El debate que surgirá cuando esté lista una vacuna contra el coronavirus: ¿Quién primero?

Vaccine Exemptions Schools

Todavía no existe, pero ya existe preocupación en el mundo por el acceso a lo que parece, podría ser una herramienta clave en esta pandemia.


Ocurrió hace años cuando se descubrió la penicilina. Este antibiótico surgió justo cuando se libraba la Segunda Guerra Mundial. Eran muchos los soldados heridos que lo necesitaban y también aquellos que tenían enfermedades venéreas que disminuían las fuerzas activas. Los estadounidenses y británicos fueron los primeros en producirlo de forma industrial: el debate ético era si se compartía esa información con los enemigos.

A una velocidad nunca antes vista, hoy más de cien laboratorios en distintos lugares del mundo, están buscando una vacuna que logro frenar el avance del virus Sars-CoV-2.

Cuando eso ocurra, el debate inmediato será no solo cómo producir esa vacuna en grandes números, sino también a quién vacunar primero.

Diana Aurenque, experta en ética médica y filosófica y vicedecana de Investigación y Postgrado de la Facultad de Humanidades de la U. de Santiago, explica que para el caso específico de una vacuna contra el coronavirus, además de las consideraciones médicas y biológicas, se deben agregar elementos sociales y económicos de la población. Esto porque el virus ha demostrado ser más duro con la población más vulnerable, los que viven en peores condiciones, los que no pueden guardar distanciamiento social, por ejemplo.

Respecto del desarrollo de la vacuna, Aurenque dice que contar con una vacuna segura no es sencillo, con mayor razón si se considera que se están acortando los tiempos para contar con una solución pronto. “Suponiendo que está la vacuna y está todo bien, hay criterios éticos para la repartición. En el caso de Chile, se podría exigir que se aplique criterio de acceso justo a los recursos médicos y fijar un grupo objetivo, personas más pobres, los que no pueden mantener distancia social, los mayores, los niños”, dice.

Vacuna experimental.
Vacuna experimental.

Según Rodrigo Pacheco, director del Laboratorio de Neuroinmunología de la Fundación Ciencia & Vida, “los primeros en recibir la vacuna deberían ser los grupos de la población que tienen más riesgo de morir si se enferman como los adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y en una segunda etapa, personal de salud y los niños, que son los vectores más eficientes del virus”.

Sin embargo, cada país tendrá que definir quiénes se vacunarán primero. “Lo que sabemos hasta ahora es que la vacunación de la población es más importante que la población del individuo. Lo ideal sería vacunar a a toda la población, pero si se debe decidir a quién sí y a quién no, se debe partir por vacunar a la población de mayor riesgo”, insiste Pacheco.

Los niños son también un grupo clave a la hora de intentar frenar esta pandemia. Pacheco señala que vacunarlos a ellos “garantiza que el virus no se propagará en ese grupo y no llevarán el virus a casa”.

Otro aspecto importante es la educación de la población. “Se debe resaltar el significado de las acciones individuales para la protección de la mayoría. Hay una obligación moral de proteger a los demás”, insiste.

Las autoridades chilenas ya se encuentran haciendo algunas gestiones para estar más cerca de quienes están desarrollando las vacunas. El propio Presidente Piñera reconoció hace algunos días que estaba en conversaciones con el mandatario estadounidense para que en el caso de existir una vacuna, considere a Chile.

Además, los embajadores de Chile en Beijing, en Estados Unidos, en Alemania y en Israel tienen instrucciones de monitorear permanentemente el avance de las investigaciones sobre vacunas.

Múltiples vías

Alexis Kalergis, director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII) y académico de la Universidad Católica, destaca que es importante explorar múltiples caminos de acción para garantizar el acceso a una vacuna. “Uno de éstos sin duda es el desarrollo en Chile de investigación científica para la generación de prototipos locales, dado que eso nos posiciona en el mapa de desarrolladores de vacunas”, dice.

“La colaboración con grupos y organismos internacionales es clave, porque podemos conocer y acceder de primera fuente a los avances hechos por otros equipos. A nivel internacional se han emitido múltiples declaraciones relacionadas a la necesidad de liberar los derechos de propiedad intelectual y facilitar el licenciamiento de productos claves para abordar y posiblemente resolver a pandemia causada por Covid-19”.

Un ejemplo de esto es la vacuna que desarrolla la U. de Oxford. Se ha establecido un lineamiento para hacer disponibles los derechos de uso de la licencia de la potencial vacuna, de manera no exclusiva y libre de costo por el periodo de duración de la pandemia de acuerdo a lo definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), dice Kalergis.

¿Patentes públicas?

Un banco mundial de vacuna con derecho público es una de las herramientas que la OMS está proponiendo. Pero en la práctica, es difícil que ocurra.

Miguel O’ Ryan investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la U. de Chile y del Instituto Milenio de Inmunoterapia e Inmunología (IMII), señala que “salvo que ocurra un cambio global importante”, es muy poco probable que fructifique esta idea porque por ahora, la filosofía de los países es asegurar los insumos para sus propios ciudadanos y luego compartir con los demás. Y eso es precisamente lo que se ha visto ya con la prohibición de exportación de ventiladores mecánicos e insumos varios. “No hay una tendencia a una generosidad global. Todos los gobernantes están viendo cómo se suben a la lista de los países que accederán primero a las vacunas cuando haya una y eso es legítimo en la medida que todo indica que no habrá una estrategia global que sea generosa”, dice.

Estudios clínicos en Chile

Chile es un país que ya tiene experiencia en la realización de estudios clínicos, por lo que no es rato pensar que el país pueda participar en el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus. El propio O’ Ryan participó en el estudio que permitió que el mundo hoy pueda contar con una vacuna contra el rotavirus. “Tenemos la capacidad de hacer este tipo de estudios, contamos con investigadores clínicos, una población educada, protocolos que nos permiten probar vacunas avanzadas y esta es también una manera de colaborar en el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus”. Todo esto, dice el investigador pone a Chile un poco más arriba al momento de la repartición de vacunas.

Según explica O’ Ryan, los científicos siempre están en conversación con sus pares y este momento de pandemia no ha sido diferente. “Siempre estamos en interacción con los productores más relevantes. En nuestro caso ( grupo de investigación, es a nivel pediátrico, pero siempre estamos en contacto permanente”, indica.

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