2022 estuvo marcado por intensas y consecutivas olas de calor, es decir, tres o más días con temperaturas por sobre el promedio de acuerdo al mes del año. Y 2023 no se quiere quedar atrás. Si bien el fenómeno de La Niña ayuda a que los termómetros no se eleven de sobremanera, de todas formas la estadística indica cifras elevadas. Apelando a un viejo chilenismo, “caerán los patos asados”.
Enero promedió 1°C sobre valores típicos, y febrero comenzó con temperaturas extremas, estadísticas que podrían acercarlo a los febreros más calurosos de la historia.
Según la estadística de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), desde la mañana del miércoles hasta la tarde del jueves se espera un evento de altas temperaturas en la Región Metropolitana, donde se esperan máximas entre 35°C y 37°C en los sectores cordilleranos y el valle. Asimismo, se esperan altas temperaturas hasta la tarde del viernes 10 de febrero en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O’Higgins, Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía en las zonas del Valle y Precordillera.
Esto, porque de acuerdo a la DMC, el pronóstico estacional para el primer trimestre, hasta abril de este año, las temperaturas de gran parte del país presentan temperaturas por sobre lo normal y se espera continúen así, sobre todo desde la región de Coquimbo hacia al sur.
“Estamos con la alarma en toda la zona sur, entre Ñuble-Biobío hasta el día jueves 9, en los sectores del valle y precordillera esperamos temperaturas de entre 34°C y 36°C y mañana jueves sería el peak de 35°C a 37°C en ambas zonas” señala Edita Amador, meteoróloga del Centro Nacional de Análisis de DMC. Sin embargo, las altas temperaturas “van a ir decreciendo en esa zona” añade Amador.
En la zona del Ñuble, el viernes se esperan 32°C, y las temperaturas van a ir bajando hasta el fin de semana, alrededor de los 30° y en Biobío entre 29°-28°C, “esto porque se viene aproximando un sistema frontal, entonces va a venir humedad desde la parte sur y va a afectar desde la zona de Chillán hacia el sur” señala la metereóloga.
Humo y sensación de calor
Según el Sistema de Información Nacional de Calidad del Aire, los niveles de material particulado MP10 y MP25 están en un nivel “regular”. No obstante, ver este nivel de polución en la capital en pleno verano, ha llamado la atención de la población. ¿Afecta también a que el humo nos dé más calor?
Contrariamente a lo que no podría pensar, el humo puede hacer que la temperatura máxima caiga algunas décimas. Esto se debe a que el humo atenúa la radiación solar y evita que la temperatura del suelo aumente. “En otras palabras, la temperatura máxima diaria sería aún más alta si la ciudad de Santiago no estuviese cubierta por humo” explica Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago.
Pero, el humo presente en los Valles de la zona central no solo es tóxico y perjudicial para la salud humana, sino que además tiene efectos sobre la radiación solar. “Atenúa la radiación solar disminuyendo su intensidad, y también es capaz de refractar, es decir desviar, la luz solar” añade Cordero.
Respecto a los atardeceres más “rojizos” que se han visto durante los últimos días en Santiago, el climatólogo explica que el efecto del humo en la trayectoria de la luz es particularmente obvio en los atardeceres. “Aunque los atardeceres rojizos pueden parecer románticos, son una indicación de la presencia de humo tóxico refractando, es decir desviando, la luz solar”.
A pesar de lo anterior, las temperaturas superiores a los 30° en esta época, “significan un alto riesgo de incendios forestales” recalca el especialista. Aunque tanto las temperaturas como el viento se encuentran en rangos altos, no se encuentran en rangos extremos. Esto significa que, aunque es previsible que el área quemada continué aumentando, no se espera que lo haga al insólito ritmo observado a fines de la semana pasada cuando las temperaturas rompieron su récord histórico en la zona de Chillán.
“Siempre es posible que temperaturas récord como las observadas a fines de la semana pasada se repitan, sin embargo, no hay pronósticos que indiquen riesgo inminente de que algo así pueda pasar. Lo anterior, subraya el carácter excepcional de lo vivido el viernes pasado en la zona centro sur de Chile” comenta Cordero.
Incremento histórico de temperaturas
Las altas temperaturas de los últimos días en Santiago - que no se comparan a la ola de calor que recibimos/sufrimos a fines del año pasado - nos invitan a recordar que debemos y deberemos lidiar con esta condición de forma cada vez más frecuente, donde la necesidad de protegernos del calor extremo se hace cada vez más relevante, donde decir “me muero de calor” podría transformarse en literalmente eso, morir de calor.
“Si consideramos la estación meteorológica de Quinta Normal y comparamos la media de las temperaturas máximas del periodo 1950-1979 con las de los últimos 30 años podemos ver que estas se han incrementado en 1,1°C, mostrando un aumento del orden de 0,15°C/década”, señala Ignacio Toro, ingeniero y Diplomado en Cambio Climático y Desarrollo Bajo en Carbono de la Universidad de Chile.
En este contexto de mayor temperatura, cabe preguntarse como fue el 2022 con respecto al contexto histórico de las temperaturas máximas. Para esto, se presenta la temperatura máxima diaria registrada desde 1950 hasta 2022 en la estación Quinta Normal, marcando en rojo los percentiles 10, 50 y 90%, destacando en mayor medida los registros de 2022 que superaron el percentil 90%. En otras palabras, 65 días de 2022 se encontraron en el 10% más alto de todas las temperaturas máximas registradas desde 1950.
“Nos encontramos en una situación donde cada vez experimentamos temperaturas extremas que van rompiendo todos los records, lo cual más que anecdótico se torna peligroso, considerando la insuficiente infraestructura, tanto pública como habitacional para hacer frente a las cada vez más frecuentes olas de calor y potenciales golpes de calor”, añade Toro.
De acuerdo al número de Alertas Rojas (35°C), se estima que el 60% de estos eventos se concentra sólo en los últimos 10 años, lo cual refuerza que los cambios que estamos viviendo no tienen precedente en la historia reciente, presentando un desafío a escalas no analizadas hasta hoy.
Actualmente, en promedio se observan 1,3 Alertas Rojas al año al considerar el periodo 1993-2022, mientras que se estiman 3,0 Alertas Rojas al año si se utiliza el periodo 2013-2022. “En ese sentido, resulta indispensable entender y cuantificar la situación que se podría vivir en el futuro, con el fin de tomar las decisiones adecuadas a tiempo, planificando y desarrollando las políticas públicas y privadas necesarias”, agrega Toro.
Las proyecciones medias móviles en 30 años de acuerdo a la Estación Quinta Normal de días en Alerta Roja (temperatura máxima mayor o igual a 35°C) hasta 2060 y 2100, estimadas a través de modelos de cambio climático para dos posibles escenarios de emisiones, los SSP 2-4,5 y 5-8,5, representativos de una condición business as usual y worse case, presentan resultados que dependen fuertemente del escenario de emisiones de gases de efecto invernadero que se considere, mostrando una mayor diferencia e incertidumbre hacia fines de siglo.
Si se considera como estimación el percentil 50% de las proyecciones, para 2060 se tendría entre 3,0 y 4,3 eventos al año, entre el doble y el triple de la frecuencia actual. Mientras que para 2100 “experimentaríamos entre 6 y 21 Alertas Rojas al año, es decir, de 4 a 16 veces la frecuencia actual”, concluye Toro.