Estos días comenzó a aparecer un uso de la ciencia como equivalente a la verdad única, no solo por parte de científicos. Hoy mismo salieron varias columnas en ese tono moral y pedagógico: es hora de hacer caso a la ciencia. Algo bastante obvio cuando se trata de una pandemia, ¿entonces por qué su insistencia? Porque de lo que leí, la alusión es al movimiento social antes que a los conspirativos, o anticientíficos reales como Trump (quien, por cierto, quiso comprarle a un laboratorio alemán los derechos de la investigación de la vacuna). Bajo esa idea de ciencia pura, se está diciendo, en el fondo, algo así como: es hora de callar a la filosofía política. Como si fueran opuestos.
¿Se está haciendo un uso oportunista del discurso científico en esta catástrofe? Y con ello borrar las disputas políticas, que sí son parte de esta catástrofe. En ningún caso lo pienso como una conspiración o una invención de la epidemia (que me parece que fue el error grave del primer artículo de Agamben sobre el tema), sino que la ciencia no es solo una técnica, también responde a la política. ¿En qué se invierte más dinero, en la investigación para disfunción erectil o los virus? Por ejemplo, la homosexualidad salió recién en 1973 del manual de enfermedades mentales. ¿Eso es ciencia o política? La crisis social que esto tiene como consecuencia es sin duda materia que implica a la política y lo político.
Por supuesto que vivimos un momento en que se presentó una dimensión de la realidad, que bajo la idea moderna de progreso, es evadida: la de la naturaleza. Y esa realidad es absoluta, no es una verdad ni siquiera, porque no es un valor. Sólo es. El virus no es ni bueno ni malo. Mientras que el bien y el mal (el mundo humano) son valores, por lo tanto relativos, culturales y se disputan políticamente. André Compte-Sponville lo escribe de una forma que me gusta mucho: “Ese es quizás el secreto del spinozismo, y tal vez también del espirítu”.
Al final, la vida y la muerte humana es vivida en estos dos registros: absolutos y relativos (en el sentido del valor). No es lo mismo una muerte violenta (precisamente de eso se ocupa la cultura), que una considerada natural. Porque no somos solo carne cruda, por eso parte de este horror es la imposibilidad de despedir a los muertos y hacerles un rito funerario. Porque eso importa. Más allá de la ciencia.
Me parece tan absurdo hacer teoría crítica desconociendo el lugar de la ciencia, como viceversa. Como si no estuvieran ambas posiciones intrincadas. Desconocer cualquiera de las dos solo me hace pensar en oportunismo egótico o político, o ambas.
¿Nos cambia el ojo y el sentir la pandemia y la aparición feroz de la muerte y la falta de control? Por supuesto. Pero eso no significa que debemos detener el ejercicio humano del pensar, de interrogar la escritura de los fenómenos. No todos sabemos de epidemiología, claro; pero seguramente habrá otra disciplinas que tienen algo que decir, quizás preguntar. Esta idea de que de los fenómenos son propiedad de una disciplina es el mismo anhelo miope de control. O un ajuste de cuentas. Porque a al final, somos demasiado humanos. Lo que quiera que eso signifique, pero sin duda no somos una recolección de datos.
Salvar la vida es una cuestión biológica, pero la dignidad se defiende con política. Si no, no habrían suicidios.