De 1 a 10, ¿cuánto te duele? Científicos desarrollan una forma más precisa de medir el dolor

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De 1 a 10, ¿cuánto te duele? Científicos desarrollan una forma más precisa de medir el dolor

Se trata de una de las interpretaciones más subjetivas que existen en medicina, tratar de medir la intensidad del dolor de un paciente. Pero un nuevo enfoque podría cambiar este paradigma.


La experiencia de dolor de cada individuo es única, pero eso hace que sea más difícil de tratar. La experiencia del dolor sigue siendo impenetrable para los científicos porque es muy variable. Por lo tanto, los investigadores y los médicos aún se basan en calificaciones subjetivas, como pedirles a los pacientes que califiquen su dolor en una escala de cero a diez.

Pero mi trabajo reciente, en colaboración con mi colega Enrico Schulz y su equipo, mostró nuevos conocimientos sobre un tipo de ondas cerebrales llamadas oscilaciones gamma que los científicos creen que pueden estar relacionadas con la percepción del dolor.

Por primera vez, demostramos que las oscilaciones gamma difieren mucho entre las personas, pero que el patrón de respuesta al dolor de las personas se mantuvo igual con el tiempo. En otras palabras, las personas que no muestran ondas cuando sienten dolor probablemente no las mostrarán en un registro posterior (cuando vuelvan a sentir dolor), mientras que aquellas que muestran una gran respuesta probablemente lo volverán a mostrar.

El dolor es variable por definición: la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como una experiencia personal, sensorial y emocional desagradable que está influenciada por factores biológicos, psicológicos y sociales.

El dolor a menudo es diferente en calidad (sordo, agudo, impactante, palpitante) y puede ser difícil de recordar correctamente. Para complicar las cosas, aunque la nocicepción (el procesamiento inconsciente de estímulos desagradables) suele provocar dolor, las investigaciones demuestran que uno puede existir sin el otro.

Un marcador objetivo del dolor pasaría por alto las distorsiones causadas por factores cognitivos y sociales. Y ayudaría a los pacientes que no pueden comunicarse (como los que están en estado vegetativo), así como a los niños pequeños y los bebés.

La larga búsqueda de un medidor de dolor

En las últimas décadas, los avances tecnológicos dieron a los investigadores la oportunidad de finalmente comenzar a desarrollar una medida objetiva del dolor.

A principios de la década de 1990, las técnicas de neuroimagen, como las tomografías por emisión de positrones (PET) y las IRMf, se convirtieron en una forma popular de estudiar el dolor. Esto condujo a un enfoque en las medidas fisiológicas de la actividad cerebral.

Los científicos se entusiasmaron con la idea de identificar algún tipo de “centro del dolor” o “red de dolor” dentro del cerebro. Sin embargo, los estudios de la activación del cerebro durante los experimentos de dolor mostraron que incluso los estímulos inocuos (por ejemplo, el calor, el tacto o la vibración cuando los participantes no lo esperaban) pueden activar el cerebro de manera similar a los estímulos dolorosos.

Los estudios también han demostrado que la respuesta del cerebro al calor doloroso está fuertemente influenciada por el nivel de alerta y atención de la persona. Tanto su respuesta cerebral como su percepción consciente del dolor están influenciadas por la atención que le presta.

Cada vez hay más pruebas de que la respuesta del cerebro al dolor no siempre tiene una relación significativa con el nivel de dolor que experimenta una persona: una mayor actividad cerebral no siempre significa un mayor dolor. Los factores contextuales, la metodología de estudio y las diferencias biológicas entre las personas pueden afectar la actividad cerebral.

Entonces, quedó claro que la tecnología por sí sola no nos daría una medida objetiva del dolor. Los investigadores necesitaban comprender más acerca de la respuesta del cerebro a la estimulación.

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Oscilaciones gamma, una una forma más precisa de medir el dolor

Décadas de investigación han demostrado que el tipo de ondas cerebrales llamadas oscilaciones gamma son una buena medida de la respuesta humana al estímulo en general, no solo al dolor. En la década de 2000, el trabajo experimental mostró que las oscilaciones gamma aumentaron en amplitud luego de estímulos dolorosos térmicos breves y prolongados en voluntarios sanos.

Las oscilaciones gamma pueden controlar la conectividad entre diferentes regiones del cerebro. La investigación paciente y el registro de la actividad eléctrica dentro del cerebro parecían respaldar la idea de que las oscilaciones gamma podrían reflejar la percepción del dolor mejor que cualquier otra respuesta cerebral al dolor.

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Nuestro trabajo reciente ha demostrado cómo las ondas gamma sincronizadas con la estimulación térmica dolorosa son únicas para cada persona. Para nuestro experimento, inducimos dolor brevemente usando un láser térmico en 22 voluntarios masculinos sanos de entre 20 y 30 años, luego registramos sus respuestas de ondas gamma. Esto no solo identificó la extrema variabilidad en las ondas gamma de las personas, sino que también mostró que el patrón de respuesta de una persona es estable a lo largo del tiempo.

Nuestro análisis de un estudio separado publicado en 2021, independiente del nuestro pero que utilizó una metodología similar, también demostró la variabilidad entre los participantes en su respuesta a las ondas gamma.

Qué significan nuestros resultados

Cuanto más entendamos acerca de la respuesta única de las personas al dolor, más cerca estaremos de brindarles el alivio adecuado para el dolor.

Nuestros hallazgos sugieren que debemos repensar nuestra interpretación de la relación entre el dolor y las oscilaciones gamma, pero aún es demasiado pronto para establecer reglas generales. Algunas personas sentirán dolor y no tendrán una respuesta gamma, mientras que otras mostrarán una gran respuesta.

También es importante recordar que los mecanismos cerebrales desencadenados por el dolor experimental en personas jóvenes sanas no son necesariamente los mismos que los que han sido moldeados por la experiencia del dolor a largo plazo. Por ejemplo, las personas con condiciones de dolor crónico pueden tener cambios en la estructura de su cerebro y en su respuesta al dolor.

Hasta el momento, no se han realizado ensayos clínicos con ondas gamma, quizás debido a los desafíos técnicos y éticos que implican los experimentos que estudian a pacientes con dolor crónico.

Entonces, todavía no sabemos por qué diferentes personas tienen respuestas de ondas gamma tan diferentes al dolor. Pero si las ondas gamma pueden predecir de manera confiable el dolor en un porcentaje sustancial de la población, podríamos usar esto para diagnosticar, manejar y tratar condiciones de dolor.

*Elia Valentini, profesor titular de Psicología, Universidad de Essex

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