A este miércoles 9 de septiembre, en el mundo se desarrollan más de 170 vacunas candidatas para el coronavirus. Nueve de ellas se encuentran en la llamada fase 3 de los ensayos clínicos -última antes de confirmar su seguridad y eficacia- siendo la más avanzada la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, con pruebas en miles de voluntarios en el Reino Unido, Brasil, Sudáfrica, Estados Unidos, y próximamente Chile.
La vacuna, llamada AZD1222, utiliza una versión debilitada de un adenovirus causante del resfrío común que ha sido diseñado para codificar la proteína que usa el nuevo coronavirus para invadir las células. Después de la vacunación, esta proteína se produce dentro del cuerpo humano, lo que prepara al sistema inmunológico para atacar al coronavirus si la persona se infecta posteriormente.
En los resultados revelados el pasado 20 de julio, se indicó que los síntomas tras la inoculación incluyen dolor y sensibilidad temporal en el lugar de la inyección, dolor de cabeza leve a moderado, fatiga, escalofríos, fiebre, malestar y dolor muscular. No se informaron eventos adversos graves, y las reacciones disminuyeron con el uso de paracetamol profiláctico, un analgésico, y ocurrieron con menos frecuencia después de una segunda dosis.
Sin embargo, este martes todo cambió, debido a un traspié inesperado que derivó en que ambas instituciones decidieran pausar su desarrollo, tras la aparición de una enfermedad inicialmente “no explicada” en uno de los participantes.
En un comunicado, la empresa confirmó este miércoles que “como parte de los ensayos clínicos controlados y aleatorizados en curso de la vacuna contra el coronavirus, se ha activado un proceso de revisión estándar que ha llevado a la pausa voluntaria de la vacunación en todos los ensayos para permitir que un comité independiente revise los datos de seguridad de un único ensayo, evento de una enfermedad inexplicable que ocurrió en el ensayo de fase 3 del Reino Unido”.
“Esta es una acción de rutina que debe suceder siempre que haya una enfermedad potencialmente inexplicable en uno de los ensayos, mientras se investiga, asegurando que mantengamos la integridad de las pruebas”, señala AstraZeneca.
“En los ensayos clínicos grandes, las enfermedades sucederán por casualidad y deben revisarse de forma independiente. AstraZeneca está trabajando para acelerar la revisión del evento único para minimizar cualquier impacto potencial en el cronograma del ensayo”, puntualiza.
En tanto, el Director Ejecutivo de la farmacéutica, Pascal Soriot, explicó que se trata de una “pausa temporal” y que un comité de expertos independientes evalúa este único evento en sus sitios de prueba, esperando que se reinicien los ensayos.
Problemas neurológicos
A pesar del secretismo, con el pasar de las horas se especuló que esta enfermedad “potencialmente inexplicable”, tenía un nombre: mielitis transversa, una afección grave que involucra la inflamación de la médula espinal, y que puede causar debilidad muscular, parálisis, dolor y problemas de vejiga.
La mielitis transversa se ha asociado antes con la vacunación, pero solo en muy raras ocasiones. Un estudio realizado en 2018 que analizó más de 30 años de datos, encontró 119 casos en 29 hombres y 90 mujeres, cantidad pequeña en comparación con la cantidad de personas vacunadas. Sin embargo, estas cifras pertenecen a las primeras semanas después de la vacunación, lo que hizo que los investigadores pensaran que podría ser un evento poco común relacionado con el proceso. Casi la mitad de los casos siguieron a la vacunación contra la hepatitis B.
En una reunión sostenida este miércoles con inversionistas y filtrada por el sitio médico STAT, fue el mismo Pascal Soriot quien confirmó que el caso involucró a una mujer, cuyo diagnóstico aún no ha sido confirmado, pero está mejorando y probablemente será dada de alta en las próximas horas.
Además, Soriot también indicó en la reunión que no es la primera vez que un participante en la vacuna experimental desarrollaba síntomas neurológicos: ocurrió en julio pasado, cuando un voluntario fue diagnosticado con esclerosis múltiple, que finalmente se consideró no relacionada con el tratamiento con la vacuna contra el Covid-19.
De todas maneras, se trata de la primera vez que se da a conocer una información de este tipo, considerando el fuerte hermetismo de las compañías farmacéuticas.
Los huevos en la canasta
Pero las suspensiones temporales durante los ensayos clínicos no son infrecuentes. De hecho, incluso pueden tomarse positivamente.
La Dra. Sofía Salas, académica del Centro de Bioética de la Facultad de Medicina de la Clínica Alemana-Universidad del Desarrollo, indicó que “es importante señalar que los laboratorios serios que realizan ensayos clínicos tienen un sistema de monitoreo de datos externo, de tal modo que detienen el estudio si es que hay un evento adverso serio, y hasta que logren establecer si está o no relacionado con la vacuna de prueba. El objetivo del estudio en fase 3, es poder establecer junto con la eficacia, aspectos de seguridad que por la rara frecuencia con la que ocurren no se han encontrado en los ensayos anteriores que son siempre con una población pequeña de personas”.
Sobre la mielitis transversa, la especialista dice que “es una de las complicaciones que ocurre rara vez, por lo que no sería tan inesperado que se logre detectar un cuadro semejante. Hay que considerar que cuando se hacen ensayos clínicos de 50 o 100 mil participantes, es posible que existan eventos de mayor o menor gravedad, y que coincidan con la administración de la vacuna de prueba, pero que no se relacionen directamente con ella. Por eso es necesario investigar qué ocurrió y si hay otros casos reportados”.
“Aún así, los participantes de un ensayo clínico tienen un seguro de salud que los cubre por riesgos de hospitalización, efectos adversos y otros”, añade.
“Es muy importante que haya una adecuada supervisión por los comités de ética, de cómo se está desarrollando el ensayo clínico y que exista un monitoreo independiente de los datos que permita, si es que ocurre un evento adverso, detener el protocolo hasta que no se investiguen sus causas”, dice Salas.
“Eventualmente, al igual que ocurre con cualquier otro medicamento, los resultados finales pudieran determinar que es más seguro no implementar esa vacuna porque los riesgos superan los beneficios. Eso se va a ir desarrollando en las distintas fases de los estudios clínicos, por lo tanto el hecho que haya vacunas en fase 3 no significa que necesariamente será esa la opción que se va a utilizar en el país”, explica.
Miguel O’Ryan, investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la U. de Chile y del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII), señala que es esperable que en los estudios clínicos fase 3 ocurran eventos que lleven a la suspensión temporal de la investigación.
“Es en parte, el objetivo de esta etapa donde, en este caso la vacuna, ya pasó los primeros filtros de seguridad y mostró indicios de eficacia. Los estudios masivos son precisamente para ver cómo se comporta la vacuna ante las variaciones individuales de un gran número de personas. Es la única manera de evaluar si existen o no efectos adversos a la vacuna”, dice O’Ryan.
Además, el científico indica que es necesario ser muy estrictos y serios en la investigación a fin de determinar qué ocurrió con el paciente. “Se trata de un único evento, que podría estar posiblemente relacionado. Se requiere de una mirada en profundidad para saber qué está ocurriendo, si esa personas tenía alguna condición específica, si fue efecto de la vacuna o podría estar relacionado con otro factor concominante”.
Para Alfredo Sagredo, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica BNI de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, “es una señal que los agentes reguladores, el control de calidad y seguridad, están funcionando. Lo que hay que determinar ahora, es que si el efecto adverso se relaciona o es causado por la vacuna, pero es difícil. Lo bueno es que se detuvo, y se está investigando”.
“Hace varios años se reportó a una mujer que se tuvo cáncer tras una vacuna contra el papiloma. Sin embargo, tras la investigación se descubrió que esta persona tenía un cáncer no detectado. Vale decir, hay que probar que la vacuna generó el efecto”, afirma.
“Que ocurra esto está muy bien, porque quiere decir que los protocolos de seguridad funcionan y que una vez que la vacuna llegue a la población sea segura. Sería peor que la generación de la vacuna esté presionada o apurada por eventos políticos, candidaturas u otros”, añade el investigador.
“Hay que recordar que estos ensayos llevan años. Hoy esto salió a la luz porque todos estamos mirando el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus, pero todos los años se hacen distintas vacunas y hay muchas que no pasan la fase 3. Ahora, si se demuestra que la vacuna tiene un efecto como el que se menciona, hay que pasar a otra”, explica.
“Es difícil que no tengamos vacuna. Lo importante es entender los procesos de seguridad, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad. Tampoco hay que pensar que las vacunas que vayan a salir sean 100% efectivas -la influenza es eficaz entre un 40 y 60 por ciento-, ya que primero tienen que probarse. Hay tanta incertidumbre por cuál vacuna va a funcionar o no, que por eso hay tantas farmacéuticas corriendo la misma carrera. Entre más proyectos tengamos, mayor es la posibilidad de una vacuna segura y eficaz, no podemos poner todos los huevos en una sola canasta”, dice Sagredo.
En Chile
Hasta ahora, se sabe que sólo el Reino Unido y Estados Unidos se encuentran en pausa con los ensayos para esta vacuna. Si bien Chile no ha anunciado recalendarización, esto podría variar en el transcurso de los próximos días.
Al respecto, el ministro de Salud, Enrique Paris, se mostró tranquilo con la situación, señalando que “no significa que no podamos contar con otras vacunas. Hay muchas otras empresas que están en fase 3, y en Chile hay tres vacunas que van a hacer sus ensayos en esta etapa”.
“Hay que ver qué pasa con ese efecto adverso y si seguirá con el estudio de la vacuna, pero eso no significa que tengamos vacuna en 2022, como dijo la Organización Mundial de la Salud. Los estudios siguen en Chile y el resto del mundo”, dijo Paris.