Coronavirus: más que una pausa es la última advertencia
Para quienes profesan visiones de la vida enmarcadas en los paradigmas de pensamiento dominantes, ya sea el liberal o el neomarxista, esta pandemia no constituye más que un triste episodio que le toca vivir a la humanidad. Desde estas perspectivas, la pandemia podría haberse evitado si la ciencia la hubiera previsto y si el sistema de salud pública hubiera estado preparado.
Para todos ellos, estamos frente a un fenómeno puntual que terminará con enormes costos económicos. Se preguntarán por qué la humanidad no supo reaccionar a tiempo y sacarán lecciones del tipo: invertir más en ciencia, en tecnología y en buenos sistemas de salud pública que puedan hacerle frente a las pandemias.
Por otra parte, habrá muchos otros que empezarán a “reinventarse” porque consideran que esta situación provocada por el coronavirus no es cíclica sino que inaugura un período de inestabilidad creciente que se suma a otras situaciones críticas como es la sequía estructural que afecta la zona centro sur de Chile.
Lejos de ser un fenómeno puntual, la pandemia es más bien consecuencia del tsunami climático que conlleva un tren de olas sucesivas: coronavirus, crisis económica, sequía estructural, racionamiento del agua y rebrote del virus. Todas situaciones que harán imposible volver a la antigua normalidad.
Si queremos sobrevivir como especie no tenemos otra opción más que cuidar el planeta o lo que va quedando de él. Y en este escenario es que se plantea un dilema: saber si eso tendrá lugar por un aumento de la consciencia de los seres humanos o se hará recurriendo a la fuerza.
Considero que el empoderamiento ciudadano es la principal lección que nos tiene que dejar la pandemia y espero que predomine la perspectiva de que estamos en presencia de un fenómeno que nos obliga a cambiar abruptamente nuestro estilo de vida para alcanzar una adaptación profunda que nos permita sobrevivir.
En este planteo, también considero que está abierta la posibilidad de que muchos en su desesperación decidan asegurar su supervivencia cediendo derechos y libertades a cambio de “seguridad”; que acepten el uso de la fuerza para establecer una sociedad donde el cuidado se ejerza a través de la represión y de la vigilancia.
Entonces el gran dilema de hoy es la forma en la que nos adaptaremos para sobrevivir. Si optamos por cuidar el planeta de forma voluntaria, participativa y democrática o si la mayoría termina, lamentablemente, optando por la fuerza.
Nadie sabe qué sucederá en el futuro. Sin embargo, es probable que esta pandemia sea la primera de varias olas catastróficas que no toquen vivir como consecuencia de estar transitando el fin de la civilización industrial. Tenemos que prepararnos para hacer una adaptación profunda si queremos sobrevivir desde el fortalecimiento ciudadano. Así podremos ser un aporte para la nueva civilización que surja, donde todos vivamos reconciliados con la naturaleza.
*Presidente Instituto de Ecología Política
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