Cuando en 2010 Steve Jobs mostró al mundo la primera versión del iPad -inaugurando de paso la industria de las tabletas- en principio sólo se enfocó en el ocio y entretenimiento hogareño. A pesar de lo novedoso del concepto, el dispositivo estuvo marcado por la incredulidad y las burlas por ser “sólo un iPod Touch gigante”, con una interfaz simple y similar al iPhone, pero con un perfil que no parecía justificar los 500 dólares del modelo de entrada.
Aún así, la compañía anunciaba al producto como “un dispositivo mágico y revolucionario a un precio increíble”, algo que con el paso de los días obtuvo el beneplácito de la crítica especializada. Se elogió al dispositivo por su amplia gama de capacidades y lo etiquetaron como un competidor para computadoras portátiles y netbooks (una especie de notebook pequeño muy popular en esos años).
Steve Jobs se había tomado a la tableta como un proyecto personal y al que le tenía especial fe. En 1983 -casi 30 años antes-, el fundador de Apple presagiaba que el aparato, sin nombre aún, haría las veces de un libro electrónico, permitiendo a las personas acceder de forma sencilla a un contenido de miles de datos disponibles mediante “señales de radio”, que hoy conocemos como internet. Pero estaba limitado por la tecnología de su tiempo.
“Lo que queremos es poner una computadora increíblemente genial en un libro que puedas llevar contigo y que puedas aprender a usar en 20 minutos. Queremos hacerlo en esta década, y lo haremos con un enlace de radio para que no tenga que conectarse a nada. Estará en comunicación con todas bases de datos y otras computadoras. No sabemos cómo hacer eso en este momento. Es imposible, técnicamente”, afirmó en la Conferencia Internacional de Diseño de Aspen de 1983.
Una vez lanzado el iPad, las ventas le dieron la razón a Jobs. En su primer día se vendieron 300 mil unidades, alcanzando un millón un mes después. Durante los primeros 80 días se vendieron 3 millones de iPads, y seis meses después Apple anunció que había vendido más iPads que Macs. En total, Apple vendió más de 15 millones de iPads antes del lanzamiento de la segunda generación del dispositivo.
Sin embargo, esta nueva versión sería la última en ser presentada por Jobs en un escenario, el 2 de marzo de 2011. Fallecería de un cáncer seis meses después.
Nuevo perfil
Prácticamente un año después del fallecimiento de Jobs, múltiples marcas decidieron lanzar sus propias versiones de tabletas, impulsados por la irrupción de Android en el mercado para competir con Apple a través de fabricantes en su mayoría chinos, además de Samsung. Aunque esta alza declinó porque estas empresas no contaban con las certificaciones adecuadas y las experiencias de usuario no fueron las mejores, las cifras en Chile fueron igualmente auspiciosas: 116 mil unidades en 2010; 593 mil en 2012; 2,137 millones en 2013; 1,499 millones en 2014; 1,157 millones en 2015; 1,025 millones en 2016; 765 mil en 2017; 726 mil en 2018; y 467 mil hasta el último trimestre de 2019, según IDC Chile.
Mariangella Castagnino, analista de Consumo de IDC Chile, señala que “en el país el tercer trimestre de 2020 fue el mejor de la historia para las ventas de tabletas, con más de 330 mil unidades. Unas cifras que contrastan con las del último trimestre de 2018 en el que se vendieron poco más de 170 mil unidades, cuando aún el estallido social en 2019 o la pandemia durante 2020 no habían emergido como eventos disruptivos en el mercado de consumo. Para este 2021, se proyecta que la necesidad de equiparse y abastecerse para hacer posible tanto el trabajo desde casa como las clases remotas siga marcando la pauta”.
“Se espera que el regreso a clases contribuya a mantener los niveles que se vieron durante el segundo semestre de 2020 de la compra de computadores portátiles, tabletas (que apoyan las actividades académicas a distancia de los más chicos) y también impresoras”, dice.
En los últimos años, muy pocas marcas han continuado insertas en la industria de estos dispositivos. Samsung posee su línea Galaxy Tab -la última lanzada en 2020-, que además cuenta con varios modelos de entrada de bajo costo; otros fabricantes como HP o Lenovo han aprovechado las capacidades de los notebooks para enfocarse en el segmento corporativo con modelos híbridos y sistema operativo Windows; Asus aprovecha el sistema de los Chromebooks para sus propios modelos; y Apple cuenta con sus iPad Mini, Air y Pro, este último el más avanzado y que este martes presentó una nueva versión, más potente, con mejor pantalla y sonido, más almacenamiento, conexión 5G, optimización para videollamadas, y el nuevo chip M1 desarrollado por la empresa. En mayo, el modelo de 11 pulgadas comenzará a venderse en 800 dólares en Estados Unidos (con capacidad mínima de almacenamiento y sin acceso a ondas celulares) y el modelo de 12.9 pulgadas se lanzará desde 1.100 dólares.
Sin embargo, en medio de una pandemia en la que los consumidores requieren más de estos aparatos, la industria de las tabletas también han visto una merma en relación a su distribución. Mariangella Castagnino explica que “el gran desafío que afrontan hoy es poder atender esta necesidad, aunque las marcas han tenido problemas de suministro, principalmente de componentes (paneles) y procesadores de entrada, debido a una mayor demanda que supera el stock disponible y la capacidad de reposición de retailers y comercializadores”.
“Esta dificultad para tener a disposición el hardware requerido se debe mayormente al aumento del número de dispositivos en casa gracias al confinamiento de trabajadores y estudiantes. Antes de la pandemia, en los hogares se compartía un computador para estudiar, trabajar y recrearse, pero ahora los adultos necesitan usar el PC para hacer home office al mismo tiempo que los niños precisan un equipo para asistir a sus clases virtuales”, agrega Castagnino.
En clases
Ya en 2021, el último legado de Jobs goza de buena salud. Con el paso del tiempo el iPad se ha convertido en un dispositivo más allá del ocio, enfocándose -como el caso del modelo Pro- en áreas profesionales como el diseño, dibujo, fotografía, arquitectura y sobre todo educación. Algo que en tiempos de pandemia, ha adquirido una inusitada notoriedad.
Actualmente existen varios proyectos, ya sea por parte de privados o de los mismos establecimientos educacionales y profesores, que enfocan sus esfuerzos en zonas vulnerables, escuelas municipales o rurales, buscando alcanzar mejores resultados en los alumnos utilizando nuevas formas de aprendizaje. En ese sentido, las tabletas han sido protagonistas.
En Chile, la idea de llevar las tabletas u otros aparatos tecnológicos al segmento educativo llegó en 2014, cuando Samsung inició el proyecto “Smart School”, con 35 escuelas en Santiago y regiones, a las que se les dotó con tabletas, pantallas y lentes de realidad virtual. En cuatro años se evidenció entre un 75% y 80% de tiempo de uso activo de las salas, mejoras en el clima del aula, los profesores lograron pasar más materias, se disminuyó la inasistencia y se redujo la repitencia.
Apple por su parte, no se queda atrás. La empresa cuenta con el programa Apple Teacher, que tiene como objetivo apoyar a profesores que usen productos Apple al enseñar, y que cuenta con decenas de aplicaciones y programas útiles. Algunos de ellos son Aula, un profesor auxiliar que permite controlar los iPad y Mac de la sala de clases; Tareas Escolares, que ayuda a asignar y recibir tareas, seguir de cerca el progreso de los alumnos en las apps educativas, y colaborar con ellos desde cualquier lugar en tiempo real; también ayuda al envío de boletines o comunicados, y existen muchos otros recursos disponibles.
Pero, ¿en qué cambian estas experiencias en relación a los métodos tradicionales? Ángela Vergara es profesora en un colegio de alta vulnerabilidad en la zona sur de Santiago. En general enseña ciencia e inglés a alumnos de escasos recursos y con problemas de aprendizaje, donde como mucho existen algunos celulares básicos. Sin embargo, gracias a su entusiasmo por la tecnología y un proyecto que les otorgó casi 30 tabletas Android de bajo costo a los distintos cursos, hoy puede realizar sus clases de una forma más didáctica, logrando grandes avances en la enseñanza.
“La idea era familiarizar a los niños con los recursos que nos entrega una tableta”, dice. “Los chicos se ven muy motivados por la tecnología. Cuando comenzamos estaban muy interesados porque es algo fácil de manejar para ellos y es muy instintivo. Pero a algunos profesores de más edad les cuesta mas aprender”.
“A mí me gusta el juego en la clase, y siento que los niños juegan y aprenden a la vez. Existen aplicaciones que permiten a los niños practicar contenidos que tenemos que tomar por currículum y jugando. Ellos no se complican mucho. Uno les indica una vez y después se manejan solos, así que nos hace más sencillo nuestro trabajo. Para ellos es llamativo dejar de lado el lápiz y cuaderno tradicionales”, apunta Vergara.
En cuanto a las asignaturas y los resultados obtenidos, la profesora indica que en este caso, “cualquier forma más dinámica de enseñar matemáticas es un gran aporte. En general el chileno tiene una aversión a los números, y lo veo siempre en los cursos. Pero con la ayuda de la tecnología lo ven más entretenido. Existen aplicaciones donde hacen ejercicios de matemáticas, arman gráficos, juegan y no se dan cuenta que están con un ramo que muchos le tienen miedo”.
“Siento que hay avance y adquisición de aprendizaje y es muy relevante. Cuando usaba cuaderno, lápiz y libros, habían avances porque siempre aprenden algo, pero con el uso de una tableta es mas rápido. En inglés por ejemplo, uno nota que tienen una forma distinta de desempeñarse: lo hablan y escriben con mayor confianza porque al conocerlo en la tableta se les hace familiar. Hay un antes y un después en el uso de estos aparatos en las salas de clases”, afirma.
Otro caso es el de Javiera Martínez, profesora de educación básica. Trabaja con niños de 2º básico y hace clases en todas las asignaturas, aunque utiliza un iPad para enseñar.
“Utilizo el iPad con foco en el aprendizaje y como gestión pedagógica desde el año pasado. Decidí comprarlo cuando empezaron las cuarentenas en Santiago. Sé que en Chile otros profesores también se están animando a usarlo con un foco más pedagógico porque constantemente respondo preguntas sobre orientaciones para adquirir uno, desde que lo comencé a comentar en mis redes sociales”, cuenta.
“La verdad es que el uso de estas tabletas ha incidido de forma bastante positiva, ya que pueden aprender distintas asignaturas de manera menos tradicional. Los niños con los que trabajo son ‘nativos digitales’ por lo que todo lo que tenga que ver con tecnología y experiencias digitales siempre les llama bastante la atención. Siento que se motivan y potencio su aprendizaje cuando me muestran sus propias producciones de historias ocupando aplicaciones como iMovie, Notas, etc., o se animan a conocer su entorno y el mundo de la mano de la aplicación de Mapas o de alguna aplicación de Realidad Aumentada, que está muy en tendencia ahora”, dice Martínez.
“También ocupo el Apple Pencil para hacer ejercicios en mis clases. Uso el iPad como pizarra digital en mis videollamadas de clases, para tomar notas, dibujar, dejar registros, lo ocupo más que el teclado. Otra aplicación que uso es GoodNotes, unos cuadernos digitales en donde tengo uno por asignatura y también para cada responsabilidad que tengo en el colegio (reuniones académicas, de convivencia escolar, entrevistas con apoderados). En los cuadernos de asignatura ejemplifico todo lo que los niños deben hacer en sus propios cuadernos. Como son estudiantes pequeños (7 años) están finalizando su proceso lectoescritor, por lo que modelar el uso del cuaderno es imprescindible. Estos los proyecto a través de Zoom, que es la plataforma que ocupo para las clases online. Además en esta plataforma, tengo descargadas guías didácticas, textos escolares, de modo de poder ir resolviendo con ellos las actividades propuestas. Para esta aplicación es fundamental el uso del Apple Pencil”, asegura.
Finalmente, un proyecto interesante es el de la startup chilena SoyMomo, que cuenta con una serie de tabletas específicamente enfocadas en niños de 3 a 7 años, que aseguran ser seguras y resistentes. Su novedad es que poseen un sistema operativo Android sobre el cual añadieron una capa extra desarrollada por ellos, y que le impide a los niños acceder si no es con un código entregado por sus padres o profesores.
Entre sus características, es capaz de detectar contenido inapropiado, bloqueando automáticamente la pantalla y enviando una alerta a la aplicación para padres, que a su vez también pueden ingresar en cualquier momento a la tableta de forma remota para tomar un pantallazo, bloquear contenido o inhabilitar la navegación a internet. Cuenta con un “modo clases”, en la que se habilita sólo lo necesario para su aprendizaje y tareas en horario escolar, así como un “modo nocturno” con colores más cálidos, ideales para la noche.