El huevo prehistórico de 6,5 kilos que apareció en la Antártica, el segundo más grande encontrado en el mundo y que perteneció a un reptil marino de hace 68 millones de años, será uno de los grandes hallazgos científicos del año en el país.
El trabajo, publicado en Nature y realizado en conjunto por la Universidad de Texas, la Universidad de Chile y el Museo Nacional de Historia Natural de Chile, tuvo como protagonista a un hombre que desde niño quiso ser paleontólogo, siempre quiso descubrir dinosaurios. Y a pesar de la adversidad con la que se encontró en el camino, lo logró. Su nombre es David Rubilar Rogers.
Rubilar, junto al equipo de científicos, descubrieron este fósil en 2011. En un principio no supieron con exactitud de qué se trataba, hasta que en 2018, finalmente dieron con el resultado.
- ¿Qué recuerda del momento en qué realizaron el descubrimiento?
El descubrimiento fue fantástico en un principio, aunque un poco decepcionante a la vez, ya que nosotros teníamos la idea de encontrar restos craneales de otras especies de reptiles marinos. Poco a poco comenzamos a despejar esto, que parecía un hueso laminar, pero no sabíamos de qué se trataba. Lo recolectamos porque cosas extrañas pueden servir en otro momento, además era demasiado curioso como para dejarlo en terreno, esa curiosidad tuvo el mérito suficiente para llevarlo.
- ¿Qué sensaciones tuvo cuando supo que se trataba de un huevo de dinosaurio?
Cuando vimos la posibilidad de que era un huevo, tuve la sensación de algo increíble. Pensé la magnitud de lo que estaba viendo. Era un huevo. Ahí la parte científica me aterrizó de inmediato, porque una cosa es el entusiasmo cuando ves algo y el otro es el freno del dato, necesitas tener confirmación de lo que estas viendo. Es fascinante, pero a la vez con el respeto que merece la ciencia de tener un dato antes de obtener el resultado. El entusiasmo a veces te lleva por caminos equivocados, pero también es el motor de las cosas.
- ¿Qué valor tiene que sea un huevo de cáscara blanda?
Que sea un huevo de cáscara blanda es aún más complejo, son muy raros en registros fósiles. Agregó otra dimensión al hallazgo, que nos hizo pensar que tal vez, una estructura de este estilo podría ser publicada en una revista de grueso calibre como Nature. Antes se pensaba que no se preservaban como fósiles, ahora se abre una nueva puerta para la búsqueda sistemática de estas estructuras. Se agrega un cambio de paradigma, desde ahora cambia la búsqueda de estos huevos y habrá más gente dedicada a buscarlos.
- ¿Es el descubrimiento más grande de su carrera?
Durante mi carrera he participado en cosas que son realmente relevantes, como el Chilesaurio, aunque yo no lo descubrí físicamente, sí participé en el estudio, también pasó con el Pelagornis chilensis, un ave gigante en el norte de Chile, que también es un hito. Este es uno de los más grandes, está en el top tres. El Chilesaurio y el huevo antártico no por nada fueron publicados en Nature, son especímenes que ayudan a cambiar los paradigmas, sobre todo el Chilesaurio, que es una piedra Rosetta que contribuye a comprender la evolución de los dinosaurios, es fundamental. La diferencia es que en este hallazgo participé en el descubrimiento físico, entonces le da otra dimensión, un valor agregado.
- Con este hallazgo, ¿toma una mayor reputación con respecto a científicos internacionales?
En ciencia el tema de la reputación científica ahora es un trabajo en equipo, antiguamente era la imagen de la personalidad que por sí sola se imponía. La tendencia ahora es que los grandes descubrimientos y avances científicos se dan en equipos de trabajo, y eso es una de las cosas que me gusta enfatizar. Es un cambio en el paradigma de la educación en los niños, ahora más que fomentar al individuo, hay que fomentar el trabajo colaborativo, esa es la clave para tener una sociedad mucho más evolucionada, que se preocupa por sí misma. Esto vino a ser un hallazgo en la ciencia producto de la colaboración entre instituciones, esa es la clave. La ciencia no tiene fronteras, no es un país, es colaborativa.
- Es decir, ¿su equipo toma una mayor repercusión internacional?
Estos artículos ayudan a destacar lo que se está haciendo en investigación científica en Chile, y lo comento desde el punto de vista de una ciencia que es emergente, la paleontología de vertebrados de manera profesional tiene unos 20 años en el país. Lo más bonito de todo esto, es que abres un espacio. Yo nací en un momento donde los científicos me preguntaban que por qué me iba a dedicar a la paleontología, que mejor me dedicara a algo que me diera dinero y después como un hobby asociado a la paleontología, que no podía vivir de eso de adulto, porque acá en Chile no había dinosaurios. En Chile desconocían la importancia de la paleontología. Y ahora tenemos dinosaurios, de los más extraños del mundo, y yo trabajo en el museo vivo de la paleontología. Ahora muchos chicos se están formando porque sienten que alguien pasó por ahí y tienen la confianza para seguir avanzando”.
- ¿Qué importancia tiene ser publicado en Nature? ¿Es como ganar un Mundial?
En cuanto a comparaciones siempre lo pensaba en logros deportivos, porque uno lo asocia a algo inmediato. Una vez usé el paralelo con conseguir una medalla en unas olimpiadas. Después me di cuenta que no es bueno el ejemplo. Son logros personales (como ocurrió con Nicolás Massú). No es justa la comparación. Si lo comparamos con equipos de fútbol hay que definir los países, en un momento me hizo sentido, pero ya no. Ahora diría que es una sensación de logro muy importante, pero es solo una parte, la consecuencia más relevante es que te va a permitir dar un mensaje a nuevas generaciones que hay espacio para desarrollo de tus sueños, como lo fue en mi caso con la paleontología.
- ¿A quiénes destacaría dentro de su equipo de trabajo?
Quisiera destacar en este descubrimiento el trabajo de Alexander Vargas, gran amigo y excelente paleontólogo, y Rodrigo Otero, uno de los más grandes paleontólogos de Chile.
- Alguna anécdota que quisiera revelar, al momento del descubrimiento o en la previa.
Siempre que uno viaja a la Antártica, para los momento de ocio lleva películas de ciencia ficción, y estar en la Antártica y no llevar La Cosa de John Carpenter (1982) es un sacrilegio, entonces llevamos la película y la vimos.
- ¿Qué le parecen las críticas y comentarios en redes sociales?
La exposición pública tiene dos caras, por un lado los espaldarazos, el apoyo de la gente, que comprende el fondo del asunto, pero hay otros, incluso científicos que consideran que no tiene mucha relevancia. Siempre surgen chistes, como si es la mascota de Lucia Hiriart o en su momento de Peter Rock. Hay que tomarlo con humor, es parte del folclor, siempre que hay descubrimientos hay muchas opiniones, hay que tener prestancia para entender la dinámica de la sociedad.
- ¿Planea seguir en el Museo o pretende trabajar fuera del país?
Mi objetivo de vida es desarrollar la paleontología en Chile. Si con la investigación que yo hago, no solamente en términos de artículos científicos, logro inspirar a un niño que quiera ser paleontólogo, me doy por satisfecho. Ese es un triunfo humano para mí, traspasar la posta, la curiosidad e interés por la investigación a las siguientes generaciones.