Encontrar moléculas en hongos en la Antártica que controlen el alzheimer, será la misión de los investigadores del Departamento de Química de la Universidad del Bío-Bío (UBB), Jaime R. Cabrera Pardo y Ramón Ahumada Rudolph viajarán en enero de 2023 para recolectar las muestras en la región más austral de Chile.
La idea de esta investigación es la posibilidad de aislar microorganismos que habitan en condiciones extremas e inexploradas que ofrece la Antártica, los que producen moléculas con características y potencialidad únicas.
Las enfermedades neurodegenerativas son unos de los retos socio-sanitarios de la actualidad, siendo el alzheimer una de las más prevalentes. Esta patología se caracteriza por un deterioro cerebral, que culmina con un daño cognitivo y trastornos del comportamiento.
El doctor en Química Orgánica de la Universidad de Chicago (USA, Fulbright Fellow) y postdoctorado en la Universidad de Cambridge (UK, Marie Curie Fellow), Jaime R. Cabrera Pardo, señala que “actualmente la comunidad científica está reuniendo esfuerzos para desarrollar nuevos compuestos naturales efectivos, con el fin de retrasar el inicio y desarrollo del alzheimer, junto a otras patologías neurodegenerativas”.
Agrega que “se ha demostrado que algunos hongos de zonas prístinas y condiciones extremófilas de la Antártica tienen un alto potencial de ejercer un efecto neuroprotector, lo que constituye una gran reserva de posibles fármacos y agentes nutracéuticos”.
Se estima que a nivel global, sobre 40 millones de personas padecen algún tipo de demencia. La prevalencia de esa enfermedad en la población chilena total es de alrededor del 1%, cifra que sube cercano al 7% en la población mayor a 60 años de edad.
El trabajo que viene
Durante 12 días los investigadores recolectarán distintas muestras, como sustratos vegetales, suelo, sedimentos y agua de mar, las que se irán procesando en el laboratorio microbiológico de la Base Científica Profesor Julio Escudero, ubicada en la Antártica y que es administrada por el Instituto Antártico Chileno (INACH).
Posteriormente, con los hongos extremófilos aislados en la Antártica, se les realizará un estudio de secuencia genética, para analizar sus nucleótidos y comparar con la base mundial de datos Genbank, que reúne más de 2.450 millones de cepas con registro de identificación o si corresponde a una nueva especie.
El doctor en Ciencias Ambientales de la U. de Concepción y postdoctorado de la U. del Bío- Bío, Ramón Ahumada Rudolph, dijo que “en un período de tres años, nuestra investigación buscará metabolitos secundarios obtenidos desde ecosistemas antárticos, donde realizaremos ensayos antioxidantes, antimicrobianos, inmunomodulares, celulares y principalmente neuro-protectoras, para descubrir moléculas activas que puedan generar con éxito su actividad farmacológica a nivel de laboratorio”.
Proteínas mal plegadas, que se ordenan mal y dificultan el funcionamiento de las neuronas en el cerebro. Ese es el problema de base que comparten párkinson y alzhéimer, dos patologías neurodegenerativas que están aumentando en nuestro país y que lo seguirán haciendo porque están asociadas al envejecimiento de la población.
Otro problema agregado: ninguna tiene tratamiento realmente efectivo y por lo mismo, hoy los esfuerzos investigativos se enfocan en prevención y tratamientos no farmacológicos.
Desde el punto de vista molecular, se sabe que ambas enfermedades está relacionadas con la acumulación de dos proteínas: amiloide y ovillo neurofibrilares. Durante mucho tiempo se pensó que si se lograban abordar con un medicamento que tuviera un efecto ese nivel, se podrían tener tratamientos más efectivos. Hoy se sabe que es más complejo y que la cura no está cerca. Sí hay más evidencia sobre la efectividad del tratamiento no farmacológico.
Por ello, investigaciones como la que lideran estos científicos de la U. del Bío-Bío pueden ayudar a encontrar potenciales tratamientos para estas y otras enfermedades neurodegenerativas.