La noche del 10 de abril de 1986, Chile se aprestaba expectante para visualizar uno de los espectáculos más populares de la astronomía: el paso del célebre cometa Halley, evento que ocurre una vez cada 75 o 76 años en promedio, siendo el único que podría repetirse dos veces en la vida de una persona.

Para entonces, los avances del mundo científico ya eran suficientes como para tomar fotografías de la cola del cometa -tal como lo muestra un reporte del Observatorio Europeo Austral de 1985-, y en Tierra, los medios de comunicación se hicieron eco del evento por varias semanas, realizando extensos análisis de cómo se vería, dónde, y en qué sitios se podría ver con mayor claridad, considerando que podría ser visualizado a simple vista. Nadie quería perderse el espectáculo, mucho menos quienes tenían la posibilidad de apreciar algo así por única vez en la vida.

Cometa Halley fotografiado en su aproximación a la Tierra de 1910.

Sin embargo, llegado el momento, nada ocurrió. La historia posterior diría, años después, que el cometa, si bien pasó cerca de la Tierra, no sería visible desde Chile y sólo se trató de un movimiento comunicacional vinculado a la situación política de aquél entonces en el país. Por ello, sólo quienes contaban con modernos y costosos telescopios pudieron ver el ansiado objeto celeste.

“A comienzos de 1986 la agenda de cambios legislativos para la transición se atrasó. Por ende, el gobierno se quedó sin agenda política, mientras la agenda económica la estaba trabajando el entonces ministro Hernán Büchi. Yo no tenía tema para marzo y abril. Sólo tenía la agenda de ciencia, con el cometa Halley. Mandé a buscar material a Europa y con eso nos batimos en TVN. Y el tema prendió de inmediato en todas partes. Todo lo que pasó fue responsabilidad mía. Por lo demás, el cometa Halley existía y lo que se hizo fue una pauta comunicacional que privilegió ese dato”, dijo en 2012 el ex ministro Secretario General de la Presidencia Francisco Javier Cuadra.

Y aunque el cometa no volverá a pasar por la Tierra hasta 2061, aún es posible visualizar algunos de los rastros que va dejando en su viaje por el espacio.

Fragmentos en el cielo

Con 16 Km de largo por 8 Km de ancho, el cometa recibió su nombre por Edmond Halley, que calculó su órbita en 1705 gracias a la teoría de Newton, y predijo su regreso para el año 1759. Sin embargo, el astrónomo falleció 17 años antes y no pudo ver el retorno del objeto.

Los documentos astronómicos más antiguos relacionados al Halley se remontan al siglo III a.C., cuando fue avistado por astrónomos chinos, mientras que en el siglo VI d.C, también en China se registraron datos de una lluvia de estrellas, que bien pudo ser el rastro del cometa por las llamadas Oriónidas.

Tablilla china donde se documenta el paso del cometa.

Año tras año, en mayo y octubre la Tierra atraviesa dos regiones con fragmentos dejados por el Halley: Eta Acuáridas, y las Oriónidas, respectivamente. Cuando estos trozos de apenas unos centímetros caen en la atmósfera, en su ingreso a unos 100 Km de altura se encienden por la fricción, dando paso a las populares lluvias de estrellas, o estrellas fugaces.

“Los cometas están compuestos por roca y hielo en su superficie, esto es posible por sus órbitas excéntricas (muy elípticas) que le permiten alejarse del Sol. Los cometas mientras orbitan dejando restos que más tarde, cuando la Tierra pasa por estos lugares, se convierten en lluvia de meteoros, conocidas como lluvia de estrellas. Es por esta razón que las lluvias de meteoros se producen en las mismas épocas de cada año, porque estos restos nunca son limpiados completamente por la Tierra y cuando el cometa vuelva a pasar volverá a dejar sus rastros”, afirma Tracy Catalán, astrónoma del Instituto Milenio de Astrofísica MAS.

Lluvia de meteoros fotografiada por la Nasa. Foto; Nasa

“La lluvia de estrellas podrá ser visualizada desde la 1 am de este jueves, en la constelación de Orión, o bien su cinturón que conocemos popularmente como Las Tres Marías”, dice María Gabriela Navarro, astrónoma y candidata a astrofísica de la Universidad de Roma La Sapienza.

“Esta lluvia de meteoros se caracteriza por una tasa baja -de 10 a 20 por hora-, así que los mejores sitios para su visualización son lugares alejados de la ciudad, y mirar hacia la constelación de Orión en dirección al este”, dicen desde el Instituto Milenio de Astrofísica MAS.

Si quieres visualizar la trayectoria del cometa, en SkyLive.com existe un simulador que muestra su ubicación, en este caso, más allá de la órbita de Neptuno.