Ocho ataques, seis asesinatos y dos personas graves, es el saldo del denominado “psicópata de Meiggs”. Diego Alexander Ruíz Restrepo (30), de nacionalidad colombiana y que se encuentra de manera irregular en el país, fue detenido ayer por Carabineros, en conjunto con la Fiscalía Centro Norte.

El individuo, que hoy será formalizado, se suma a una larga lista de asesinos y psicópatas en la historia de Chile. Muchos de ellos fueron condenados a pena de muerte (abolida en 2001 por Ricardo Lagos), y otros, actualmente se encuentran cumpliendo cadena perpetua.

Máximo Quitral, historiador y académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana, explica una diferencia en relación a casos más emblemáticos. “Parece que tenía una figura de molestia contra un tipo de ciudadano, porque los casos que se están conociendo, la mayoría eran personas en situación de calle, y por tanto (aparentemente) podría haber una motivación ideológica que explicaría un poco ese comportamiento”, dice.

A diferencia de los otros casos que “hemos visto en lo largo de la historia, tal vez no hay una planificación perfecta, más bien hay un motivo distinto que convierte a esta persona investigada en una figura delictiva diferente”, explica el académico de la Utem.

En la historia hay casos de psicópatas o asesinos en serie que llegaron a tener cierta fama e inclusive admiración. “Esto se debe a múltiples aristas, pero tiendo a pensar que es por el personaje que se crea y la historia que lo rodea. Hoy llaman más la atención porque sabemos más sobre estos personajes y qué podría motivarlos a cometer estos crímenes”, argumenta Raúl La Torre, historiador Museo del Carmen de Maipú.

La Quintrala

La historia de La Quintrala tiene mucho de realidad, pero también mucho de ficción. Catalina de los Ríos y Lisperguer (1604-1665) dio vida a este “personaje”, que casi 400 años después aún es recordado por la sociedad.

Esta mujer, aristócrata y terrateniente en la época colonial, se hizo conocida por la crueldad con la que trataba a las personas que trabajaban para ella. Poco a poco comenzaron a correr una serie de mitos en torno a su persona, que era una mujer perversa y abusadora, por ejemplo. Además, fue asociada a la hechicería, cuenta la leyenda.

El caso de La Quintrala es diferente al del Chacal de Nahueltoro, "pues no había una institucionalidad protectora del individuo. Catalina de los Ríos hizo uso y abuso de su poder, y fue tomado como algo normal en esos tiempos”, explica Quitral.

Una de las primeras acusaciones en su contra, fue la del asesinato de su propio padre, Gonzalo de los Ríos y Encio. Esto ocurrió con veneno, aproximadamente en 1622, cuando ella tenía solo 18 años. Debido a falta de pruebas, no fue procesada.

La Quintrala ha sido motivo de múltiples libros, series y películas. En la imagen, la película argentina "La Quintrala, doña Catalina de los Ríos y Lisperguer", protagonizada por Ana María Lynch (1955).

Son personajes, que dependiendo el contexto, producen una fascinación que se extiende en el tiempo. "Es penoso, pero mientras más macabro sea, es posible que la sociedad más lo recuerde”, explica La Torre.

Eso fue solo el comienzo, ya que la vida de La Quintrala, siempre en el límite de lo verídico y la leyenda, continuó de manera bastante tortuosa. Se casó, tuvo un hijo, el que murió a los 10 años, intentó matar a un sacerdote, mismo con el cual se dice que tenía un romance, luego en 1624 habría matado a otro hombre, acusando a una de sus esclavas del delito.

Su crueldad ya era un hecho y los mismos inquilinos de sus tierras empezaron a temerle, y se sospecha que realizó más de 40 asesinatos. En 1660 comenzó una investigación en su contra, la que no prosperó debido a las influencias que tenía en esa época. Murió a los 61 años.

En 2008 surgió un nuevo caso que volvió a poner su nombre en escena: María del Pilar Pérez, quien actualmente cumple condena perpetua por haber ordenado el crimen de su exesposo Francisco Zamorano y su pareja, Héctor Arévalo.

Adicionalmente, mandó a matar su hermana (y posiblemente a toda su familia) por una herencia. Por un tema del destino, el sicario se encontró con el pololo de su sobrina, el economista Diego Schmidt-Hebbel, quitándole la vida.

Robin Hood chileno

Émile Dubois, bautizado popularmente como el Robin Hood chileno, ya que actuaba en nombre del proletariado, y contra personas que formaban parte de la burguesía.

Dubois nació en 1867 en Francia, y tras llegar al país, de inmediato comenzó a cometer homicidios. Totalizó cuatro, todos a europeos. El primero, Ernesto Lafontaine, de origen francés y además, primer alcalde de Providencia. Luego le quitó la vida al alemán Gustavo Titius, Isidoro Challe (francés) y Reinaldo Tillmanns, comerciante alemán.

Louis Amadeo Brihier Lacroix (1867-1907), nombre original de Dubois.

Cuando intentaba asesinar a su quinta víctima, fue capturado y ejecutado por cuatro fusileros en 1907. Actualmente, muchas personas acuden a rezar y hacer peticiones en el cementerio de Playa Ancha, en donde se encuentra un monumento funerario en su nombre.

Antes de morir dijo a los encargados de fusilarlo. “Ejecutadme y apuntad bien al corazón”.

Chacal de Nahueltoro

Una de las historias más emblemáticas, y que forma parte del inconsciente colectivo de todos los chilenos (incluso muchos sin saber lo que efectivamente pasó), es la de Jorge del Carmen Valenzuela Torres, conocido como el “Chacal de Nahueltoro”, quien fue sentenciado luego de dar muerte en 1960 a una mujer y a sus hijos.

“El Chacal, también causó revuelo mediático, por el nivel de violencia ejercido. Pasó a la historia no solo por la brutalidad, sino que también porque Jorge experimentó cambios en su personalidad y, con mayor manejo cultural, pudo entender y comprender el daño producido. Eso sentó la base para una discusión sobre la real posibilidad de cambio en el sujeto y posterior reinserción social”, explica Quitral.

Chacal de Nahueltoro. Crédito: ARCHIVO HISTORICO / CDI COPESA

Valenzuela forma parte de la lista de personas condenadas a pena de muerte. Desde su promulgación en 1875, hubo 58 condenados, 29 de ellos habían cometido robo con homicidio; 24 homicidio calificado; uno por asalto con homicidio; uno por homicidio con incendio y tres por homicidio con violación.

Tras ser capturado, fue fusilado el 30 de abril de 1963 en Chillán. Esto generó un fuerte debate en el país, ya que se trataba de una persona analfabeta, que tras un intenso proceso de rehabilitación, pidió la condonación de la pena. Ésta no fue otorgada.

Con el paso de los años, se transformó en una figura popular, que incluso llegó al cine. El director Miguel Littin estrenó un filme con la historia. Incluso formó parte de Condorito, a través del personaje Chacalito.

Los psicópatas de Viña

La pena de muerte en Chile, si bien fue abolida en 2001, el 29 de enero de 1985 tuvo su último capítulo. Ocurrió con los llamados “Psicópatas de Viña del Mar”.

Los excarabineros Carlos Alberto Topp Collins y Jorge Sagredo Pizarro (en la fotografía), fueron condenados a pena de muerte por ser responsables de una decena de homicidios en la ciudad jardín. La historia ha revivido en innumerables ocasiones, a través de películas, series, teleseries, y por supuesto, la cultura popular.

La Torre señala que tenemos que recordar que “asesino en serie” es un término acuñado recién en la segunda mitad del siglo XX, “a partir de largos estudios sobre la personalidad de estos individuos. Esto, por una parte permite la investigación de crímenes para llegar al autor, pero también devela al personaje detrás. Esto último, en algunos casos, genera interés, más aún si nos rompe esquemas”.

Jorge Sagredo Pizarro (derecha), uno de los psicópatas de Viña del Mar.

Todo comenzó en enero de 1980, cuando Topp Collins y su cómplice, Sagredo Pizarro, dieron muerte, la noche del 5 de agosto de 1980, al técnico electrónico Enrique Gajardo Casales. Era el inicio de una serie de brutales crímenes que llevarían a cabo.

Luego prosiguió el homicidio de Alfredo Sánchez y violación de Luisa Fernanda Bohle, el homicidio de Fernando Lagunas y Delia González, el homicidio de Luis Morales, el homicidio de Jorge Inostroza y violación de Margarita Santibáñez y el homicidio de Raúl Aedo, entre otros.

Todos estos hechos en menos de dos años.

El psicópata de Alto Hospicio

Julio Pérez Silva es uno de los peores criminales sexuales que ha registrado el país. Entre abril de 1999 y agosto de 2001 fue responsable de la muerte de 14 mujeres en Alto Hospicio (Iquique, Región de Tarapacá). Además se sospecha de la responsabilidad del llamado “Psicópata de Alto Hospicio” de la desaparición de otras cinco jóvenes.

A nivel histórico, “quizá podríamos asignarle un valor en cuanto algún caso haya tenido algún tipo de repercusión, como pudiera ser el implementar la pena de muerte, la creación de algún cuerpo especializado para este tipo de crímenes, que alguna de las víctimas hayan tenido cierta relevancia, entre varias otras cosas más”, señala el historiador del Museo del Carmen de Maipú.

Pérez se encuentra actualmente condenado a presidio perpetuo por violación y homicidio. Su modus operandis lo repitió de la misma manera con todas las víctimas. Trabajaba como taxista clandestino, por lo que le ofrecía a mujeres jóvenes llevarlas gratis.

Cuando aceptaban, las llevaba a un sitio eriazo, para luego violarlas y asesinarlas. En febrero de 2004, Pérez finalmente fue condenado.

Actualmente se encuentra en la cárcel de alta seguridad Colina I, en Santiago. Deberá cumplir 40 años de reclusión antes de poder optar a algún beneficio carcelario (lleva 16). Se trata de la pena más alta en el Derecho Chileno.

El Tila o psicópata de la Dehesa

Otro caso emblemático es el del psicópata de La Dehesa, Roberto Martínez, también conocido como El Tila.

Todo comenzó en 2001, cuando atacó a un matrimonio en un departamento en Vitacura e intentó ultrajar a la dueña de casa, luego en 2002 atacó nuevamente a una pareja en Santiago Centro y pocos días después, repitió el modus operandis en La Dehesa, violando a la dueña de casa y a su hija.

Fue detenido en 2002, tras lo descrito y ser acusado del asesinato de Maciel Zúñiga, de 15 años, sumado a otros delitos.

En 2016 se suicidó, tras ahorcarse al interior de su celda en el módulo Alfa del Penal Colina II.