El pasado 14 de marzo, recién iniciado su mandato, el presidente Gabriel Boric reconoció la posibilidad de que la Región Metropolitana se vea afectada por un posible racionamiento de agua, debido a la grave situación hídrica que vive la zona central.
El escenario ha obligado a buscar alternativas de abastecimiento, y muchos han mirado de reojo al sur de la capital, donde se emplaza una desconocida reserva de agua: el acuífero de Peñaflor, ubicado en la misma comuna, en la provincia de Talagante, a 37 kilómetros en dirección suroeste del centro de la capital.
Erika Álvarez, directora Centro Tecnológico TerritorioMayor de la Universidad Mayor, explica que este acuífero está conformado por depósitos consolidados, “con una alta capacidad de recarga”.
Desde la Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas, aunque no reconocen un plan explícito para este acuífero, si señalan que en la búsqueda de fuentes viables de suministro, se deben considerar las aguas subterráneas. A pesar de no ser visibles, explican, también son una fuente importante en el abastecimiento de consumo humano, agrícola y otros usos.
“Tenemos una red de monitoreo de pozos a lo largo del país, compuesta por 583 puntos de medición y esperamos llegar a alrededor de 660 a finales de este año; esto nos permite conocer con mayor exactitud nuestras aguas subterráneas para contar con más y mejor información para la toma de decisiones”, dice el organismo.
La Venecia chilena
Nibaldo Meza, alcalde de Peñaflor, señala que efectivamente Peñaflor es una comuna que por años se ha destacado por sus condiciones medioambientales, y específicamente por la disposición de agua. “Tenemos 19 canales que cruzan la comuna, además de diversos esteros, ríos y humedales. Entonces, tiene características, que incluso, hace muchos años atrás, la denominaran como la Venecia chilena, por la generosidad de sus aguas”.
Meza revela una anécdota. “Cuando la empresa Bata buscó un lugar para instalarse en Chile, hace muchos años, eligió Peñaflor porque en sus procesos productivos requerían de mucha agua, y la comuna era generosa en aquello”.
En caso de que la comuna y su acuífero sea una opción gubernamental debido al grave problema hídrico que afecta a la zona central, Meza establece “que nosotros siempre tenemos que ser generosos con los recursos de nuestra comuna, no podemos estar ajenos a este problema y eventualmente oponernos para que este recurso sea utilizado para solucionar un problema a nivel nacional”.
A pesar de la buena disposición, Meza aclara que para que esto ocurra (o al menos ellos estén de acuerdo), “habría que asegurar, a través de estudios, que la comuna va a seguir disponiendo de agua, tanto para consumo humano, como consumo animal y regadío. Es una condición necesaria, que cualquier comunidad requiere. Nosotros desde la alcaldía vamos a promover que el uso de los recursos naturales de la comuna sean utilizados de manera responsable”.
Ernesto Ríos, exdirector regional de la DGA, relata que existe un plan de trabajo en la zona, que buscará hacer pozos de 300 metros. “Seguramente se deben haber tomado decisiones fundadas, ya que si hay alguien que propone hacer pozos, significa que tendría que bajar a 300 metros con estudios de las napas subterráneas. A estas alturas del partido no se hacen los pozos con varitas o pensando que sería suerte encontrar agua. Se hacen con estudios y hay mucha tecnología”, dice.
Este proyecto ayudará a más de 400 mil habitantes de las comunas de San Bernardo, Puente Alto, La Pintana y El Bosque, los que dispondrán de mayor respaldo hídrico y un suministro de agua cada vez más seguro y resiliente.
Pero dicen que cualquier inversión no será a menos de cinco años. “Cualquiera que haga un hoyo pensando que el próximo verano ya no le va a servir, sería irresponsable”.
Álvarez dice que no sabe si se planea algún trabajo sobre este acuífero en particular. “De lo que sí tengo noción es que la Comisión Nacional de Riego, la Dirección General de Aguas y de la Dirección de Obras Hidráulicas, además de algunos privados, están trabajando en estudios asociados a la recarga de acuíferos”, explica.
En Fundación Chile han trabajado con el agua y el cambio climático hace décadas. Reconocen que este acuífero es una opción concreta y real, pero es a corto plazo, “ya que no tiene sostenibilidad a largo plazo, si solo se preocupan de sacar agua y no reponerla. Pan para hoy, hambre para mañana”.
Claudia Galleguillos, líder en Estrategias Hídricas de Fundación Chile, explica que Chile vive un terremoto silencioso desde hace varios años, dejándose sentir en el último tiempo a través de una sequía prolongada que llegó para quedarse, generando fracturas profundas en nuestra sociedad. Dice que somos el único país sudamericano que está clasificado dentro de los 30 países del mundo con mayor riesgo hídrico y entre los cuatro países donde los cambios serán acelerados. “Eso nos obliga a actuar rápidamente y con urgencia, pero mirando el impacto futuro de lo que hacemos hoy”.
En este contexto, “la cuenca del río Maipo que asienta cerca del 40% de la población de Chile, está clasificada novena entre 18 a nivel mundial entre los que enfrentan niveles “extremadamente altos” de estrés hídrico. Esto significa que más del 80% del agua naturalmente disponible para los usuarios agrícolas, domésticos e industriales se extrae anualmente, dejando a las empresas, pequeños agricultores y comunidades vulnerables a la escasez”, agrega Galleguillos.
Alta capacidad de recarga
Hoy Chile cuenta con la Guía de Recarga de Acuíferos Gestionada, en el marco del Plan Nacional de Recarga de Acuíferos de Chile. “Un ejemplo de acciones al respecto, es el generado en la cuenca del río Ligua (Región de Valparaíso) donde se realizó el primer proyecto piloto de recarga artificial de acuíferos en Chile impulsado por la Comisión Nacional de Riego, con el fin de hacer frente a múltiples problemas, como la sequía y la falta de agua potable”, agrega Álvarez.
Galleguillos señala que actualmente, gran parte del agua potable en Chile es abastecida por acuíferos, sin embargo, “la evidencia científica muestra que un alto porcentaje de acuíferos del gran Santiago se están deteriorando de forma preocupante. La Radiografía del Agua constató una reducción significativa en los niveles de los pozos en algunos lugares de uso intensivo en Chile, siendo un indicador que alerta de un posible agotamiento del recurso”.
Álvarez explica que al igual que el acuífero de Peñaflor, existen otros como el de Talagante, con una alta capacidad de recarga. “Sin embargo, para aseverar que es una opción, pensando en un acuífero libre, se debe demostrar que el tipo de suelo, como las actividades que se realizan sobre él, permiten generar las condiciones para que este infiltre, almacene y retenga el agua”, dice.
Álvarez recuerda que un acuífero requiere de un balance entre lo que se extrae y lo que se recarga y, “si no comenzamos a generar acciones articuladas, concretas, con visión del territorio y a sacrificar las tasas de producción para disponer de terreno como de usos que aporten a la recarga, es muy complejo generar una solución real”, adiciona la académica de U. Mayor.
Por lo que se puede apreciar en la cartografía o imagen satelital (a continuación), señala Álvarez, “está altamente fragmentado, con escasa cobertura vegetal y alta tasa de erosión. Tal vez exista una propuesta de recarga del acuífero que tenga subsanado estos temas, pero con la información de la cartografía no es posible aseverar esto”, comenta.
Explica que en términos sencillos acuífero significa “que contiene agua” y para que logre contener, almacenar y que esta agua circule necesita que los procesos de evapotranspiración, infiltración, escorrentía, humedad del suelo y del aire actúen correctamente, “sin embargo, existe sobreexplotación por incremento y profundización de pozos, desconocimiento de su dinámica a nivel de microcuenca, alteraciones por los usos del suelo de las tasas de evapotranspiración, perdida de ecosistemas estratégicos”, aclara.
Álvarez cree que para que la recuperación de acuíferos sea una alternativa viable hay que tener conciencia de como todas las acciones sobre una microcuenca influyen en la disponibilidad del agua. “Así como también considerar los procesos de contaminación difusa que afectan drásticamente la calidad de las aguas” añade.
Opción de mediano y largo plazo
Para que sea una opción de mediano y largo plazo, Álvarez, considera que primero se requiere compartir con los habitantes del territorio de las condicionantes y restricción que tiene su uso. “Relevar las memorias del agua que los habitantes de cada territorio guardan y evaluar cuales sectores tienen opción de recarga ante la crisis climática actual, generar estrategias colaborativas donde toda acción sobre el territorio aporte a mejorar las tasas de evapotranspiración, recuperación de ecosistemas estratégicos, aumentar las tasas de humedad, mejorar la estructura del suelo, disminuir la temperatura del suelo y de químicos adicionados al suelo, entre otros aspectos”, explica.
Galleguillos establece que las acciones de emergencia que se están planteando desde el Estado para abordar la escasez hídrica se enfocan en el uso de acuíferos y la implementación de desaladoras, pero sin tener un análisis robusto que asegure la sostenibilidad y equidad de las medidas. “Mirar como única solución las fuentes alternativas de agua y la profundización de pozos para el consumo humano no resuelve el problema de fondo, sino que deja en evidencia una inequidad en la distribución de los pasivos ambientales cuyo costo económico, social y ambiental termina recayendo en los ciudadanos”, señala.
La directora del Centro Tecnológico TerritorioMayor de la Universidad Mayor, añade que la situación hídrica en Chile es crítica y compleja, “la disponibilidad de agua superficial como subterránea ha variado negativamente, al igual que la cantidad-distribución de precipitaciones, temperaturas y nieves/glaciares alto andinos. Sin embargo, seguimos con la dinámica de extraer y cuando una fuente se agota seguimos con la siguiente, no tenemos conciencia ni normativa que obligue al que extrae agua a aportar con un porcentaje de la recarga a través de áreas para este fin y que aporten también a mantener la humedad natural y bajar la temperatura de los suelos”.
“Lamentablemente la Región Metropolitana concentra la mayor población del país y se sigue con la lógica de profundizar pozos, nuevas excavaciones, tranques, entre otros, sin entender que se debe hacer un esfuerzo por ahorrar, pero también de mejorar la humedad del suelo y generar acciones para la recarga, aunque sean acuíferos no muy atractivos para algunos por depender de aguas superficiales”, señala Álvarez.
La DGA asegura que se están haciendo “todos esfuerzos necesarios para garantizar el abastecimiento de agua a la población, tal como lo señala el nuevo Código de Aguas”.
Dice que las principales fuentes de abastecimiento de agua que utiliza Aguas Andinas, son los ríos Maipo y Mapocho, las que son complementadas con pozos que se abastecen de aguas subterráneas en diferentes puntos de la región Metropolitana”.
Asimismo, reconoce el organismo, “existen limitaciones al uso de las aguas subterráneas a través de las zonas de prohibición y áreas de restricción, así como también existen las reservas de caudales que se pueden dictar con fines de interés nacional”.