Columna de Isidora Cabezón: “Bad Bunny y la ética en la Inteligencia Artificial”
El miedo es probablemente uno de los mecanismos más eficientes en nuestro instinto de sobrevivencia. Así también, puede ser un arma de doble filo cuando nos enfrentamos a lo desconocido; ¿cómo avanzar si tememos avanzar? Nuestros miedos a lo nuevo pueden despejarse con el tiempo, pero para que eso ocurra, hay que precisamente enfrentar aquello que nos atemoriza.
Por ejemplo, Sócrates temía que el uso de la escritura debilitaría nuestra capacidad de memoria y razonamiento.
El rechazo a lo desconocido es una respuesta natural de nuestra amígdala cerebral ¿Y qué dice nuestra amígdala cuando hablamos de Inteligencia Artificial (IA)? Según un informe presentado este mes por la OCDE, Chile está dentro de los países con mayor desconfianza respecto al futuro de esta herramienta. Ahí el 50% de las respuestas se inclinaron por una mirada pesimista: visión que probablemente Bad Bunny comparte.
“Si a ustedes les gusta esa canción que está viral en TikTok sálganse de este grupo (de WhatsApp) ahora mismo”, les dijo el cantante a sus seguidores propósito de una canción escrita por un chileno en la que recreó la voz de Bad Bunny usando IA.
Un cuestionamiento que abre la discusión acerca de los dilemas éticos en el uso de lA para la creación artística.
Dilema que en el Centro para la Revolución Tecnológica en Industrias Creativas (CRTIC) compartimos desde el desafío del conocimiento. Creemos que para aprovechar al máximo las ventajas de esta herramienta es necesario generar confianzas y articular un ecosistema tecnocreativo que nos permita comprender con claridad las diversas aristas que se desprenden de desarrollos de este tipo. Entendida y utilizada la IA como herramienta, se pueden explorar de forma distinta procesos creativos y productivos.
Por ejemplo, la cantante Grimes creó una plataforma para generar ingresos a partir del uso de su voz con IA, cobrando el 50% de las regalías de las canciones creadas ahí. Una gran clase sobre cómo sacar partido a los cambios que a veces parecen ser inevitables.
Pero para esto es clave trabajar en temáticas como la regulación de su uso (con una legislación que avance a un ritmo similar al de los desarrollos tecnológicos) y la trazabilidad en la iteración persona-IA. Este último tema, desde el CRTIC lo venimos explorando hace algunos meses para la generación de un mecanismo que permita hacer una trazabilidad a la interacción con una IA. De aquí se desprenden aspectos fundamentales para la gestión y uso de la propiedad intelectual.
El mundo está alerta y tratando de regular un tren a alta velocidad que ya salió de la estación: una buena noticia fue la reciente Declaración de Bletchley sobre la seguridad de la IA - firmada por representantes y empresas de 28 países, entre ellos Estados Unidos, China y la UE- o la realización en nuestro país a fines de octubre del Foro sobre la Ética de la IA en América Latina y el Caribe.
Chile apostó por no quedarse atrás en los temas de innovación, creatividad y desafíos tecnológicos, y en este contexto como CRTIC tenemos la misión de fortalecer al sector creativo, tomando los retos y oportunidades que nos presentan las nuevas tecnologías.
La IA generativa nos enfrenta a un desafío enorme y para sobrellevarlo debemos abrir las puertas para conocer, dialogar y dibujar las reglas del juego.
Queremos que en conjunto seamos capaces de proyectar la relación entre las industrias creativas y las nuevas tecnologías, no solo desde una perspectiva científica, sino también cultural.
Al final, el conocimiento y la articulación entre distintas voces serán los elementos que nos permitirán despejar los miedos que nos genera esta nueva era tecnológica, cuyo potencial aún desconocemos, pero que sin duda será capaz de situar a la creatividad como motor de las nuevas industrias.
*Isidora Cabezón es directora ejecutiva del Centro para la Revolución Tecnológica en Industrias Creativas (CRTIC).
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