A 6 mil metros sobre el nivel del mar en territorio boliviano se ubica el Uturuncu, una de las montañas más altas de la zona sur del país altiplánico. Frecuentemente visitado por escaladores, es también el hogar de un volcán semi dormido del mismo nombre, que posterior al megaterremoto de 2010 en Constitución -a 1.200 kilómetros de distancia-, inició un inesperado enjambre sísmico.

Pero en Chile, extrañamente, volcanes como el Villarrica, Llaima y el Láscar, más cerca del epicentro, no reaccionaron. Por otro lado, el Peteroa erupcionó siete meses después, y dos años más tarde lo hizo el Copahue. ¿Cuál es la razón de ese comportamiento?

El Dr. Cristian Farías, geofísico y director del Departamento de Obras Civiles y Geología de la Universidad Católica de Temuco, cuenta que “durante mucho tiempo se ha visto que hay volcanes que parecen activarse ante un terremoto. La mayoría de las veces se han reportado casos de volcanes que han tenido sismos y después del terremoto continúan con actividad durante un tiempo, pero en otros casos, como tras el terremoto del Maule en 2010, vimos volcanes que se hundieron. E incluso tenemos la erupción del Cordón Caulle, ocurrida 38 horas después del terremoto de 1960″.

“La gran pregunta es hasta qué punto el terremoto afecta al volcán como para generar algún tipo de respuesta y de qué depende, porque aunque a veces hay observaciones, se deben explicar de alguna forma”, agrega.

Foto: Daniel Basualto

El fantasma de la zona central

Cinco años después del evento en Constitución, cerca de las 20 horas del 16 de septiembre, la apacible localidad de Illapel sería el protagonista del segundo terremoto más grande del siglo, y el mayor en la Región de Coquimbo desde 1943.

El movimiento provocó una gran ruptura en la corteza, de 200 Km de largo por 80 Km de ancho. Sus ondas se sintieron en Buenos Aires y en Mendoza, y 15 minutos después, cuando las típicas construcciones nortinas de adobe yacían en el suelo, un tsunami alcanzó localidades costeras de la cuarta región, dejando un saldo de 15 fallecidos.

“Este terremoto ocurrió en una zona bloqueada tras el sismo de 1730, que es como el fantasma de la zona central de Chile” sostiene Farías.

“El movimiento rompió el contacto entre las placas al norte de La Serena hasta poco más al norte de Concepción. Estas placas se ‘desbloquean’ pero no de forma completa sino por partes, y otras quedan en tensión remanente, lo que genera terremotos cada cierto tiempo. En Illapel se suelen dar estos eventos, como ocurrió en 1730, 1876, 1880, 1943 y 2015. Nunca se libera la tensión completa de la zona. Después se acumula y vuelve a repetirse el ciclo”, añade.

“Debido a la tensión registrada, nosotros sabíamos que ese terremoto en algún momento iba a ocurrir, pero tras el sismo de 2010, a la zona, ya bloqueada con tensión y deformada, se le agregó una carga extra por el movimiento del Maule. Eso pudo hacer acelerado el terremoto en Illapel y por ello hoy sabemos que un gran sismo puede gatillar otro gran sismo”, sostiene el científico.

Sin embargo, no se trata sólo de los sismos. Datos históricos muestran que un año después del terremoto de 1943 en la misma localidad nortina, un lejano volcán sureño hizo erupción. Se trataba del Copahue, coincidentemente uno de los tres volcanes que, ubicados a más de 600 kilómetros de distancia, también sucumbieron ante el sismo de 2015.

Izquierda: mapa de Chile, incluida la distribución del deslizamiento del terremoto de 8.3 MW en Illapel, y las zonas de ruptura de los terremotos de 1906, 1943, 1960, 1985 y 2010. Derecha: Nevados de Chillán (arriba), Copahue (centro) y Villarrica (abajo).

Los tres volcanes

El Nevados de Chillán es un complejo compuesto por 18 volcanes, y ubicado a 581 Km de distancia de Illapel. A unos 100 kilómetros de ahí se ubica el Copahue, volcán con permanentes fumarolas producto de su actividad, distanciado a 692 Km de la ciudad nortina.

Más al sur aparece el Villarrica, uno de los más activos de Sudamérica, emplazado a 863 Km del epicentro del sismo en la cuarta región. Estos tres volcanes son parte de un estudio que por primera vez, fue capaz de evidenciar por qué estas estructuras fueron capaces de aumentar su actividad o de calmarse, incluso estando lejos del epicentro.

“En Chile este tema toma relevancia por que estamos acostumbrados a sentir los embates de terremotos y erupciones al menos cada una década. En este caso, la investigación evidencia datos concretos que vinculan las ondas sísmicas y los volcanes. Nos dimos cuenta que no todos se reactivan, sino que algunos lo hacen con características muy peculiares”, afirma el Dr. Daniel Basualto, del Departamento de Ingeniería en Obras Civiles de la Facultad de Ingeniería y Ciencias en la Universidad de la Frontera.

Basualto, junto a Cristian Farías, son autores de un estudio publicado en el Geophysical Research Letters, que tras cinco años de trabajo logró sumergirse en el comportamiento de estos volcanes tras un terremoto, así como la posibilidad que en el futuro se puedan predecir los efectos de estas estructuras tras un movimiento sísmico.

Los científicos mencionan que con la ayuda del Observatorio Vulcanológico de los Andes del Sur (Ovdas), se recopilaron datos de la actividad volcánica antes, durante y después del terremoto de 2015.

“Lo que hicimos fue analizar la respuesta de los volcanes con los datos del monitoreo y descubrimos que tras el terremoto de Illapel estos tres volcanes reaccionaron de una forma muy interesante. En ellos hay muchas fallas -no son sólo rocas- por donde puede subir el agua o el magma. Nuestra hipótesis se basaba que el terremoto no necesariamente afecta al volcán, sino que basta con que ataque a las fallas y éstas se encargan de desestabilizarlo posteriormente”, cuenta Cristián Farías.

“Observamos que no todos los volcanes hacen erupción, sólo lo hacían quienes estaban en un estado inusual de actividad volcánica, tal como el Copahue a 15 días del terremoto. Dependiendo de su ‘personalidad’ pueden demorar más, como el Chillán que tardó cuatro meses”, agrega Basualto.

“Es ahí donde toman relevancia las fallas geológicas o estructuras que hacen que el magma ascienda. Dentro, los volcanes tienen un sistema de ‘cañerías’ que conectan las cámaras magmáticas con la superficie. Nos dimos cuenta que los terremotos expanden estas ‘tuberías’ facilitando este ascenso, pero otras veces la cierran, y al hacer esto impiden que se generen las erupciones”, dice el científico.

“Uno pensaría que el terremoto ‘bate’ al volcán como una lata de bebida gaseosa, con presiones que derivan en una erupción, pero no es sólo el fluido el involucrado sino también las fallas que generan espacios para que éste corra”, sostiene Farías.

“Así, el Nevados de Chillán estuvo vinculado a fluidos de forma paulatina en el tiempo, de forma suave pero aumentando en energía hasta que en enero de 2016 tuvimos la primera explosión posterior al terremoto de Illapel, actividad que se ha mantenido hasta hoy. En el Copahue en tanto, inmediatamente después del movimiento vino una sismicidad debajo del volcán y después una erupción. Para el caso del Villarrica, tuvimos una controversia en cuanto a lo que podía ocurrir debido a su proceso eruptivo previo, pero finalmente se ‘desinfló' y se durmió”, asegura Daniel Basualto.

Para explicar esto, los científicos señalan que es muy importante la orientación de las fallas, que puede abrir o cerrar estos conductos de magma.

“Las fallas orientadas favorablemente harán que las ondas sísmicas deriven en el sistema de ‘cañerías’ y faciliten el ascenso del magma; también puede ocurrir que las estructuras no estén orientadas favorablemente y en vez de expandirse se cierren, y se acaba la erupción”, explica Basualto.

“Lo confirmamos en nuestra simulación. Si bien el terremoto afecta a las fallas, dependiendo de cómo estaban orientadas en los tres volcanes era el tipo de desestabilización que ocurría después. La pregunta es para dónde: En el Nevados de Chillán y Copahue, las fallas ayudaban a que el fluido subiera más rápido, y en el Villarrica el volcán se calmó porque el fluido se asentó en un lugar mas profundo”, asevera Farías.

Foto: Daniel Basualto

Posibles pronósticos

Cristian Farías explica que “en el mundo hay pocos casos en donde un terremoto haya afectado tres volcanes tan lejanos, y que hayamos sido capaces de modelar el por qué es muy importante. Pero esto también nos abre otras inquietudes”.

“Aunque la gente en Pucón sintió muy suave el terremoto de Illapel, el Villarrica igual reaccionó. Esto nos demuestra que los volcanes son muy sensibles ante estímulos externos y es raro, porque uno piensa en ellos como ‘edificios enormes’ imperturbables. Finalmente con movimientos pequeños sí le pueden ocurrir cosas: dos erupcionaron y uno se calmó”, agrega.

En Chile siempre hay terremotos, por lo que vale la pena preguntarse qué volcanes tienen mas potencial para hacer erupción. El terremoto que se espera en Valparaíso, ¿implica que el Tupungatito podría erupcionar? primero hay que estudiarlo, ver cómo llegan las ondas, que condiciones tiene, etc. no se trata sólo es el terremoto, sino todo lo que ocurre después”, dice Farías.

“Cuando analizamos las ‘secciones’ que se rompen de los terremotos en los últimos 500 años nos damos cuenta que si bien no son las mismas, se repiten: zona norte, Antofagasta, zona central o Valdivia, son partes de la misma placa oceánica que se rompen cada 200 o 300 años”, puntualiza Daniel Basualto.

“Por lo tanto, en volcanes con actividad recurrente con erupciones cada 50 años, nos podemos dar cuenta si evolucionan de forma independiente o por asociaciones de ciclos sísmicos”, añade.

“Este método podría ocuparse tanto en Chile como en otros lugares del mundo. Podemos hacer estudios por simulación de volcanes y con ayuda de los registros históricos saber cuáles están sobre su nivel base, pudiendo pronosticar que, por ejemplo, si hay un terremoto en el norte, qué volcanes podrían activarse”, afirma el científico.