Cuando el etnólogo francés Paul Rivet publicó en 1943 Los orígenes del hombre americano, generó una discusión sobre la posibilidad que nuestro continente habría recibido migraciones de seres humanos desde Asia, Melanesia, Australia y la Polinesia.

Después de 80 años la teoría de Rivet en Chile cobra fuerza, tras revelarse nuevos antecedentes sobre el hallazgo de restos de cuerpos precolombinos de origen polinésico en Tunquén, comuna de Algarrobo, V región. Investigación a cargo del historiador Juan Carlos Arellano y el arqueólogo José Miguel Ramírez de la Universidad de Playa Ancha, plantea y analiza el origen del mestizaje y genética en nuestro territorio desde Oceanía.

El hallazgo de restos polinésicos en Tunquén que cuestiona origen de los chilenos

En 2011, mientras se realizaba una excavación en terrenos privados en el sector de Tunquén, aparecieron 12 cuerpos precolombinos con rasgos polinésico, según Ramírez, quien trabajó en el lugar con un equipo de profesionales, luego que los dueños del terreno dieran aviso al Consejo de Monumentos Nacionales, “algo muy destacable de los propietarios del predio, pues en esto tipo de situaciones generalmente los dueños de los terrenos donde ocurre este tipo de situaciones suelen callar”, revela Arellano.

Imagen del hallazgo. Crédito: Universidad de Playa Ancha

El pasado jueves 13 de julio, los investigadores visitaron el lugar, acompañados del Luis Morales, antropólogo local, “pues queríamos recibir de primera fuente, como se produjo ese hallazgo en 2011 y así entregar nuevos antecedentes al respecto”, revela Arellano, “cómo, cuáles son las razones del por qué no ha tenido una visibilidad hacia la opinión pública y si han logrado encontrar algún otro hallazgo en el lugar estos últimos años”, añade.

El lugar es de una energía maravillosa, reconoce este último, “donde el verde de su vegetación, se entremezcla con colinas, quebradas y un conchal, el que está a unos 800 metros del lugar del hallazgo de los cuerpos, y que entrega información de cómo vivía la población cercana a la costa, por cuanto no solo hay restos de conchas, sino que también se podrían encontrar restos de peces, animales, herramientas y objetos que los pueblos precolombinos utilizaban en su vida diaria. Es un lugar con un tremendo potencial para de seguir investigando”, añade.

“Los antecedentes nuevos son la voluntad de los dueños de proseguir con las investigaciones, dejaron la infraestructura necesaria para poder realizar nuevos trabajos en terreno, hay varios sectores para avanzar, pues el de los conchales y sus alrededores son fundamentales para contextualizar mejor el lugar. Es importante destacar que los dueños en forma voluntaria notificaron de estos hallazgos al Consejo de Monumentos Nacionales”, explica Arellano.

Restos precolombinos de origen polinésico en Chile

Arellano cree que hay necesidad de seguir avanzando en estos hallazgos, “sobre posible mestizaje transoceánicos entre navegantes polinésicos y pobladores picunches o cultura Aconcagua durante el período alfarero intermedio o tardío en la zona, y si estos habrían avanzado a los valles interiores. Pues quizás eso podría explicar el gran tamaño de algunos restos óseos precolombinos encontrados, por ejemplo, en el valle del río Mapocho”.

Según la genetista neozelandesa Alice Storey, “los polinesios eran navegantes consumados que exploraron todo el Pacífico desde Tonga y Samoa hasta Hawái, la Isla de Pascua y Nueva Zelanda. Parece inevitable que en su expansión hacia el este acabaran alcanzando la costa de América”, establece este último.

Restos precolombinos encontrados en la Quinta Región. Crédito: Universidad de Playa Ancha

Su investigación explica por qué, cuando Francisco Pizarro llegó a Perú en 1532, “se encontró, por ejemplo, con que el pollo ya formaba parte de la cultura y las ceremonias religiosas de los Incas. Dado que los pollos no son originarios de América, tenían que haber llegado procedentes de Europa o Asia. Pero los cuarenta años transcurridos desde la llegada de Colón a las Bahamas no parecían tiempo suficiente para que el ave hubiera ocupado un lugar tan importante en esta cultura”, señala Arellano.

Otro antecedente, es que en 1903 en isla Mocha, se describió por primera vez la evidencia de tres cráneos con forma de polinesios. “Pero fue con las excavaciones de los años 90 y de 15 años después, que el arqueólogo José Miguel Ramírez y la antropóloga molecular Lisa Matisoo-Smith, confirmaron mediante análisis de ADN en los huesos de gallina y los rasgos morfológicos en esqueletos humanos, el contacto polinesio en el sur de Chile”, agrega Arellano.

Pieza encontrada. Crédito: Universidad de Playa Ancha

El hueso de pollo que fue analizado por el equipo de la Universidad de Auckland procede del yacimiento de El Arenal-1, que se encuentra en una región mapuche en la península de Arauco, sostiene Arellano, “el ADN del hueso se ha comparado con el de otros doce restos encontrados en otros yacimientos. Dos de estas doce piezas, procedentes de islas de Tonga y Samoa, presentaban una secuencia genética igual a la del hueso de El Arenal-1″.