2024 será el año más cálido de los últimos 175: por favor, que alguien se lo notifique a bahía Fildes
Los días de vino y rosas se han terminado. Lo que hasta ahora había sido tranquilidad y bonanza se ha tornado en furia y penuria. Ya les advertí que aquí el juego es así. Primero continuaron los problemas con la lancha lo que se sumó a una buena tormenta orquestada por nuestros solistas locales favoritos, Eolo y Poseidón. Así que hemos estado una semana sin poder remojar la escama, con el escozor que eso provoca en la piel del oceanógrafo; terrible. No obstante, siempre hay cosas que hacer, demasiadas cosas que hacer quizás.
Así que aprovechando este parón impuesto por Eolo, Poseidón y Tique empecé con la tarea poco glamurosa de procesar, visualizar y analizar los datos que hemos registrado hasta la fecha. Algo absolutamente necesario en nuestro rubro pero que no hará correr ningún río de tinta más allá de estas pobres líneas. En lo personal es una de las tareas rutinarias científicas que más me gusta, aunque les cueste creerlo y por más aburrido que les suene. Supongo que será deformación profesional, o quizás una pulsión personal que he podido canalizar a través de mi trabajo.
La cuestión es que tras unos días de análisis puedo confirmar lo que ya vislumbraba. Nuestra bahía Fildes está significativamente más fría que los tres años anteriores y aunque ya ha comenzado a calentarse lo está haciendo a un ritmo más lento.
Este 2024 que torna a su fin tiene el dudoso honor de ser el año más cálido del registro que partió hace 175 años. Esto quiere decir que en general el planeta que habitamos ha estado más caliente que nunca desde que los humanos empezamos a registrar estás variables de forma más o menos sistemática. Esta noticia sería muy llamativa si no fuese porque cual ¨día de la marmota¨ hace 365 días que se dijo exactamente lo mismo cambiado 2024 por 2023 y 175 años de registros por 174:
Babe I got you babe I got you babe
Pero evitemos que los árboles nos tapen el bosque. Este récord no quiere decir que en todos los sitios del planeta y durante todo el año hiciese más calor que el año anterior.
En concreto en nuestra zona de Antártica parece que el invierno de 2024 fue más frío que el de 2023 o el 2022, pero es que esos dos años registramos olas de calor marinas en nuestra bahía. Olas de calor marinas que son iguales que las atmosféricas que sufrimos los humanos y colapsan nuestros hospitales sólo que en las aguas costeras antárticas lo que hacen es alterar todo un ecosistema frágil y vulnerable mientras aceleran el deshielo de los glaciares que están en contacto con el agua.
Esto también lo observamos en nuestros datos y por ejemplo a finales de 2022 la entrada de agua de deshielo era mucho más evidente que este año. Por eso estos días sin terreno me hacen reflexionar si quizás este año sea el más canónico para esta zona del globo y los tres años anteriores fueron las anomalías. Por suerte eso me lo indican los datos históricos recopilados y generados por otros científicos.
La ciencia y sus conclusiones no son cosa de una persona solitaria encerrada en su laboratorio cual demente, por más que nos guste ese retrato caricaturesco. Hoy en día la ciencia se hace con gran cantidad de datos aportados por muchas personas, presentes y pretéritas, usando múltiples metodologías con diferentes alcances y escalas y sólo así podemos alcanzar las conclusiones más robustas posibles que nos ayuden a la hora de afrontar los desafíos que se nos avecinan como sociedad global y con problemas globales.
Por suerte los vientos australes que nos han azotado estos días se han calmado tras enfriar la isla y dejar alguna que otra nevasca pequeña. Todo ello para coronar la llegada del verano, si es que realmente ha llegado a estas latitudes hasta la fecha.
Ahora que Eolo y Poseidón vuelven a descansar es hora de que nosotros trabajemos de nuevo en el agua, lo que calma un poco el escozor de mis escamas y evita que mis reflexiones me lleven hacia territorios más sombríos, al menos de momento.
Diez horas después terminamos el primer muestreo después de nuestro obligado parón. Parece que tanta oficina estos días me ha entumecido y el muestreo me ha dejado más cansado que cuando repetíamos este baile un día sí y otro también. Por suerte los próximos días no se ve mal la meteorología y podré recuperar el tono mientras aprovecharemos a salir todo lo posible antes de que nos cierren de nuevo el boliche sin previo aviso. Pero todo eso los veremos en el capítulo de la próxima semana mientras les dejo con unas hermosas imágenes de los paisajes locales tras recibir un poco de base, en forma de nieve fresca, que tapa y corrige sus imperfecciones.
* El Dr. Juan Höfer, es oceanógrafo del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
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