Ciencia y guerra
¿Qué puede hacer la comunidad científica y académica desde Chile para ayudar a nuestros colegas en Ucrania?, le pregunté a Serhiy Kvit, exministro de educación y ciencias ucraniano y actual director de la Agencia Nacional para el Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (NAQA) -entidad equivalente a nuestra CNA-. Me señaló que por el momento no es mucho. Agradeció la preocupación y nos invitó a dar a conocer las declaraciones de la NAQA y de la comunidad científica ucraniana.
¿Qué puede hacer la comunidad científica de manera más inmediata? Redoblar los esfuerzos por fortalecer los vínculos entre investigadores de diversas regiones.
Los miembros de las academias de ciencias del mundo debemos trabajar juntos para acomodar a los científicos de Ucrania y sus familias hasta que sea seguro que regresen a sus hogares. Ucrania necesitará de todo el talento de sus expertos mientras buscan reconstruir su país después de la guerra.
Mientras el mundo los apoya es fundamental también tener cuidado de no condenar indiscriminadamente a los científicos rusos asumiendo que todos ellos apoyan este conflicto. De hecho, cerca de 7.000 firmaron una carta abierta en contra, enfrentándose incluso a multas o penas de prisión en virtud de la legislación del país.
La misiva señala: “Si bien nosotros, como científicos, no tenemos un mandato político, somos conscientes del poder que el conocimiento que hemos adquirido transmite a los gobiernos y actores políticos”. La ciencia ha sido un componente fundamental de muchas guerras. Se han instrumentalizado los avances científicos en nuevas maneras de matar, más eficientes, crueles y destructivas.
Por eso es importante el llamado que hace a los gobiernos y líderes empresariales del mundo científico: “Utilicen el conocimiento y las tecnologías de manera responsable y conscientes de sus consecuencias a largo plazo. Solo así la civilización humana podrá continuar desarrollándose de manera respetuosa hacia la naturaleza y el sistema terrestre en el futuro. Los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas sobre la Coexistencia Pacífica de los Pueblos son el requisito previo para nuestro trabajo a través de las fronteras en beneficio de la Tierra y su gente”.
Complemento con lo que señala una editorial de la revista científica Science: “Esta guerra hace retroceder el progreso para establecer un mundo pacífico y sostenible y abordar los problemas importantes que enfrenta toda la humanidad, incluido el cambio climático, la degradación ambiental, la salud pública y la desigualdad”. Lamentablemente, esta no es la primera vez que los científicos se ven atrapados en la línea de fuego, y no será la última.
*Vicerrector de Investigación y Doctorados Universidad Autónoma