El 9 de septiembre, el Glaciar Colgante Queulat, ubicado en el Parque Nacional del mismo nombre, en la Región de Aysén, sufrió un impresionante desprendimiento. De acuerdo a las mediciones científicas, la masa helada perdió 0,004488 km2, lo que equivale casi a media héctarea. Con un perímetro de 398 m, la pérdida es similar a la mitad de una cancha de fútbol profesional.
No fue el único. El glaciar, que tiene una superficie total de 22,6 km2, volvió a experimentar hace unos días un segundo desprendimiento. Tras el primer evento, un grupo de investigadores, climatólogos y glaciólogos, estimaban que, considerando el comportamiento del glaciar y su velocidad de desplazamiento, además de una serie de grietas en la parte posterior, un segundo episodio de similares características podría ocurrir en el corto plazo, hecho que finalmente sucedió.
Según el inventario nacional de glaciares 2022, el Queulat se caracteriza por su espectacularidad, al estar literalmente “colgando” frente a una imponente pared de roca, que le ha dado fama como atractivo turístico, y también por sus numerosos registros de caídas de bloques de hielo, nieve y agua desde su frente, como los registrados en 2014, 2018 y 2019.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que el flujo es la característica principal de los glaciares, así que no es extraño que debido a ese flujo se generen de vez en cuando desprendimientos en el frente glaciar. “Debido al cambio climático en distintas partes del mundo se ha observado no solo pérdida de masa por derretimiento, sino también en algunos casos, flujo glaciar acelerado”.
Francisco Fernandoy, glaciólogo de la Universidad Andrés Bello, señala que el avance del glaciar es un proceso natural e inevitable, que ocurre normalmente por la acción de la gravedad, por lo que el flujo de hielo es esperable, “Lo que estamos observando ahora es cómo se acerca al borde colgante del glaciar un bloque de hielo o serac (bloque grande de hielo fragmentado por importantes grietas en un glaciar, cuya rotura se debe al movimiento del hielo por zonas donde la pendiente se quiebra)”.
Fernandoy explica que en la práctica es el mismo sector del desprendimiento anterior, que es la zona donde existe un gran salto delimitado por una pared de roca. “Solo este año hemos presenciado eventos como los de Pakistán en mayo, el fatal evento ocurrido en los Alpes Italianos o el impresionante desprendimiento de Kirguistán (Asia Central) captado por un grupo de exploradores en la región. Todos estos eventos ocurrieron durante 2022″.
Este año, la Región de Aysén ha presentado anomalías de temperatura extremas en los registros meteorológicos, lo que podría haber desencadenado lo sucedido en dos oportunidades. Se suma la presencia de ríos atmosféricos como una de las causas.
Cada vez más frecuentes e intensos
En agosto se presentó una condición de temperatura atmosférica de aproximadamente 1ºC por sobre el promedio de los años 1951 a 1980, usado normalmente como referencia de temperaturas actuales. “Precisamente algunas de las zonas más afectadas fueron Europa, Asia (región de las montañas de los Himalayas) y la Antártica”, añade el glaciólogo de la Unab.
Cordero añade que el alza en la temperatura global está haciendo cada vez más frecuentes e intensos los eventos extremos, entre los que se incluyen tanto las olas de calor como las lluvias torrenciales. “A dichos eventos, a una sucesión de los mismos, nuestro país es especialmente vulnerable. Por ejemplo, las olas de calor pueden intensificar los derretimientos superficiales y eventualmente desestabilizar paredes glaciares. Lluvias anómalas intensas también pueden contribuir a acelerar desprendimientos glaciares”.
Aunque no necesariamente podría ser el caso de este glaciar, el flujo acelerado conduce en general a desprendimientos cada vez más frecuentes. “En los desprendimientos podrían estar influyendo además las cada vez más frecuentes olas de calor. En latitudes altas, incluida la Patagonia y la península Antártica, éstas están asociadas a incursiones de masas de aire cálido y húmedo, proveniente del trópico. La frecuencia de estas incursiones parece haber aumentado en las últimas décadas”, añade Cordero.
Por ejemplo, añade el climatólogo, “en la zona en la que se ubica este glaciar específico ha habido en los últimos dos meses tres olas de calor. Una a inicios de septiembre, otra a fines de septiembre, y otra durante esta misma semana. Es posible que las altas temperaturas asociadas a incursiones de masas de aire cálido hayan jugado un rol en en los dos desprendimientos registrados en los últimos dos meses en este glaciar”.