Si bien durante los últimos años noviembre nos tiene acostumbrado a intensas jornadas de calor, el año 2022 ha roto todos los récords. Ha sido un mes extremadamente caluroso en la Región Metropolitana y la zona central, con altas temperaturas y olas de calor.
Justamente la última semana registró la tercera ola de calor del undécimo mes del año, lo que ocurre por primera vez y apenas la tercera vez en la historia en un solo mes, luego de enero de 2019 y mayo de 2020. Además, esta primavera ya anota cuatro eventos meteorológicos de estas características, algo que solo había ocurrido en 2016. Desde San Felipe a Puerto Williams se han registrado 51 olas de calor durante los últimos 90 días.
El fenómeno se registra en medio de días mega calurosos, con temperaturas que incluso han alcanzado 35°C en algunas zonas de la capital. Es por esto que la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) emitió una nueva alerta de altas temperaturas desde la Región de Valparaíso hasta Los Ríos.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que una ola de calor es un período de al menos tres días con temperaturas muy por sobre valores típicos para la fecha, los que dependen, por supuesto, del lugar y de la época del año. Por ejemplo, “en Santiago durante noviembre se considera que estamos en presencia de una ola de calor cuando la temperatura durante al menos tres días consecutivos superan los 30,5°C”, señala el climatólogo.
Estas temperaturas extremas se presentan en la Región Metropolitana, debido a un predominio de altas presiones. “Eso básicamente significa que masas de aire se mantienen estables sin mucha ventilación, mientras son calentadas por la muy intensa radiación solar. Además, estamos cerca del solsticio de verano, y por lo tanto, la intensidad de la radiación solar se está acercando a su máximo anual”, añade Cordero.
Aunque las consecuencias del cambio climático son muchas, que van desde inundaciones, marejadas más intensas y sequías, el alza de la temperatura es el efecto más fácil de percibir por la población, el que se ha visto amplificado por el aumento progresivo de las olas de calor. Y uno de los grandes afectados es Chile.
El alza en la frecuencia e intensidad de olas de calor registrado en las últimas décadas afecta a todo el mundo. “No hay lugares en el mundo, incluidos aquellos calurosos en el trópico o normalmente fríos en los polos, que no esté experimentando cada vez más intensos y largos periodos con temperaturas muy por sobre típicos”, señala Cordero.
Más de 15 olas de calor por año: influencia de La Niña
En un principio se manifestaban exclusivamente en verano, y una o dos veces por año. Salvo excepciones muy particulares, como a fines de la década los 60 y 80. Pero a partir del último tiempo, la situación ha empeorado considerablemente, incluso alcanzando más de 15 eventos de estas características cada 12 meses.
Y hace cuatro años que estas olas de calor se presentan de manera consecutiva en primavera. Si durante la última década se registraron poco más de seis olas de calor en promedio por año, a partir de 2020 se rompieron todos los récords, registrándose 16 olas de calor.
A pesar del efecto moderador del fenómeno de La Niña, que disminuye las temperaturas, estos últimos eventos ratifican la posibilidad de que 2022 termine como uno de los diez años más calurosos de la historia en Santiago y la zona central.
Sin embargo, hay años peores que otros. “Las últimos tres primaveras/veranos han estado marcadas por La Niña. Este enfriamiento en el Pacífico tropical, frente a las costas de Perú y Ecuador, modera las temperaturas máximas en el norte de Chile. La influencia de La Niña ha mantenido moderadas las temperaturas en esta zona del país, que no ha sido tan afectado por olas de calor estas últimas temporadas, como el centro y el sur del país”, establece Cordero.
“Cuando desaparezca la influencia de La Niña, el norte será otra vez afectado por intensas olas de calor, tal como sucede en todo el mundo”, agrega el climatólogo.
Lo que está ocurriendo con las olas de calor, se suma a lo sucedido en abril, cuando se registraron las temperaturas más altas jamás vistas en Santiago para la fecha. Además, el invierno culminó como el más cálido de la historia y el más seco en 23 años.