El Parque Forestal es uno de los principales parques urbanos de Santiago. Ubicado en el sector norte del Barrio Lastarria, el “pulmón verde” cuenta con 171.910 metros cuadrados. En sus inmediaciones, se encuentra el Museo Nacional de Bellas Artes y una sede del Museo de Arte Contemporáneo.
Un reciente estudio socio-ecológico, desarrollado por el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES) de la Universidad Católica, publicado en la revista Sustainability, establece el valor que tiene para los capitalinos.
A la fecha, análisis de este tipo eran casi inexistentes. Es por eso que Andrea Parra, estudiante del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad UC, se propuso analizar en detalle el conocimiento, visión y valoración que tienen de él los ciudadanos, en relación a su ecología, junto a Juan Luis Celis, coautor del artículo.
Consultadas 222 personas que asisten al parque, los resultados arrojaron que las personas asocian el lugar a la naturaleza, mencionando positivamente la presencia de árboles y plantas, dándole valor además a su infraestructura, la iluminación y la seguridad. Las aves fueron las menos valoradas.
En relación al conocimiento ecológico del parque, solo el 20% de los encuestados fueron capaces de identificar de manera correcta las especies de árboles presentes. Lo mismo para las aves, solo el 20% las reconoció.
Parra explica que “los habitantes de las ciudades no suelen interactuar con la naturaleza, o bien esta interacción se reduce a entornos altamente intervenidos y homogéneos (en términos de composición de especies o de complejidad estructural, por ejemplo)”,
Desconexión de los habitantes
Esto tendría que ver con que las personas piensan en los parques como espacios de naturaleza y los valoran, “pero a la vez no logran identificar a los árboles, y la presencia de otros grupos de organismos emparentados no forma parte de esta conceptualización”, añade Parra.
Ambos autores consideran que el bajo reconocimiento de especies, tanto vegetales como animales, se debería a la creciente desconexión de los habitantes de grandes ciudades con los entornos naturales que los rodean.
Otro factor podría ser la escasa presencia de contenidos de ecología urbana en los currículos educativos.
El análisis establece que la ecología urbana es una disciplina relativamente nueva, asentada en el indiscutible dominio del ser humano sobre casi todos los sistemas ecológicos.
Estos nuevos ecosistemas urbanos, adaptados y transformados para la vida humana, contienen complejas y dinámicas “matrices de interacciones”, en los cuales es posible apreciar espacios de resiliencia donde diversas especies conviven más o menos protegidas del resto de la ciudad, como son los parques o áreas verdes. Estos espacios entregan bienestar al ser humano a través de su flora y fauna.
Finalmente, Parra sugiere que el surgimiento de iniciativas de divulgación científica relacionadas con flora y fauna locales podría comenzar a revertir la tendencia observada en el estudio.