Hace solo unos días comenzó en Chile el denominado otoño meteorológico (1 de marzo al 31 de mayo), y lo hizo con temperaturas elevadas, sobre todo en Santiago y la zona central, donde los registros han indicado días con máximas en torno a 30°C.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, sostiene que este otoño, vivió sus primeros días con 5°C por encima de valores típicos en algunos puntos de la zona central. “Lo más probable es que en términos relativos, las temperaturas se mantengan altas en lo que resta del primer semestre”, añade.
El fenómeno de La Niña comienza a aparecer lentamente en nuestro horizonte, dejando atrás al fenómeno de El Niño, el que se encuentra en una etapa final, una etapa de debilitamiento.
“Es la continuación de un ciclo maligno”: 3 efectos del fenómeno climático que llegaría las próximas semanas
La Agencia Norteamericana de la Atmósfera y el Océano, la Noaa, calcula que El Niño debería remitir durante el próximo trimestre. “De hecho, la Noaa estima que hay un 55% de probabilidades de que en la segunda mitad del año se desarrolle La Niña, fenómeno que tiende a moderar las temperaturas. La segunda mitad del año debería ser menos calurosa que la primera”, explica Cordero.
Añade que para Chile las probabilidades de que se desarrolle La Niña en el segundo semestre del año no son buenas noticias. “La Niña se asocia a años secos. Si La Niña se desarrolla en los próximos meses, es poco probable que este año sea tan lluvioso como el anterior”.
Considerando este escenario climatológico, Cordero revela tres características “menos conocidas” del fenómeno climático que amenaza a Chile.
1. La Niña es la fase fría de una oscilación en la temperatura superficial del Pacífico tropical.
Cuando la temperatura frente a las costas de Ecuador y Perú está bajo valores típicos, se habla de La Niña. Aunque actualmente la temperatura superficial del Pacífico tropical está sobre valores típicos, es decir, estamos aún en presencia de El Niño, existe más de un 50% de probabilidades de que en el segundo semestre de este año año se desarrolle La Niña.
2. Moderador de temperaturas
Aunque La Niña es conocida en Chile por afectar negativamente las precipitaciones en la zona central, también tiene otros efectos menos conocidos. Entre éstos, modera las temperaturas máximas. Los veranos marcados por La Niña no son tan “abrazadores” como aquellos marcados por El Niño. Por ejemplo, La Niña también provoca veranos extraordinariamente secos en la Patagonia chilena, y el riesgo de incendios durante los veranos marcados por La Niña es alto en esa zona del país. La Niña también tiene un efecto sobre el llamado invierno altiplánico. En los veranos marcados por este fenómeno, en general, se presentan más precipitaciones en el altiplano.
3. Menos lluvias
El principal efecto de La Niña es moderar las precipitaciones. Si se desarrolla rápidamente, es poco probable que este año sea tan lluvioso en la zona central como fue el año pasado. Las sequías asociadas a La Niña tienen graves consecuencias socio-económicas. Por ejemplo, así como se le atribuye a El Niño de 1877-1888, un rol en las tensiones que llevaron a la Guerra del Pacífico, es posible que la sequías asociadas a La Niña de 1890 hayan jugado un rol en la Guerra Civil chilena, que comenzó a inicios de 1891. Sin ir demasiado lejos, el estallido social se produjo durante La Niña costera intensa, que probablemente contribuyó a que 2019 haya sido el año más seco en 50 años en la zona central.
Desconocidas características del fenómeno climático: amenaza de La Niña
La Niña podría extenderse hasta por tres años, a diferencia de El Niño que no dura más de un año. “Con La Niña, el mar pasa de tener 29 grados a valores entre 25 y 26 grados”, señala Patricio González, académico del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología de la Universidad de Talca.
“Esto implica que tendríamos ausencia de precipitaciones, por ejemplo, en la Región del Maule, que suele llover 700 milímetros durante el invierno, podrían caer 250 o 300 mm y continuar con este ciclo maligno de megasequía que empezó en 2007. Además, el fenómeno trae consigo bajas temperaturas en invierno a través de incursiones de masas de aire polar que generarán heladas de 2 o 3 grados bajo 0″, añade el académico de la U. de Talca.
No obstante, la transición entre El Niño y La Niña podría no ser inmediata, aclara González, quien indica que pueden pasar de 3 a 8 meses para el cambio de fenómeno climático. “Esto es una condición para el clima mediterráneo como el nuestro, en donde cada fenómeno duraba antes un año aproximadamente”, subraya González.
Si este evento iniciara en invierno, es decir en junio, nos dejaría la mitad del año con escasas de precipitaciones. “Lo positivo sería que iniciara en diciembre, pero eso está por verse porque la transición es muy aleatoria. Lo que es seguro es que no habrá un segundo fenómeno de El Niño consecutivo, lo que nunca ha sucedido, al contrario de lo que ocurre con el evento de La Niña que, en años anteriores, ha tenido tres ciclos seguidos”, plantea González.
Cordero coincide en que en algunas ocasiones, se pueden dar varios eventos de La Niña consecutivos. “Por ejemplo, se presentó tres años consecutivos entre 2020 y 2022″.
“Si se desarrolla en los próximos meses, probablemente marque el verano de 2025. La Niña en el verano se asocia a temperaturas moderadas, lo que significa que el próximo verano podría ser menos extremo en términos de temperatura, a diferencia del actual que estamos terminando”, sostiene el climatólogo de la Usach.