Durante los últimos años, Chile ha sido testigo privilegiado de una saga de eclipses, incluyendo tres totales de sol (uno en el norte, otro en el sur y uno en la Antártica). Sin embargo, en una inédita coincidencia cósmica, ahora será testigo de dos eclipses, uno solar y uno lunar, con apenas dos semanas de diferencia: uno el pasado 30 de abril y ahora uno este domingo.
Este domingo el país será testigo del primer eclipse lunar total del año, fenómeno llamado Luna de Sangre, el que será visible en todo el territorio nacional, incluida Isla de Pascua. Durante el desarrollo del eclipse, la Tierra se ubica entre el Sol y la Luna, y esta última adquiere un tono rojizo o rosado.
Su fase parcial comenzará a las 22.27 de la noche y se extenderá por más de dos horas, culminando a la 1 de la madrugada del lunes. Su momento de mayor plenitud será a las 23.39 de la noche (se debe mirar en dirección norte).
Flavio Salazar, ministro de Ciencia y Tecnología, establece que en cierta medida el eclipse tiene un impacto, y lo ha tenido desde el inicio de la humanidad, en el sentido de que genera un fenómeno vistoso y realmente motivante.
Juan Carlos Beamin, astrónomo de la Universidad Autónoma de Chile, señala que durante el fin de la fase parcial y toda la fase total se podrá ver la Luna de un color rojizo, debido a que los rayos de luz del Sol que cruzan la atmósfera terrestre tiñen la superficie de la Luna. “Los eclipses de este tipo se registran cuando la Luna atraviesa la sombra de la Tierra, quedando cubierta, y su vez, cuando el Sol, la Tierra y la Luna se encuentran perfectamente alineados o muy cerca entre unos y otros. El color rojizo que adquiere el astro se debe a la luz que le proporciona el Sol”.
El hecho de que ocurran dos eclipses seguidos, “es muy común, de hecho los eclipses siempre vienen en parejas. Algunos son parciales, totales y/o penumbrales, pero siempre son dos seguidos”, aclara Beamin.
La actividad en sí, más que los temas astronómicos, “permite de alguna manera levantar las capacidades que tiene Chile, como laboratorio natural, para hacer observaciones de este tipo, y algunas más complejas aún con los telescopios del norte, en los cielos más transparentes del mundo, y con una comunidad científica organizada, con mucho interés en transmitir estos conocimientos a nuevas generaciones. Es una gran ocasión para incentivar a los niños, a la población en general y así acercarla a la ciencia y la tecnología”, dice el ministro.
Según señala la Nasa, “los eclipses lunares son seguros de mirar directamente con nuestros ojos, binoculares o telescopios (a diferencia de los eclipses solares), por lo que con solo salir a observar el cielo podrás disfrutar de esta experiencia”.
Bernardita Ried, licenciada en Física y Astronomía de la Universidad de Chile, explica que el eclipse tendrá muy buena visibilidad, “y sucederá con la Luna a mucha altura, 73 grados con respecto al horizonte, por lo que se verá bien. Ojalá no esté nublado, que podría hacer que no lo veamos”.
Beamin añade que si la Tierra no tuviera atmósfera, “veríamos a la Luna completamente oscura, pero debido a que la luz del Sol cruza nuestra atmósfera, parte de la luz, en particular la luz de color rojo, se refracta y permite iluminar tenuemente la superficie lunar, tiñéndola de un atractivo color rojizo”.
Ried, divulgadora del Centro de Astrofísica CATA, establece que se trata de uno de los mayores eclipses lunares del último tiempo por su duración, totalidad en altura, y también porque “ocurre en dos días (15 al 16 de mayo), que tendremos celebraciones nacionales, como el Día del Pisco el domingo y el lunes el Día Internacional de la Luz, la que nos hace posible avanzar en diferentes disciplinas, entre ellas, la ciencia”.
Eventos astronómicos: 2022, 2023 y 2024
Mi recomendación, señala el astrónomo de la Universidad Autónoma, “es buscar un lugar cómodo, donde sentarse y abrigarse, y disfrutar de cómo la luz que nos llega de la Luna comienza lentamente a disminuir y luego poco antes de la totalidad comienza a tornarse lentamente de un tono anaranjado/rojizo, para después terminar totalmente roja. Las personas deben aguantar al menos hasta la media noche, luego se mantendrá el color y a partir de las 1 am tras el fin de la totalidad volverá a tener su brillo blanco marmolado original. Si tienen cámara de fotos (con trípode), telescopio o binoculares llevarlos de todas maneras”.
El calendario de eventos astronómicos en Chile no se detiene tras este eclipse. El próximo 8 de noviembre se registrará un eclipse lunar parcial, luego en 2023, el 14 de octubre un eclipse parcial de Sol, y en 2024, el 25 de marzo un eclipse penumbral de Luna y el 17 y 18 de septiembre del mismo año, un eclipse lunar parcial.
Ried aclara que la Luna se ve roja o rojiza, pero en realidad es solo un efecto óptico. “Cuando los rayos que llegan a la Tierra pasan por la atmósfera, ésta hace que se curven, principalmente los de colores más cálidos como el rojo, lo que provoca que caigan y la veamos roja, pero en realidad está siendo tapada por la Tierra. La atmósfera de la Tierra deflecta estos rayos y hace que la veamos así”.
Es un evento astronómico que es realmente fascinante verlo, y dado que la hora es razonablemente temprano es una muy buena oportunidad de disfrutar un evento astronómico en familia. “Hay dos cosas que se pueden hacer, una es que mediante grabaciones de video se pueden capturar los impactos de meteoritos durante la fase de totalidad, puesto que su brillo está disminuido, una posible colisión se puede detectar, y luego buscar los restos con algunos de los satélites que estudian la Luna como el Lunar Reconnaissance Orbiter”, señala Beamin.
Recomendaría disfrutarlo en familia, “si es posible con un telescopio o binoculares, para ver mejor las características de la Luna. Y también en los días previos ver el tiempo, para evaluar si es necesario moverse a una zona donde exista certeza de que no habrán nubes para poder visualizarlo”, finaliza Ried.
También se puede estudiar la huella que deja nuestra atmósfera en la luz del Sol, esto es exactamente lo que hacemos para estudiar las atmósferas de los exoplanetas, “y nos permite estudiar cómo se vería la atmósfera de la Tierra desde otros lugares del universo, y ver qué moléculas y átomos podríamos buscar en aquellos exoplanetas para buscar una “Tierra 2.0″, añade Beamin.