El 21 de abril de 2007, un terremoto sacudió el extremo sur del país, con epicentro en las cercanías de Puerto Aysén, y acompañado de un tsunami que generó olas de más de 6 metros. De las 10 personas que fallecieron, solo se recuperaron los cuerpos de cuatro de ellas.

Ahora, un nuevo estudio, publicado en la revista Journal of Geophysical Research, dependiente de la Unión Americana de Geofísica de EE.UU. y dirigido por Angelo Villalobos y Gabriel Easton, geólogos de la Univesidad de Chile, reveló que un enjambre sísmico fue el que provocó el terremoto, que tuvo una magnitud 6,2 y el que generó un posterior tsunami.

Además, la investigación demostró que la falla Liquiñe-Ofqui se encuentra activa, y que se suma a otras varias en el país que se encuentran en igual condición.

Los geólogos analizaron estas grietas en la corteza terrestre, generalmente formadas en los límites entre las placas tectónicas de la Tierra. Además, la investigación concluye que hay fallas que no se rompieron y podrían volver a hacerlo en el futuro, generando nuevos y violentos sismos.

En Chile existen diferentes fallas, las principales son: de Atacama, de Ramón, de Pichilemu, de Reigolil-Pirihueico, Liquiñe-Ofqui, de Lanalhue, Futrono, Huincul y Fagnano-Magallanes. Y de diferentes tipos, inversa, normal, rumbo dextral y rotacional, en tijera.

Falla y deslizamiento de Punta Cola, generado por el terremoto de 2007.

Easton, también académico de la U. de Chile, explica que una falla geológica es como una ruptura en la corteza, es decir, una superficie de fractura en la corteza terrestre, a lo largo de la cual ocurre movimiento relativo entre los bloques que separa. "En la corteza hay muchas fallas inactivas, es decir, fallas que tuvieron actividad en el pasado geológico, pero que ya no lo están, o para las cuales no se ha comprobado alguna actividad reciente; y también hay fallas activas”.

“Las fallas activas son aquellas para las cuales se ha podido comprobar su actividad en los últimos 10.000 años (según la definición del Servicio Geológico de los Estados Unidos, USGS). En las fallas activas, los esfuerzos tectónicos acumulan un deslizamiento potencial entres los bloques corticales separados por la falla, que por fenómenos de roce o fricción no se deslizan durante un tiempo, es decir, se traban, pero que cuando lo hacen pueden generar terremotos corticales, es decir, superficiales", señala.

"Estas se conocen en particular como fallas activas sismogénicas. En este último caso, estas fallas pueden generar terremotos que si bien son de menor magnitud que los grandes sismos de subducción (como por ejemplo el de Magnitud 8,8 del Maule en 2010, o el de Magnitud 9,5 de Validivia en 1960), pueden generar intensidades,, movimientos del suelo mucho mayores, como también ruptura en superficie”, explica Easton.

Enjambres sísmicos: una amenaza real

El géologo de la U. de Chile señala que en el artículo plantean que el enjambre sísmico de 2007 que afectó al fiordo Aysén y en particular a los habitantes de Puerto Aysén, Chacabuco, y localidades aledañas, fue producido por la activación de fallas geológicas (Quitralco, Cuervo y Punta Cola), que son parte del sistema de la Falla Liquiñe-Ofqui.

"Entre ellas, el terremoto de Magnitud 6,2 fue generado por la Falla Punta Cola, la cual rompió desde unos 8 a 9 km de profundidad hasta el fondo marino del fiordo, y además generó grandes deslizamientos con masas de roca que cayeron violentamente al mar, generando un tsunami que causó un impacto importante en las riberas del fiordo (material y pérdida de personas)”, añade Easton.

El enjambre sísmico de 2007, que afectó al fiordo Aysén y en particular a los habitantes de Puerto Aysén, Chacabuco y localidades aledañas, generó un tsunami que causó un impacto importante en las riberas del fiordo. Fotografía: Leonardo Rubilar Chandía / AgenciaUno

Las fallas construyen relieve, y son parte de la arquitectura andina, es decir, son fundamentales en la construcción de la cordillera de los Andes, “en el país hay muchas fallas, pero eso no significa que estén en todas partes, ni tampoco que todas estén activas. Es importante estudiarlas y determinar cuáles están activas, tal como se ha hecho para la Falla San Ramón y las otras mencionadas anteriormente”, explica Easton.

"Es posible que eventos similares al de Aysén, con activación de estas fallas corticales, se hayan repetido unas siete veces al menos en los últimos 12.000 años, de acuerdo al registro geológico. Y además, otras fallas que generaron sismicidad, como la falla Cuervo, al parecer no se rompió, por lo que mantiene potencial sismogénico para generar terremotos corticales en la zona”, añade.

“Es necesario monitorear en detalle esta falla, instrumentalmente, así como también desarrollar estudios paleosismológicos para entender mejor cuándo y cómo han generado ruptura en superficie. Pero también, es importante que la normativa, tanto la Norma Sísmica (NCH433), como la planificación territorial, entre otros, se haga cargo del peligro sísmico de fallas corticales, pues si bien la probabilidad de ocurrencia de terremotos mayores (Magnitud 6, 7 u 8) a lo largo de este tipo de fallas es baja, no es nula, sino más bien considerable cuando se toma en cuenta la seguridad de la población, pues cuando ocurren los terremotos corticales pueden ocasionar un impacto localmente muy grande, incluso a veces mayores que en el caso de los sismos de subducción”, explica Easton.

El académico señala que “terremotos históricos recientes en Chile de este tipo son el de Las Melosas en 1958 y el mencionado de Aysén en 2007, por ejemplo. En el registro paleosismológico hay varios, entre ellos aquellos ocurridos hacer 8.000 y 17.000 años atrás en la Falla San Ramón”.