidad de la vida humana, lo que permite que los humanos se adapten al entorno cambiante de formas como plantar diferentes cultivos, administrar nuestros recursos hídricos y prepararnos para eventos climáticos extremos”, sostiene la Nasa.