“Alrededor de la mitad del calor que experimentamos proviene de las emisiones de metano”, señaló el presidente de Estados Unidos, Joe Biden en la COP26 tras impulsar junto a la Unión Europea una alianza para reducir durante esta década en 30% las emisiones de este gas natural, uno de los responsables del efecto invernadero.
A ambas potencias se sumaron un centenar de países, entre ellos Chile, con el objetivo de evitar 200.000 muertes prematuras, cientos de miles de ingresos hospitalarios de emergencia por asma y la pérdida de 20 millones de toneladas de cosechas al año.
El metano (CH4) proviene principalmente de los vertederos, del sector ganadero y del energético, es 20 veces más potente que el dióxido de carbono y enfrenta nuevamente a grandes potencias, como Estados Unidos, China y Rusia. Estos últimos, no asistieron a la COP26 y se restaron del acuerdo, lo que pone a estas grandes fuerzas en veredas opuestas en materia climática y medioambiental.
Justamente China y Rusia, además de India e Irán, forman parte de los mayores emisores de metano en el planeta. Un estudio de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) detalla que el 40% de las emisiones mundiales de este gas provienen de fuentes naturales, un 25% de la agricultura y la ganadería, un 21% de combustibles fósiles y un 12% de residuos.
Esta situación deja en evidencia por un lado la alianza transatlántica entre norteamericanos y la Unión Europea, y a su vez, la rivalidad existente con China y Rusia. Sus presidentes tampoco asistieron al Foro de Grandes Economías sobre Energía y Clima.
Una investigación publicada en Science, en la que participó un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago a través del grupo científico @Antarctica, junto a otras instituciones como la Universidad de Stanford y la Universidad de Copenhague, y la junta de Methane Action, abordó y profundizó en cómo capturar el metano para disminuir el ritmo del calentamiento global.
La investigación titulada “Eliminación de metano atmosférico: una agenda de investigación”, establece que las llamadas tecnologías de emisiones negativas podrían restaurar el metano a niveles preindustriales y recortar un estimado de 0,4 °C a 0,6 °C. Con una ventana de tiempo limitada para alcanzar el objetivo de París, “el metano es realmente la única alternativa que tenemos para ganar algunas décadas y reducir las temperaturas máximas en unas pocas décimas de grado”, establece Rob Jackson, científico de la Universidad de Stanford y miembro de la junta de Methane Action.
Raúl Cordero, climatólogo de la Usach, explica que el metano (también conocido como gas natural) es uno de los gases de efecto invernadero más importantes. “Este gas es responsable de alrededor del 20% del efecto invernadero que está calentando el planeta”.
Para que sea llevada a cabo con éxito, la iniciativa bautizada como Compromiso Global sobre el Metano, requiere de todas las potencias contaminantes, por lo que la ausencia de al menos dos de ellas, resulta un gran problema en material medioambiental. “Ninguna medida va a ser suficiente si los grandes emisores no participan, sin embargo, toda medida hacia la reducción de emisiones es, aunque sea insuficiente, positiva”, aclara Cordero.
Se han comenzado a proponer alternativas tecnológicas para el “secuestro” y remoción de metano, por ejemplo, “acelerando la oxidación natural de éste, que lo descompone en dióxido de carbono (CO2) y vapor de agua. Estos últimos también son gases de efecto invernadero, pero son menos potentes que el metano. En otras palabras, convertir metano en CO2 nos ayudaría a reducir el ritmo del calentamiento del planeta. Nos ayudaría a ganar tiempo mientras completamos la transición energética a energías renovables”, argumenta el climatólogo de @Antarctica.
Aunque alrededor del 40 % de las emisiones globales de metano se originan en el sector agrícola y ganadero. Cordero explica que cerca de un 20% de esas emisiones se generan en fugas de las tuberías de distribución de gas natural. “Estas fugas son relativamente fáciles de controlar. Sin embargo, las compañías de distribución de gas no lo hacen pues representan para ellos pérdidas económicas mínimas y en muchos países no hay una regulación que los obligue”, dice.
De los diversos métodos de eliminación de metano, “algunos utilizan catalizadores para descomponerlo. Estos incluyen fotocatalizadores, como el dióxido de titanio, que oxidan el metano en presencia de la luz solar. Los catalizadores metálicos como el hierro o el cobre también son prometedores”, considera Cordero.
El metano, eclipsado durante mucho tiempo por el dióxido de carbono como villano en el cambio climático, ahora está en el centro de atención de los principales líderes mundiales. Atrapa 84 veces más calor que la misma cantidad de CO2 durante 20 años, por ejemplo. Además, se ha duplicado desde la época preindustrial.
En Chile y alrededor del mundo, muchos somos usuarios del metano sin saberlo, advierte Cordero. “El gas natural que mucho consumimos es gas metano. También el metano se origina en la descomposición anaerobia de la materia orgánica. Por ejemplo, se genera mucho metano en los humedales, que son responsables de alrededor del 30% de las emisiones globales. Las emisiones de metano en los crecientes humedales tropicales podrían explicar el alza observada en la concentración de este gas en nuestra atmósfera en las últimas décadas”.