El 1 de mayo de 2008, hace 15 años, se produjo la gran erupción del volcán Chaitén, la más violenta en Chile en casi un siglo, solo superada por la del volcán Quizapú (Región del Maule) en 1932.
El evento eruptivo, que significó la pérdida de una vida humana, generó la evacuación de más de ocho mil personas, arrasando por completo con la ciudad del mismo nombre. Esto último debido a la generación de lahares y el posterior desbordamiento de los cursos de agua cercanos.
Si bien es un volcán pequeño de tipo caldera, con un índice de explosividad volcánica de 5, es considerado el cuarto más peligroso del país. Está ubicado a 10 km al noreste de la ciudad de Chaitén, capital de la Provincia de Palena, en la Región de Los Lagos.
A raíz de la erupción, el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) creó la Red Nacional de Vigilancia Volcánica, y se fortaleció la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi), hoy llamado Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Senapred), para coordinar el monitoreo permanente de sismos y volcanes.
Álvaro Amigo, subdirector nacional de geología (s) de Sernageomin, señala que la erupción es parte del proceso normal volcánico que tenemos en Los Andes, “que acumula material al interior de la corteza terrestre, y que en algún momento debido a la presión interna, es liberado a través de una erupción. En este caso, el material emitido, fue bien característico por su viscosidad, muy rico en gases. Y eso hace que la erupción, sobre todo en las etapas iniciales, haya sido altamente explosiva, generando columnas eruptivas y todo el impacto que generó en la zona”.
Previo a este evento, el volcán no había tenido tenido erupciones registradas con mayo precisión. Sin embargo, antecedentes históricos hablan de dos, ocurridas en 1742 y 1835, respectivamente. Así como también, diversos estudios sostienen una erupción explosiva con flujos piroclásticos hace nueve mil años.
“No era muy conocida la recurrencia eruptiva del volcán. Si bien ya había ocurrido antes, no se tenía certeza de aquello, y por lo tanto, fue bastante sorpresiva”, añade Amigo.
Una de las principales enseñanzas que dejó de la erupción, sostiene Amigo, “fue la importancia de determinar cuáles son los volcanes que presentan actividad, que son potencialmente activos, con el fin de preparar a la población aledaña ante los eventos eruptivos y sus consecuencias. Es decir, el hecho de que se inicie una erupción tan explosiva cerca de un pueblo, y no estar preparado, fue la gran enseñanza de este evento, y que gatilló en la creación de la Red de Vigilancia de Vigilancia Volcánica de Sernageomin, que ahora monitorea los volcanes más activos del país y permite la elaboración de alertas tempranas, que es el gran cambio que ocurrió en el país producto de la erupción”, sostiene.
La erupción más violenta en casi un siglo
Todo comenzó a partir de las 20.56 de la noche del 30 de abril, cuando se inició un enjambre sísmico en la zona cercana al volcán, alcanzando Chaitén, Futaleufú y Palena.
Tras una serie de temblores, finalmente se desató la erupción, a partir de las 23.38 horas del 1 de mayo (un día después). Inicialmente se creía que correspondía al volcán Michinmahuida, situación que posteriormente se descartó. La actividad eruptiva finalmente fue por el lado norte del volcán, mientras que el material salió del cráter, de 200 metros, por el noroeste.
El subdirector nacional de geología (s) de Sernageomin explica que queda en evidencia que hay mucha infraestructura y población que se emplaza en sectores de potencial impacto a procesos naturales, “no solamente volcanes, pasa lo mismo con terremotos y tsunamis. Como lección hay que trabajar en planes reguladores de las zonas pobladas, y que se tomen decisiones de la manera lo más informada posible. Lo peor que puede ocurrir, es que se gatillen estos fenómenos, y que la población y las autoridades no tengan conocimiento de que algo podría ocurrir”.
Erupción del volcán Chaitén: unión de dos cráteres
La columna eruptiva, compuesta de cenizas y gases, alcanzó un total de 20 kilómetros de altura (ver fotografías) desde la cumbre del volcán, con un color blanco a gris claro.
Tras lo sucedido el 1 de mayo, cinco días después surgió un nuevo ciclo eruptivo con explosiones de mayor energía y fuerza, llegando a más de 30 kilómetros de altura. Esto se produjo debido a que los dos cráteres ubicado en el lado norte del volcán, se habían unido, formando una solo, con un diámetro de 800 metros.
No fue todo. El 7 de mayo nuevamente se presentó un pulso eruptivo (llamarada) en Chaitén, acompañado de descargas eléctricas. El volcán siguió con actividad visible durante semanas y meses posterior al gran evento inicial. Incluso se formó un nuevo domo, tras la generación de lava viscosa de lenta acumulación.
Posterior a la erupción, comenzó un proceso de reconstrucción de la ciudad. Mientras tanto, Palena funcionó como capital de la provincia.
“El volcán actualmente está vigilado instrumentalmente, y por lo tanto, se puede llevar un claro registro de lo que ha ocurrido desde la erupción a la fecha, y esencialmente se mantiene en un nivel de actividad normal, en un estado de alerta verde. No hay ningún indicio que indique la reactivación volcánica en el corto y mediano plazo”, finaliza Amigo.