“Hoy en día tenemos una brecha para poder alcanzar la carbononeutralidad y un foco muy importante está en la transición a la electromovilidad, ya que el transporte en Chile es el segundo emisor más importante de gases de efecto invernadero”, dice la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt.

La XXVI Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26) de la ONU se acerca a su final y ya comienza a ver resultados concretos. Uno de ellos se firmó hoy, y Chile forma parte de ese acuerdo.

En total, 31 países, 38 autoridades regionales, 11 fabricantes de vehículos y 27 propietarios de flotas y empresas de movilidad compartida, se comprometieron a eliminar y sustituir los autos a combustión para 2035. La decisión se adoptó bajo el “Acuerdo de Glasgow sobre Emisión Cero de Vehículos”.

Además de Chile, se encuentran India y Canadá entre los países que forman parte del compromiso, los que representan casi el 15% del mercado mundial de automóviles, equivalente a 11,5 millones de unidades.

Chile, a través del ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, ya había lanzado su plan local con la iniciativa el 15 de octubre de este año. Casi un mes después se sumaron otras 30 naciones en la COP26. “Lanzamos la Estrategia de Electromovilidad con la meta de que al 2035 solo se vendan autos eléctricos, es decir, autos livianos, medianos y de transporte público serán eléctricos y cero emisiones”, señaló en Twitter.

El compromiso de nuestro país de que al 2035 solo se vendan autos eléctricos y cero emisiones, “es un paso más en nuestra lucha contra el cambio climático, tal como se comprometió en la Estrategia Nacional de Electromovilidad, incluida en nuestra Estrategia Climática de Largo Plazo que hoy se reafirma con esta declaración internacional que firmaron más de 100 organizaciones”, argumenta Schmidt.

A pesar de lo positivo del tratado, desde el punto de vista climática y medioambiental, los tres mayores mercados en la materia no formaron parte del acuerdo. Estados Unidos, China y Japón, así como también España, Alemania y Francia, no se adhirieron.

Puntualmente, los vehículos de emisiones cero impulsados por fuentes renovables (energía eléctrica o solar por ejemplo), pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 80% durante el ciclo de vida del vehículo y en un 50% sus propias emisiones en comparación con automóviles convencionales.

La jornada de hoy ha estado marcada por diferentes temáticas asociadas a transporte, como el impulso y transición global hacia un transporte con cero emisiones, además una movilidad más ecológica, descarbonización, neutralidad y acción climática. Actualmente, esta materia representa una quinta parte de las emisiones a nivel mundial de gases de efecto invernadero.

Actualización de planes climáticos

Esta mañana la presidencia británica de la COP26 presentó un borrador del acuerdo final que reconoce que los países deberán aumentar sus compromisos climáticos para 2030 antes de la próxima COP28, que se celebra en 2023, y alinearlos con sus estrategias de descarbonización a largo plazo, a más tardar en 2022.

Según señala el documento, se mantiene el objetivo de mantener en 1,5ºC el incremento de temperatura global del planeta de aquí a final de siglo, y solicita a los países acelerar la eliminación de las subvenciones al carbón y a los combustibles fósiles. Aunque aún no establece una fecha concreta para esto.

Sin embargo, las ONG no están satisfechas. Greenpeace reclama un texto “mucho más sólido” en materia de financiación y adaptación con “cifras reales” y un plan de ejecución, y de paso critica que mientras el borrador pide una eliminación acelerada de las subvenciones fósiles y del carbón, Arabia Saudita y Australia “trabajan para sabotear esta parte antes del final de la conferencia”.

La directora ejecutiva de Greenpeace International, Jennifer Morgan, advierte que “no es un plan para resolver la crisis climática”, sino un acuerdo para cruzar los dedos y que salga lo mejor posible. “Es una petición para que los países, quizás, puedan hacer más el próximo año. Pero esto no es suficiente y los negociadores no deberían ni pensar en salir de esta ciudad hasta que hayan llegado a un acuerdo a la altura del momento. Porque, con toda seguridad, éste no lo está”, señala.

Para la ONG Amigos de la Tierra, el principal problema es que el borrador se basa en la “buena voluntad” y se olvida de la justicia climática. Cristina Alonso, responsable de Justicia Climática de la ONG, lamenta que todo el texto “invita”, “da la bienvenida”, “anima”, pero “muy pocas veces se hace referencia a la urgencia real, ni apunta a la responsabilidad histórica diferenciada de los distintos países”.

A su juicio, si el acuerdo continúa por esta línea “se estará alejando del concepto de equidad y de derechos humanos”, por ello, señala que el acuerdo de Glasgow no puede basarse en la buena voluntad de los países, en especial de los más contaminantes, sino que debe basarse en la responsabilidad histórica del norte y en los impactos que ya están sufriendo los países del sur. “El principio de equidad en los compromisos, responsabilidades y financiación, y la justicia climática deben estar en el corazón del acuerdo”, insiste Alonso.

John Kerry, exsecretario de Estado de Estados Unidos, junto a su nieta firma el Acuerdo de París para el Clima.

A pesar de los objetivos logrados a la fecha en la COP26, en principio éstos no alcanzarían para cumplir con lo establecido en el Acuerdo de París. Según señala Reuters, la coalición de investigación Climate Action Tracker (CAT) establece que las promesas de los países asistentes a la conferencia para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 no impedirán que la Tierra se caliente más que el objetivo de la ONU para 2100.

Considerando los anuncios de reducción de emisiones, el alza de la temperatura global igual llegaría a 2,4°C a final de siglo. Esta cifra está muy por encima de los niveles seguros establecidos, añade.

A pesar de los nuevos acuerdos de Glasgow para 2030, “emitiremos para ese año aproximadamente el doble de lo necesario para alcanzar 1,5°C. Por lo tanto, todos los gobiernos deben reconsiderar sus objetivos”, explica el grupo científico, en referencia al objetivo de alza de la temperatura promedio frente al nivel preindustrial, establecido en el Acuerdo de París de 2015.

Está muy bien que los líderes afirmen que tienen un objetivo neto cero, “pero si no tienen ningún plan sobre cómo llegar a él, y sus objetivos para 2030 son tan bajos como los de muchos, entonces, francamente, estos objetivos no son más que palabrería”, dice Bill Hare, director general de Climate Analytics, una de las organizaciones detrás del CAT.

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