La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, Nasa, ha confirmado la misión Dragonfly a la luna Titán, autorizando a continuar con el trabajo de diseño final y fabricación de la nave, que se espera lanzar en julio de 2028.
Se trata de un revolucionario dron de propulsión nuclear del tamaño de un automóvil, que planea sobrevolar y aterrizar en las arenas ricas en materia orgánica de la gran luna de Saturno, la que totaliza cinco mil kilómetros de territorio con mares y ríos de metano y etano.
Dragonfly, la única misión de la Nasa a la superficie de otro mundo oceánico, está diseñada para investigar la compleja química que es precursora de la vida. El vehículo, que construirá y operará el Laboratorio de Física Aplicada (APL) de Johns Hopkins, estará equipado con cámaras, sensores y muestreadores para examinar áreas de Titán, que se sabe contienen materiales orgánicos que pueden haberse mezclado previamente con agua líquida. ahora congelados en la superficie helada.
La Nasa da luz verde a Dragonfly, la misión que promete revolucionar los viajes al espacio
“Dragonfly es un esfuerzo tan audaz, como nada que se haya hecho antes”, señaló a través de un comunicado Elizabeth “Zibi” Turtle de APL, investigadora principal de Dragonfly.
“Me inspira la forma en que nuestro equipo ha superado desafíos repetidamente trabajando juntos y pensando de manera innovadora. Hemos demostrado que estamos preparados para los próximos pasos en el camino hacia Titán y seguiremos avanzando con la misma curiosidad y creatividad que han llevado a Dragonfly hasta este punto”, añadió.
El equipo de Dragonfly ha logrado importantes avances técnicos, entre ellos: una progresión de pruebas de los sistemas de guía, navegación y control de Dragonfly sobre los desiertos de California que se asemejan a las dunas de Titán; múltiples pruebas de sistemas de vuelo en los exclusivos túneles de viento del Centro de Investigación Langley de la Nasa; y ejecutar un modelo de módulo de aterrizaje instrumentado a gran escala mediante simulaciones de temperatura y presión atmosférica en la nueva Cámara Titan de APL.
Dragonfly es una sonda de exploración, una especie de dron robótico, con cuatro rotores dobles (octocóptero), los que tendrán aproximadamente 1 metro de diámetro, viajando a una velocidad de 36 km/h a una altitud máxima de cuatro kilómetros.
Estudiará la superficie, la atmósfera y los depósitos de líquido de la luna de Saturno, buscando evidencia química de vida pasada o existente. La nave estará diseñada especialmente para trabajar en condiciones extremas, puntualmente a una temperatura de -179,2°C.
Natalia Inostroza, directora del Núcleo de Astroquímica y Astrofísica de la Universidad Autónoma, explica que esta luna es muy parecida a nuestro planeta Tierra en cuanto a su tamaño, además de tener atmósfera, tiene lagos, ríos y montañas . “Dragonfly va a ser muy relevante porque en realidad toda la química que hay ahí , que se conoce por misiones anteriores como Cassini-Huygens, que es o sería una química prebiótica”, sostiene.
Por ejemplo, en Titán existen ciclos semejantes a los observados en el agua, “tales como procesos de condensación, de evaporación, de congelación, salvo que en este estos procesos ocurren por el metano, conocido en la Tierra como gas natural. Titán está formado por nitrógeno casi en un 90% de su composición, el restante 10% aproximado se compone de metano, entre otros”, añade la académica.
“Por lo tanto, esta misión pretende estudiar esta química prebiótica presente, que dio origen a las primeras formas de vida en nuestro planeta. Esto es a lo que apuntan las investigaciones de esta misión”, indica Inostroza.
Las condiciones de esta luna hacen que podamos encontrar una química que conecta con el momento del origen de la vida en nuestro planeta. “Así que esa es la relevancia de esta investigación en general, que apunta - justamente- a conocer los misterios sobre cómo fuimos de una química prebiótica a la química que hoy conocemos que está relacionada con la vida tal y cual la conocemos”, agrega esta última.
La Nasa da luz verde a Dragonfly: equipamiento científico
La misión Dragonfly, para conseguir sus objetivos espaciales, cuenta con un equipo técnico y científico de primer nivel. Estos son sus cuatro principales componentes:
1. DraMS (Dragonfly Mass Spectrometer): es un espectrómetro de masas para identificar componentes químicos, especialmente aquellos relevantes para procesos biológicos, en muestras superficiales y atmosféricas.
2.DraGNS (Dragonfly Gamma-Ray and Neutron Spectrometer): consiste en un generador de neutrones pulsados de deuterio-tritio, además de un conjunto de espectrómetros de rayos gamma y otro de neutrones para identificar la composición de la superficie bajo del módulo de aterrizaje.
3. DraGMet (Dragonfly Geophysics and Meteorology Package): el cual se trata de una estación meteorológica que incluye un sismógrafo.
4. DragonCam (Dragonfly Camera Suite): conjunto de cámaras tanto microscópicas como panorámicas, para fotografiar el terreno de Titán desde el aire y se puedan analizar posibles lugares de aterrizaje de interés.
En la misión hay un chileno
Titán, la luna más grande de las 31 conocidas de Saturno, es uno de los lugares más fríos del Sistema Solar y uno de los pocos cuerpos celestes que tiene atmósfera. Por ser similar a la Tierra primitiva, podría proporcionar pistas sobre cómo surgió la vida en nuestro planeta.
La misión, que será lanzada en 2028 y tardará ocho años en llegar a Titán, es liderada por la Universidad John Hopkins (Maryland, EE.UU.), mientras diversos laboratorios de la Universidad Estatal de Pensilvania colaboran en su producción.
En el Laboratorio de inteligencia y autonomía de vehículos aéreos, Tomás Opazo, ingeniero eléctrico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la U. de Chile -actualmente candidato a doctor en ingeniería aeroespacial de la U. Estatal de Pensilvania-, trabaja en el análisis de las trayectorias del dron y en el control óptimo para que su descenso hacia Titán sea seguro y controlado.
Opazo fue parte del equipo que ideó y comenzó a desarrollar el proyecto SUCHAI, mientras aún era estudiante de Ingeniería Eléctrica en la FCFM. Tras el éxito del proyecto -que logró lanzar el primer nanosatélite construido en Chile al espacio-, el equipo se planteó la meta de expandir el área en el país, y para ello era necesario partir a especializarse al extranjero.