“Si bien con apenas cuatro días en lo que va transcurrido del año, no se puede decir mucho, si consideramos los últimos 35 días, es decir, desde que comenzó el verano meteorológico el 1 de diciembre, ya se pueden decir algunas cosas”, advierte Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago.
En términos de temperaturas máximas, el año pasado (2023) cerró en el top cinco de años más cálidos jamás registrado en Santiago. A nivel global, el panorama fue mucho peor. El mundo vivió su año más cálido jamás registrado.
Tal como se preveía, el verano meteorológico que comenzó recientemente ha presentado temperaturas sobre valores típicos. “Sin embargo, y afortunadamente, el verano no está hasta la fecha en el top 10 de veranos más cálidos registrados en Chile”, indica Cordero.
El Niño se debilita: temperatura máxima en Santiago promedia 29,2°C durante el verano
La máxima en Santiago ha promediado 29,2°C hasta la fecha en lo que va del verano. “Muy lejos de los 31,4°C registrados entre el 1 de diciembre y el 4 de enero de 2019- 2020. A modo de referencia, a la misma fecha del año pasado, el verano promediaba máximas de 31,2° en Santiago”, señala Cordero.
Estas diferencias de temperatura ayudan a entender por ejemplo, por qué la temporada de incendios ha sido hasta la fecha menos activa que la del año pasado. De acuerdo a cifras de la Conaf, la superficie quemada es casi un 70% inferior esta temporada que la que se había registrado a igual fecha el período anterior.
Pese a lo anterior, la proyección estacional no ha cambiado, aclara Cordero, “y se espera aún que las temperaturas en el verano se mantengan sobre valores típicos. Sin embargo, la pronunciada caída registrada en el último mes en la temperatura superficial del Pacífico tropical frente a las costas de Perú y Ecuador (zona 1+2), hacen abrigar esperanzas de que el verano no sea uno de los mas cálidos jamas registrados”.
Aunque el debilitamiento del fenómeno de El Niño podría favorecernos, aún tendremos que esperar. “Nos quedan los dos meses más cálidos del año por delante”, sostiene el climatólogo.
El Niño, en la zona 1+2, fue uno de los tres más intensos registrados en los últimos 50 años. “Sin embargo, ya alcanzó su peak y comenzó su debilitamiento. Esas son buenas noticias para Chile, porque disminuyen los chances de tener un verano extremo. Pero es aún muy pronto para bajar la guardia, aunque El Niño se encuentra debilitado aún persiste”, establece Cordero.
“Hay que tener presente que El Niño se llama así por la Navidad. Es por eso que su peak en general coincide con el fin de año”, añade.
El Niño se debilita: este es el pronóstico para el verano
La Dirección Meteorológica de Chile (DMC) presentó recientemente la proyección climática para enero, febrero y marzo de 2024 en todo el país.
De acuerdo al organismo, se anticipa un verano muy caluroso, con condiciones de lluvias bajo lo normal dominando desde el tramo sur de la Región del Maule hasta la Región de Magallanes.
También se espera que las temperaturas máximas sean más altas de lo normal desde la Región de Arica y Parinacota, hasta la Región de Los Ríos. Las regiones de Aysén y Magallanes tendrían una condición de alta incertidumbre.
Añade que se visualizan temperaturas mínimas con una tendencia a más altas de lo normal desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región de Aysén.
El Niño, que se asocia a un calentamiento anómalo sobre el océano Pacífico ecuatorial y a una respuesta atmosférica a este calentamiento, provoca en nuestro país, una condición más lluviosa entre los meses de mayo a noviembre aproximadamente entre la Región de Coquimbo y Los Lagos, añade el informe.
El último verano bajo condiciones de El Niño intenso fue el de 2016, el que se caracterizó, al igual que los veranos siguientes, por el registro de temperaturas récord. Por ejemplo, Los Ángeles anotó 42,2°C durante enero de ese año, mientras que Santiago registró 37,6°C en diciembre.
El climatólogo señala que en general, las altas temperaturas y los valles de la zona central, coinciden con una configuración sinóptica que favorece el viento desde la cordillera. Cuando el aire baja la ladera, se comprime y calienta. Estos vientos cálidos desde la cordillera al mar siempre han provocado altas temperaturas, pero este año, la influencia del calentamiento global y El Niño, podría hacer que provoquen temperaturas récord.
Santiago promedia 29,2°C durante el verano: término de la megasequía
El año pasado estuco marcado por una serie de récords de temperaturas y/o precipitaciones. En las últimas temporadas, Chile se había acostumbrado a tener un final de primavera calurosa, sin lluvia y con temperaturas de verano. Pero esta primavera fue distinta.
Noviembre se convirtió en el más lluvioso de los últimos 13 años con 28,4 mm de agua caída, aunque aún lejos de 2010, que alcanzó 37 mm de lluvia. En 2021, 2020, 2019, 2018, 2017 y 2016 no llovió. El récord histórico absoluto de precipitaciones para noviembre es de 1978 con 82 mm, seguido por 2004 con 59 mm.
Además, fue el séptimo noviembre más lluvioso registrado en la capital en los últimos 70 años y la primavera meteorológica que acaba de finalizar entró en el top 5 de primaveras más lluviosas registradas en la capital desde 1950. También es la con más precipitaciones desde el año 2000, es decir, la con más agua caída en 23 años.
Cordero dice que “los últimos seis meses en la zona central (entre la Región de Valparaíso y la Región de Ñuble) fueron los más lluviosos desde 1997, es decir, en largos 25 años”.
Las precipitaciones del último semestre fueron suficientes para asegurar que, entre la Región de Valparaíso y la Región de Ñuble, el año cierre con un pequeño superávit de precipitaciones por primera vez desde 2008.
En Santiago, el año pasado anotó 310,7 mm de agua caída, muy cerca del anterior récord de 2008, cuando la capital registró 350,8 mm de agua caída.
“Aunque 2023 cortó el período 14 años con déficits consecutivos en la zona central, terminando estadísticamente la megasequía, las consecuencias de ésta no han sido superadas, ni lo serán en el corto plazo. Un año de superávit no puede, ni remotamente, compensar los daños provocados por 14 años consecutivos de déficits”, agrega.
Por ejemplo, “aunque en algo se recuperaron los niveles en algunos reservorios y embalses, los niveles están lejos de ser los normales. Lo mismo sucede con los niveles de los acuíferos”, indica Cordero.