Conmoción ha causado la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla española de La Palma, Canarias. La lava comenzó su descenso hacia la costa destruyendo a su paso casas, árboles y distintos tipos de construcciones, obligando a evacuar a más de cinco mil personas. Se trata del primer evento de este tipo en la isla en 50 años (1971).

El Instituto Volcanológico de Canarias precisó que la lava alcanzó más de 1.000°C y una velocidad media de 700 metros por hora.

Si bien la situación y posterior evacuación, pilló por sorpresa a muchos vecinos de sectores aledaños al volcán, quienes tuvieron que salir rápidamente de sus casas en mitad de la madrugada, el volcán estaba bajo intensa vigilancia tras registrar un importante aumento de su actividad sísmica en los últimos días.

¿Y cuál es la situación en Chile? Un país altamente sísmico y volcánico. ¿Qué tan cerca estamos de un evento similar?

En nuestro país, existen 90 volcanes potencialmente activos. De ellos, 60 tienen registro histórico de actividad, muchos con grandes erupciones, como el Volcán Puyehue en 1921, el Volcán Llaima en 1933, el Villarrica en 1948, 1964 y 1984, o el Volcán Chaitén en 2008.

De acuerdo a información emitida por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), actualmente dos complejos volcánicos se encuentran en estado de Alerta Amarilla: Nevados de Chillán y Laguna del Maule. Esto quiere decir, que la actividad del volcán es inestable, con explosiones menores, aparición de fumarolas e incremento de los parámetros de monitoreo.

El Sernageomin establece cuatro criterios o categorías para los niveles de alerta volcánica: Alerta Verde, es decir, un volcán sin variación y sin peligro para la población, Alerta Amarilla (ya descrita), Alerta Naranja, variación significativa y probable incremento de la actividad, y finalmente, Alerta Roja. Esta última, significa que existe esperable desarrollo de un evento eruptivo, y una erupción mayor inminente o en curso.

Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica y académico de la Universidad San Sebastián, señala que Chile tiene un amplio registro volcánico en nuestra cordillera, islas y territorio antártico, “y por esta razón, y en particular después de la erupción del volcán Chaitén en 2011, hemos ampliado nuestro monitoreo volcánico sobre los 90 volcanes activos que posee nuestro país, de los cuales se monitorean instrumentalmente en tiempo real 46″.

Salucci explica que el registro en Chile siempre da cuenta de erupciones permanentes a lo largo de su historia. “Lo raro es que no tengamos volcanes con trabajo eruptivo. Hoy vemos cómo el Nevados de Chillan lleva casi tres años con distintos “pulsos” eruptivos, como ya lo hizo entre 1861 y 1865 y también entre 1906 y 1948, lo que lo mantiene actualmente en Alerta Amarilla desde 2015. Hoy reconocemos volcanes que presentan una larga data de erupciones, que presentan población cercana, y que por ende se transforman en los más peligrosos”.

Álvaro Amigo, jefe de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica de Sernageomin, establece que si bien hay volcanes en monitoreo, aún estamos lejos de una posible erupción volcánica mayor, “como la que estamos observando en Canarias. Por un lado, el complejo volcánico Laguna del Maule, que ha mostrado un incremento en su actividad interna, es decir, algo de deformación y actividad sísmica, que lo hace estar por sobre su umbra base de actividad, y por lo tanto, está en una condición mayor a lo que usualmente observamos”.

Este volcán está situado en la Región del Maule, en la provincia de Talca. Con una altura de 3092 m s.n.m. y un volumen estimado de 170 km3, se estima que su última erupción fue hace más de tres mil años. Se cree que la morfología actual de la zona es el resultado de procesos tectónicos, volcánicos y glaciares. Por ejemplo, algunas evidencias indirectas indican que el lago fue originado por procesos glaciares y tectónicos y que el represamiento de las aguas del lago es principalmente por efusiones volcánicas.

Salucci aclara que más que preguntarse cuándo será la próxima erupción, hay que preguntarse cómo será esa erupción. “En este punto son importantes las erupciones recientes del Calbuco y del Villarrica. Este último en su erupción de 1964 ocasionó 22 víctimas fatales. Hoy hemos avanzado en monitoreo y mapeo de riesgos, pero siempre es importante recordar que las erupciones volcánicas son una amenaza para distintos asentamientos humanos”.

Y también el complejo volcánico Nevados de Chillán, “donde sí está ocurriendo una erupción volcánica, pero de magnitud bastante moderada. Esto lleva hartos años, hemos tenido varios flujos de lava que no han superado el kilómetro y medio de distancia, muy diferente a lo que pasa en España. Es una lava que avanza muy lento, mucho más viscosa, tiene dificultad para fluir, y al mismo tiempo se han formado algunos domos al interior del cráter activo, generando alguna clase de actividad explosiva menor. Raramente supera el kilómetro de altura con estas explosiones”, señala Amigo.

Este último se encuentra ubicado en la Región del Ñuble, en Diguillín y Punilla. Tiene 3.212 metros sobre el nivel del mar y un área basal de 150 km2. Su erupciones más relevantes se han registrado en 1861, 1865, 1906, 1973 y 2016. Recientemente, personal del Sernageomin logró identificar un domo de lava en el volcán, el tercero en lo que va del ciclo eruptivo. Los principales tipos de erupción del complejo han sido vulcanianas y subpliniano.

Actualmente, viven cerca de 200.000 personas que eventualmente podrían verse afectadas por una erupción, “a lo que se le debe incorporar la población flotante que mueve el turismo en varios de estos sectores,en donde la belleza escénica de los volcanes son grandes atractivos a visitar”, explica Salucci.

Amigo argumenta que estamos en un ciclo eruptivo prolongado, pero de bajo impacto (como ocurre en Nevados de Chillán), “por lo tanto el riesgo asociado a esa actividad volcánica, es muy bajo. Es decir, no hay afectación ni a la población, ni a las estructuras, ni a zonas turísticas. Y por lo tanto, se considera que está en un nivel amarillo, lejos del nivel naranjo o rojo. Llegaríamos a eso, si visualizáramos que una erupción podría ser de alto impacto, con columnas eruptivas de 15 o 20 kilómetros de altura, como la erupción del Calbuco o el Chaitén en los últimos años. Esos son los escenarios que nos llevarían a una acción de alerta y a tomar acciones como evacuaciones o restricción de acceso”.

Este último añade, que en el caso de una erupción de alto impacto, “se generan nubes calientes, derretimiento de nieve y hielo, aluviones y acumulación de cenizas en la superficie. En rigor, no hay ninguna condición riesgosa asociada a la actividad volcánica en Chile en estos momentos, a pesar de tener un volcán con actividad superficial”.

El académico de la U. San Sebastián establece que en base a las observaciones históricas y la población expuesta se ha generado un ranking histórico de peligrosidad volcánica, “el cual es encabezado por el volcán Villarrica (IX y XIV Región), seguido por el Llaima (IX) y el Calbuco (X)”.

El peligro está dado por la población que se encuentra cercana a estos volcanes, “sumado a los recurrente de sus erupciones. El principal peligro que presentan nuestros volcanes son los flujos laháricos, que son flujos de gran velocidad que se generan cuando los piroclastos o lava toman contacto con los glaciares/nieve presentes en los mismos volcanes, los cuales pueden producir cortes de caminos y/o desbordes de ríos, lo que puede afectar a los habitantes cercanos y la infraestructura existente”, agrega Salucci.

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