Llegó noviembre y con el undécimo mes del año, en Santiago apareció una “invasión” de polillas. Las denominadas mariposas nocturnas, de las que en Chile existen casi 1.500 especies, arribaron en masa debido al calor, el que aceleró su ciclo de vida.
Tal como en el caso de las polillas, a través de redes sociales, algunos usuarios han detectado una mayor presencia de arañas, lo que tiene asidero, porque tanto el aumento del calor y de otros insectos como la polilla, ha comenzado a generar una mayor aparición de arañas en el país. Las altas temperaturas que han registrado cifras récords en los últimos años, han generado que más arañas salgan de su “hibernación” y se vuelven activas y el número de individuos crece debido a su comportamiento biológico, ya que se aparean y de un solo capullo pueden nacer hasta 300 crías.
Este fenómeno, que ocurrió en 2015, ha comenzado a repetirse de la misma manera en el “verano 2020-2021″.
Dentro de la población de arañas en el país, existen dos que son las más peligrosas: la del trigo y la de rincón. Esta última, está presente en trece de las quince regiones que componen Chile, y se encuentra aproximadamente en el 41% de las viviendas urbanas y en el 25% de los domicilios rurales. En la Región Metropolitana, se estima que unas 200 personas son mordidas anualmente por arañas.
Según Jesús Olivares, doctor en Neurociencias y coordinador de extensión Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV), estos insectos son arácnidos, al igual que muchos otros animales de este grupo, regulan su temperatura según el calor ambiental. “Cuando ésta aumenta, se vuelven más activos. Son animales poiquilotermos a diferencia de nosotros, que podemos controlar la temperatura”.
Juan José Urueña, biólogo a cargo del Artropodario de BuinZoo, dice que se observan mayores avistamientos de arañas, “ya que hay mayor cantidad de alimento y están en la época de apareamiento, en donde los machos salen a buscar a las hembras”.
Calor: aumento en la actividad
Durante los períodos fríos del año, “las arañas están ocultas y con su metabolismo en el nivel más bajo. Algo similar a la hibernación. Están con el menor nivel de actividad posible, los insectos también están ausentes, por lo que no tiene qué comer. Para ahorrar energía, ellas disminuyen su actividad”, explica Olivares.
Los cambios de temperatura, “afectan los movimientos de todos los animales. Se adelanta la época reproductiva y la de avistamientos, que habitualmente es en enero. Ahora, comenzamos en noviembre y diciembre por el calor. Algunos van modificando sus comportamientos”, señala Urueña.
Olivares recuerda que “en 2015 se dieron las condiciones ambientales para que hubiera un mayor número de arañas y así sucedió. Fue por el calor y porque ese año fue muy lluvioso, por lo que hubo mucha vegetación y más insectos. Esto permite que haya más alimento”.
El número, generalmente aumenta en diciembre y enero y después empieza a decrecer hasta otoño e invierno. “Le puedo asegurar que esto que observamos con respecto a las polillas y otros animales, es cíclico, se observa cada cierta cantidad de tiempo, como pasó en 2015″, dice Olivares, quien tomó parte de la serie de Netflix 72 animales peligrosos.
Las arañas se alimentan de los insectos, “entonces por consecuencia si hay más alimento disponible, podría existir una población de arañas un poco mayor”, establece el coordinador de extensión Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV).
El experto del BuinZoo también afirma que podría aumentar el número de arañas debido al crecimiento de la población de polillas. “Podría estar relacionado, ya que debido a que existe más alimento, generalmente crecen las poblaciones. Además, se alimentan de otros insectos. Es un efecto cadena”.
Olivares aclara que “las arañas no atacan, no buscan a los humanos, todas las mordeduras son accidentales. Para las arañas el veneno es muy valioso, al ocuparlo se demoran un tiempo en recuperarlo, entonces no lo gastan en un animal que saben que no se pueden comer”.