Esta es la última víctima del cambio climático en Chile
Investigación realizada por el Centro de Ciencia del Clima y Resiliencia (CR)2, entregó alarmantes resultados en la disminución de caudales en emblemático río de la zona centro sur del país.
El temido cambio climático no se detiene. Suma una víctima tras otra. ¿La última? En Chile: la cuenca del río Cauquenes, en la Región del Maule.
Un reciente estudio del Centro de Ciencia del Clima y Resiliencia (CR)2, analizó en detalle el impacto del cambio climático y el cambio de uso de suelo en la disponibilidad de agua de la cuenca de este río, el que se secó durante el verano de 2020.
El grupo de especialistas, liderados por Mauricio Galleguillos, investigador del (CR)2 y académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, publicó el estudio (proyecto Fondecyt), llamado “Desenredar el efecto de las futuras estrategias de uso del suelo y el cambio climático en el caudal de una cuenca mediterránea dominada por plantaciones de árboles”.
Según Galleguillos, hay resultados bastante alarmantes en cuanto a la disminución de caudales y modificaciones de componentes del ciclo hidrológico, como la evapotranspiración real y la cosecha de agua local.
Así, explica, se confirma una tendencia de decrecimiento de caudales anuales en el futuro por efecto del cambio global. “Además, el cambio de uso de suelo en favor de un aumento de plantaciones forestales potencia los efectos negativos del cambio climático. El cambio de uso de suelo en favor de estrategias de conservación de vegetación nativa mitiga en parte los efectos del cambio climático”, añade.
Este estudio, que se realizó durante cuatro años, permitió dimensionar si las acciones directas del hombre sobre el territorio, en este caso correspondientes a diferentes escenarios de cambios de uso de suelo (pro plantaciones y pro conservación de vegetación nativa), son más importantes que la repercusiones del cambio climático en el ciclo hidrológico de una cuenca de Chile mediterráneo.
Galleguillos señala que detectaron una menor resiliencia de los ecosistemas forestales de plantaciones de pino de acuerdo con sus componentes del balance hídrico, a diferencia de especies nativas, como el matorral espinoso, “lo que podría comprometer su productividad y capacidad de captura de carbono en el futuro”, denuncia.
Análisis pasado y futuro: responsabilidad compartida
La investigación analizó desde 2006 a 2018 para el período presente y de 2037 a 2050 para el período futuro. Esto con datos tomados anteriormente y modelos climáticos.
El ejercicio de simulación permite cuantificar la atribución de los efectos del clima y del uso humano a través del análisis de escenarios. “En este caso, considerando el período de análisis presente, el cual considera el clima observado, se pudo estimar que el reemplazo de matorrales nativos por plantaciones de pino hace decrecer el caudal anual entre un 2,5% a 17,3% de acuerdo con el nivel de reemplazo que se establezca”, señal Galleguillos.
Mientras que, “bajo escenarios de conservación de la vegetación nativa, el caudal anual podría ser un 2,3% mayor considerando la misma cantidad de pinos, pero relocalizándolos de la cabecera de cuencas hacia zonas bajas y de un 10,9% mayor en un escenario donde el matorral nativo se hubiese mantenido en su distribución potencial, lo que sería equivalente a un escenario sin pinos que hayan reemplazado a la vegetación nativa”, explica el investigador.
Para una condición de cambio climático futuro, Galleguillos establece que se prevé una disminución del 15% de la precipitación anual en promedio y un aumento de 0,95°C de la temperatura del aire, “lo que generará una condición más seca en la cuenca y una amplificación en los caudales donde se prevé una disminución promedio del caudal anual de 32,1% bajo el uso de suelo actual”, añade.
“Este decrecimiento del caudal podría llegar a 46,2% en un escenario de reemplazo agudo de matorrales nativos, mientras que podría verse reducido a un decrecimiento del caudal de solo un 23,3% en un escenario de restauración masiva de la vegetación nativa”, señala Galleguillos.
El ciclo hidrológico es directamente dependiente de los cambios en las forzantes del clima, tales como la precipitación y temperatura como se vio en este estudio. El académico formado en la Universidad de Chile, considera que “si bien el régimen de estas forzantes responde a un régimen natural en su mayoría, se ha demostrado que el ser humano es responsable de alterar estas forzantes del sistema climático a través del calentamiento global antropogénico. Por otro lado, el ciclo hidrológico es también dependiente de la acción humana, a través del uso del suelo dentro de las cuencas”.
Galleguillos explica que estos últimos efectos pueden ser positivos o negativos para la provisión de agua, de acuerdo con las acciones que haga el ser humano en las cuencas. “Es por esto que se deben buscar estrategias de ordenamiento del territorio en armonía con la naturaleza (también llamadas soluciones basadas en la naturaleza), para lograr los objetivos de desarrollo sostenible que plantean las Naciones Unidas para garantizar un mejor devenir para las futuras generaciones”.
La situación del río Cauquenes parece ser irremediable en el corto plazo, “no obstante, es muy importante no seguir potenciando los efectos del cambio climático para no perder de forma irreversible el patrimonio natural y cultural de ese territorio. Pienso que todavía estamos a tiempo para tomar medidas que permitan mitigar estos efectos y esperar a que en el mediano y largo plazo la humanidad haya logrado frenar las emisiones que ocasiona el calentamiento global”, explica Galleguillos.
Esta cuenca es un caso de estudio representativo de muchas cuencas de la cordillera de la costa de la zona mediterránea de Chile, “las cuales dependen exclusivamente de la lluvia para subsistir. Ya existen evidencias publicadas que apuntan en esta dirección”, finaliza el investigador.
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