A pesar que desde el brote de Sars-Cov-2 en China en diciembre de 2019, los animales han sido apuntados como parte esencial del proceso de transmisión a los humanos, no es la primera vez que esto ocurre, al menos en relación a la familia de coronavirus.
Primero debemos recordar que esta gran familia se compone del Alfacoronavirus, que causa enfermedades del tracto respiratorio, resfriados comunes en humanos, y gastroenteritis en animales; Betacoronavirus, que afecta principalmente a los mamíferos e incluyen aquellos que causan MERS, SARS y COVID-19; Gammacoronavirus que infecta principalmente especies de aves y, a veces, mamíferos, incluidos los cetáceos; y el Deltacoronavirus, presente principalmente en aves y algunos mamíferos.
El caso más antiguo data de 1931, cuando en EE.UU. se documentó una bronquitis infecciosa aviar provocada por un Gammacoronavirus que causó una disminución en la calidad y producción de los huevos, y que hoy prevalece en todos los países con industrias avícolas.
Posteriormente, en 1971, se conoció en el Reino Unido la diarrea epidémica porcina, una enfermedad en cerdos derivada del Alphacoronavirus que se extendió a otros países europeos y Asia. Una cepa altamente virulenta surgió en 2013 y causó brotes a escala nacional en EE. UU., extendiéndose a toda América. El virus no es zoonótico y no representa ningún riesgo para los humanos ni la seguridad alimentaria.
Ya en 2003, China dio cuenta del Síndrome respiratorio agudo severo (SARS), un Betacoronavirus del SARS-CoV traspasado por los murciélagos de herradura y las civetas (similar a un gato) como huésped intermedio. La infección, similar a la neumonía, se propagó desde Guangdong, China, a más de 26 países en Asia, Europa, América del Norte y América del Sur antes que fuera contenida. Se ha encontrado coronavirus similar al SARS en murciélagos de herradura, lo que sugiere que los murciélagos son reservorios naturales.
En 2012, Arabia Saudita informó de los primeros casos del llamado Síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), también provocado por el Betacoronavirus (MERS-CoV) proveniente de los murciélagos y los camellos dromedarios como huésped intermedio. Se extendió a 27 países con un gran brote en Corea en 2015. Un estudio en 2018 mostró una alta prevalencia de cepas de MERS-CoV en camellos locales en Arabia Saudita, en comparación con los camellos importados de África.
Cuatro años después, nuevamente la provincia de Guangdong (China) sería protagonista de una epidemia, esta vez con el Síndrome de diarrea aguda porcina (SADS), esta vez con los murciélagos y los cerdos como elemento transmisor al humano. Este Alphacoronavirus SADS-CoV causó diarrea severa y aguda y vómitos en lechones recién nacidos, matando a 25 mil ejemplares. De acuerdo a expertos, este coronavirus no parecía saltar a los humanos.
Así, llegamos a 2019, con el SARS-CoV-2, del género Betacoronavirus que tiene a su huésped natural a los murciélagos, con un anfitrión intermedio desconocido (probablemente el pangolín) y del que se cree es una recombinación genética de dos coronavirus. La secuenciación del genoma sugiere que el SARS-CoV-2 es 96% idéntico a un coronavirus en murciélagos de herradura.
Como mencionamos, la posibilidad que estos virus se traspasen al humano no es nueva, ni tampoco será la última. Pero, ¿cómo y por qué ocurre?
Animales zoonóticos
Entre los términos científicos que conocimos en el último tiempo es el de la “enfermedad zoonótica”, o una enfermedad que salta de animales a humanos, como el coronavirus.
Existen docenas de enfermedades de este tipo, como el virus del Nilo Occidental, que proviene de las aves y se transmite por los mosquitos, y la brucelosis, que puede pasar a través de la leche cruda, y provoca fiebre y dolor.
De acuerdo a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. muchas enfermedades nuevas provienen de animales, al igual que ciertas cepas de la gripe y la enfermedad de Lyme transmitida por garrapatas. Investigadores afirman que el riesgo que los virus salten a las especies crece a medida que las personas se mudan a áreas previamente salvajes y se mueven.
Expertos indican que cada vez que nos acercamos a la vida silvestre y la desplazamos, aumenta el riesgo de enfermedad. Un ejemplo simple es la rabia, que puede transmitirse a las mascotas, de ahí a sus dueños.
Científicos estiman que el coronavirus podría haberse originado en murciélagos de herradura, pero aún se desconoce cómo ocurrió el traspaso a a los humanos. El posible culpable más inmediato es un mercado de vida silvestre en China, donde alguien puede haber tocado o haber estado en contacto cercano con un animal infectado. Es posible que el coronavirus se propague directamente de un murciélago a una persona, o podría haber pasado a través de una criatura intermedia como un pangolín.
De esta forma, el mercado funciona como una especie de “laboratorio de virus”, al combinar especies que nunca interactuarían en la naturaleza.
No sólo la invasión humana y la explotación de la vida silvestre pueden ser un factor para que las enfermedades den este “salto” y se propaguen. A medida que el mundo se calienta por el cambio climático, expertos creen que ciertas especies se moverán, acercándose a diferentes poblaciones, lo que se suma a prácticas agrícolas “insostenibles”, según un nuevo informe de la ONU.
Cadena de transmisión
“Hemos intensificado la agricultura, expandido la infraestructura y extraído recursos a expensas de nuestros espacios silvestres”, dijo la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen. “La ciencia es clara: si seguimos explotando la vida silvestre y destruyendo nuestros ecosistemas, entonces podemos esperar ver un flujo constante de estas enfermedades saltando de animales a humanos en los próximos años”.
El informe recomienda que los gobiernos adopten un enfoque coordinado de “una sola salud” que reúna a expertos en salud pública, veterinarios y ambientales para combatir estos brotes de enfermedades zoonóticas.
Animales como roedores, murciélagos, carnívoros y primates no humanos, tienen más probabilidades de albergar enfermedades zoonóticas, y el ganado actúa como un puente para la transmisión entre los animales anfitriones y los humanos, según el documento. Pero el panorama es complejo, considerando que la demanda global de carne animal aumentó 260% en el último medio siglo.
Mientras tanto, en algunas de las regiones más pobres del mundo, las enfermedades zoonóticas endémicas asociadas con el ganado causan más de 2 millones de muertes humanas al año, según el informe. África, que ha respondido con éxito a epidemias zoonóticas como el ébola, podría ser un lugar para buscar soluciones para controlar los brotes de enfermedades de humanos a animales en el futuro.
Ezequiel Hidalgo, director de conservación e investigación de Buin Zoo, dice que “esto ya había sido previsto por especialistas en el tema de animales silvestres y enfermedades zoonóticas. Desde mediados de los 2000 comenzaron a salir publicaciones que planteaban que era muy posible, principalmente debido a la epidemia del Sars de 2003, y fue cuando la comunidad científica se enfocó en proyectar qué podría ocurrir en los próximos años”.
“Entre esos factores se encontraban la destrucción del hábitat, la deforestación, la facilidad de traslado de las personas a lugares habitados por animales, el tráfico de fauna, la cacería, el uso de animales como comida o trofeos, etc. El Sars fue la primera luz, y la influenza porcina el 2009 fue la confirmación que algo nuevo ocurriría”, añade.
“El problema de las enfermedades emergentes es que no las conocemos, por lo que es necesario generar políticas de conservación y monitoreo de fauna silvestre. Es necesario incrementar el conocimiento en estos temas (...) si consideramos que esto no es casual y no generamos medidas para prevenir estas situaciones, van a seguir ocurriendo”.
Sin embargo, Hidalgo afirma que lo que se conoce hasta hoy sobre el tema y lo que se espera, puede ser poco en comparación a lo que realmente ocurrirá: “Cuando se termine todo esto, desafortunadamente las proyecciones y cálculos se quedarán cortos en relación a lo que se esperaba”, sentencia.