Columna de Elisa Ansoleaga: “Angustia en el trabajo”
Se ha estimado que a lo largo de nuestra vida dedicamos más de 50 años al trabajo y pasamos en él más tiempo cotidiano que con nuestras familias. La actividad laboral es una de las más centrales en la vida de las personas, pues no sólo nos provee de recursos económicos para el desarrollo de los proyectos de vida personales, sino que cumple un conjunto de funciones psicosociales: la posibilidad de establecer vínculos, el sentido de pertenencia a un grupo o comunidad; permite poner en juego nuestras capacidades y habilidades, sentirnos útiles, transformar el contexto que habitamos y cubrir necesidades humanas básicas como la autoeficacia, la estima y el reconocimiento.
Las condiciones y los modos de organización del trabajo están entonces estrechamente vinculadas al bienestar y la salud, así como también pueden ser fuente de sufrimiento, malestar o enfermedad. Sin embargo, a pesar de su gran impacto en las personas y las organizaciones, la salud relacionada con el trabajo es un asunto que recibe escasa atención. En Chile las enfermedades de salud mental de origen laboral han aumentado considerablemente en la última década.
En 2020, casi una de cada cuatro licencias médicas (23%) fueron por problemas de salud mental, con un impacto mayor en las mujeres (62% de estas licencias). Buena parte de los casos de enfermedad profesional de salud mental acogidos en 2018 por la ACHS se asociaron a liderazgos disfuncionales, bajo apoyo social o mal diseño organizacional, con mayor cantidad de casos en los sectores de salud, educación, comercio y gobierno.
En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han llamado a adoptar medidas concretas para abordar los problemas de salud mental en el entorno laboral, ofreciendo herramientas y directrices para hacer frente a los riesgos para la salud mental, como la gran carga de trabajo, los comportamientos negativos/hostiles y otros factores que generan angustia en el trabajo.
Asimismo, la OMS puso atención en el rol de los estilos de liderazgo y recomendó la formación de los directivos para que puedan prevenir los entornos laborales estresantes y responder a los trabajadores que se encuentran en alguna situación de sufrimiento relacionado con el trabajo.
La reducción de jornada laboral a 40 horas para procurar una mejor calidad de vida para los trabajadores, ¿será suficiente para proteger la salud mental relacionada con el trabajo? ¿cómo abordaremos la violencia laboral, las desigualdades de género y los procesos de discriminación en el trabajo? ¿Estamos preparados para abordar las recomendaciones de la OMS?
*Directora Diplomado en Calidad de Vida Laboral y Riesgos Psicosociales, Facultad de Psicología, Universidad Diego Portales.
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